Leo el libro del observador inglés Mac Cabe sobre el advenimiento de la República en España. Su autor es un radical, admirador de Ferrer i Guardia, a cuya memoria está dedicado el libro. Hallo en el libro las cifras auténticas de los resultados electorales del 12 de abril. Estas cifras todavía no se habían publicado. Republicanos elegidos (números redondos): 3500 concejales; monárquicos elegidos (números redondos): 23 000. Mac Cabe ha sacado las cifras de una fuente oficial inglesa, probablemente la embajada de su país.
Estas cifras demuestran lo que todo el mundo ya sabe. Las ciudades de la Península votaron por la República. El campo, de forma abrumadora, por la Monarquía. Encuentro a Francisco de Cossío, quien estuvo muchos meses exiliado por la Dictadura en París y en Chafarinas con Unamuno. Le enseño el libro de Mac Cabe.
—Estas cifras indican —dice Cossío— que el pueblo de la Revoltosa [pintoresca y exacta expresión para referirse a la opinión de las grandes ciudades] se ha impuesto sobre el pueblo de los pueblos [entiéndase la población rural]…
—¿Acaso difieren ambas opiniones? —le pregunto yo.
—Claro que difieren. En España siempre han pesado más las tertulias de los cafés de Madrid que cualquier interés nacional auténtico. Si pudiésemos aceptar que en el mundo puede haber progreso, tendríamos que reconocer que el empuje progresivo ha salido esta vez de las ciudades… Pero estas cifras también demuestran otra cosa.
—¿Qué demuestran?
—Demuestran que el sistema de Cánovas ha funcionado a la perfección. Cánovas había creado su sistema de manera inteligente, es decir, compensada y equilibrada. En el sistema de Cánovas, las elecciones generales daban salida, predominantemente, a las fuerzas rurales. Las municipales compensaban este peso dando salida a los intereses de las grandes ciudades… Romanones, director político del último Ministerio, trató de salvar la Monarquía tomando el camino que fatalmente tenía que hundirla. Si hubiese empezado por las elecciones generales, el país habría tenido la sensación de que se había producido un gran triunfo monárquico. Ahora la gente ha tenido la sensación de un gran triunfo republicano.
¿Cabe imaginar que Romanones ignorase estas leyes elementales del sistema de Cánovas?
—Romanones debió de pensar —me dice Cossío que Cánovas aún estaba vivo y que su obligación era hacer todo lo contrario de lo que habría hecho el político conservador. Romanones se morirá pensando que su papel consiste siempre en hacer de oposición de Su Majestad. No hay nada peor en política que las cristalizaciones mentales. A lo largo de estos últimos meses, los políticos que han intervenido en la gobernación del Estado se han movido como si existiera una fuerza superior capaz de resolver los errores debidos a su frivolidad. Como esta fuerza no existía, se les ha deshecho todo en las manos.