20 DE JULIO. IMPRESIÓN DEL CONGRESO

A los veintitrés años hice una campaña electoral. Me prometí a mí mismo no volver a hacer jamás ninguna. La cantidad de ácido úrico que el candidato alcanza a reunir dando la mano a la gente e incrustándose en el pecho de los ciudadanos es para desanimar al hombre cuyo estómago esté mejor constituido. El candidato es una especie de esponja que chupa todo tipo de secreciones, secreciones que echan para atrás. La llamada prensa popular produce el mismo efecto: hay que leerla alternándola con agua de colonia. Si la demagogia popular no fuera más que un procedimiento infalible para engañar al pueblo, no sería gran cosa; lo malo es que esta demagogia es hedionda y su contacto no es nada agradable.

Los diputados constituyentes han cargado la atmósfera del Congreso de emanaciones de ácido úrico humano. Cada diputado es una esponja llena de ácidos recogidos en los cuatro puntos cardinales de la Península. Todo el ácido úrico nacional recogido en las últimas elecciones se ha concentrado en el Congreso. En la tribuna de prensa, las emanaciones casi lo hacen desmayar a uno.