FOSA

memoria poética

Vidrios hoscos, residuos

inesperados, en la fosa de Alfacar

solo se hallaron latas, algún tapón

de litrona; el vano hueco —eso es,

al menos, lo que dijeron—. Nadie vio restos, trozos,

pedazos, no sé, algo:

algo, alguna huella, qué

sé yo, participaciones

del horror, un hueso ilustre y

quebrado ya, el miedo mismo, su calavera

para ensalzarla. La tristemente

memoria histórica. Pero no. Nada vieron:

no vieron el silencio, no oyeron

su metáfora. Nada. Ni una apenas guitarra

bajo la arena, junto a aquel olivo,

entre los naranjos y la hierbabuena.

Es quizá la huida, el

terror, es el pánico

de los muertos aún vivos, de los

asesinados. Porque estaba dicho,

porque estaba escrito. Porque está enterrado

en una veleta.