La casa era una balsa navegando en lo verde.
Olguita es una niña raptada por las cosas.
La fruta, roja y roja, ataca a los intrusos:
tengo viejos amigos mordidos de ciruela,
reparto por las camas a los convalecientes,
gente herida en el pecho por un melocotón.
El agua es una cobra que bebe azul del cielo.
Las noches son de seda y de tiniebla azul.
Ahora, por la mañana, las niñas y las uvas
son un fragor de selva, como dos frescas tribus,
y Olguita, siete años, atraviesa desnuda
el campo de batalla, pisando los racimos.