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La rotación perfecta

de tu sucio engranaje, Madrid, ciudad

diversa, hija del sueño, novia

del fango —flores pisoteadas,

como en aquella canción—. Acaríciame aquí,

donde todo termina, donde todo

perece; donde todo se acaba, en el ángulo exiguo

de esta esquina del tiempo. Porque aún somos

la vida, su cuchillo afilado:

somos como murciélagos que buscan bares en llamas

para incendiar la noche, un poquito de luz

muy de cerca, al oído.

------------------------------Edificios

leprosos, urbanísticamente

a medio construir; mercaderes

sin templo, con sus labios heridos en verdad

de extrarradio, vueltos fuego

de agua. Acariciante aquí, en el vértice roto

de esta esquina del tiempo.