30 DE MAYO. AL CABO DE MES Y MEDIO

El cambio de régimen ha cumplido un mes y medio. ¡Qué velocidad! ¡Cómo pasa el tiempo!

Ahora yo, para celebrar este acontecimiento, quisiera comunicar a mis lectores lo que dice la gente de los ministros del Gobierno provisional. Cuando un pobre hombre como yo, carente de espíritu personal, ha sido destinado a observar determinado período de tiempo, no tiene más remedio que recoger lo que dice la gente con la que se va encontrando —la gente.

Los literatos dicen que Azaña es un gran político; los políticos afirman, por el contrario, que es un gran literato. Los economistas sostienen que Prieto, ministro de Hacienda, es sobre todo un periodista; los periodistas consideran que los conocimientos económicos de Prieto son dilatadísimos. Los profesores afirman que el señor De los Ríos, de Justicia, es un gran parlamentario; los parlamentarios suelen creer más bien que este señor es un profesor de una calidad excepcional y un diplomático paciente. Según los comerciantes y los industriales, Nicolau d’Olwer es sobre todo un historiador distinguido y un helenista consumado; los cultivadores de estas disciplinas suponen, en cambio, que Nicolau d’Olwer se caracteriza por ser perseverante y reflexivo, cualidades que favorecen el fomento de la economía nacional. Acerca de Domingo, quien, según parece, posee la manía del teatro, los dramaturgos sostienen que no tiene nada que hacer en las tablas y que lo suyo es la agitación popular; los demagogos consideran que Domingo puede hacer una carrera teatral triunfal, etcétera.

Todavía hay algo más curioso. Están hombres como Largo Caballero, alma de un partido extremista, cuyas características temperamentales son sin duda las de un conservador: es un hombre tenaz, frío, trabajador, gris, igual. Está, en cambio, Maura, jefe de los conservadores, con su temperamento de demagogo, pasional, llameante, agitado, desigual.

Al decir de la gente, hay bien pocas personas importantes que estén situadas en el lugar que les corresponde. Por eso yo no creo que el progreso sea general. A mi modo de ver, todo es muy poco racional y demasiado sorprendente. De todas formas, a los ministros se los respeta: es una secuela de la época de la Monarquía. Un ministro es un ministro. No hay discusión posible.