25 DE ABRIL. ESQUEMA DEL ÚLTIMO REINADO

Me encuentro en la Gran Vía a mi amigo don Luis Zunzunegui. Es un pariente de los Maura que tiene una gran inclinación por la política. Me explica las interminables conversaciones mantenidas con su tío, don Gabriel Maura, conde de la Mortera, sobre las características del reinado de Alfonso XIII. La idea del conde de la Mortera, expuesta en sus libros y manifestada muy a menudo de viva voz, es que el carácter del ex Rey le llevaba a ejercer una política personal.

El señor Zunzunegui cree lo contrario. El Rey —me dice—, contra el criterio de la reina madre, doña Cristina, ex reina regente, traicionó a don Antonio Maura en beneficio de los liberales, porque vio que éstos eran más populares. Más tarde el Rey traicionó a don Antonio Maura en beneficio de Dato, porque vio que la gente de la calle iba a favor de Dato. El Rey traicionó a don Francesc Cambó tantas veces como le pareció necesario en virtud de un españolismo folclórico y primario. En 1923, el Rey traicionó el sistema político tradicional instaurado por Cánovas porque vio la gran popularidad del golpe de Estado. Ahora, hace cuatro días, ha visto la popularidad de la República y que la quería todo el mundo, y se ha ido. Lo que ha hundido a la Monarquía no ha sido la tendencia temperamental del Rey hacia la política personal; ha sido, por el contrario, el ansia de ejercer una política de popularidad y de calle —de frivolidad— lo que la ha hundido.

En la familia Maura se da el contrasentido de que don Gabriel, conde de la Mortera, defiende el primer criterio, mientras que don Miguel, ministro de Gobernación de la República, defiende el segundo.

Ésta es una de las exposiciones más inteligentes que he oído sobre el último reinado. Habiéndome ocupado en mayor o menor grado, a través de la personalidad del señor Francesc Cambó, de los últimos años de la política catalana y general, la exposición me parece incontestable.