AL NORTE

Noreña, tú

tienes algo. Algo mío en el fondo

de ti hay. Algo, algún resto

lluvioso, lentas noches ardidas, el paisaje continuo

donde queda la infancia. Mira: somos estos

que suben, estos mismos

que pasan, cuando las horas veloces, una tarde

sin fecha. Reconozco

mi casa ahí, la viruta metálica que ha dejado el

olvido, nuestras huellas

pisadas en tus calles vacías aún, Noreña. Tú

tienes algo —digo—, algo mío

de ti: lo que fui,

lo que soy y ahora entrego

rendido ya. Las ventanas abiertas

donde hirvieron los sueños, eres

viento que me respira como un cuerpo abrazado,

todo lo que sostengo aunque sea del aire —y tierra,

tierra en el fondo, al fin; tierra

mía, que es

tuya, que es nuestra: tierra

de la que vengo, tierra

que me reclama.