14 DE JUNIO. CONTADO POR SALVATELLA

Don Estanislau Figueras, primer presidente de la Primera República española, era un hombre muy pulcro, educadísimo, refinado. Célebre contertulio de la farmacia que Narcís Moragas tenía a la sazón en Barcelona, Figueras conocía a fondo lo que se aprendía entonces en casa del boticario: la tolerancia, la creencia de que la debilidad humana es infinita, la sensación de que el mundo no tiene remedio y de que todos somos aproximadamente iguales. El señor Estanislau, además, era un gran abogado. De Figueras, presidente de la República, ha quedado una frase que da una idea exacta de las dificultades por las que pasó aquel régimen. En efecto, para calcular hasta dónde llegaron estas dificultades, bastará con que uno tenga en cuenta lo que Figueras, un día, presidiendo un Consejo de Ministros, dijo en catalán (había muchos catalanes en la Primera), pese a ser un hombre de una educación esmeradísima y una pulcritud extrema:

—Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los c… de todos nosotros!

Este «nosotros» demuestra hasta qué punto Figueras era comprensivo y tolerante.