4 DE NOVIEMBRE. LAS ILUSIONES DE LOS HOMBRES

El conocido hombre público señor Carrasco i Formiguera entra en la oficina de Esquerra en Madrid en el punto más intenso de la política anticlerical. Los jesuitas acaban de ser expulsados por Maura, y Carrasco tiene un aire derrotado, abrumado. En un momento en que las ideas parecen aclarársele, levanta los brazos y los ojos al cielo, y dice, tras un profundo y prolongado suspiro-gemido que impresiona a los empleados:

—¡Y pensar que yo, mi señora y mis hijos hemos rezado cientos y cientos de partes de rosario para que viniera la República…! ¡Tener que verse ahora en estos trances!