FRAGMENTO DE UN PERIÓDICO DE MELBOURNE PUBLICADO EL DÍA 14 DE FEBRERO DE 1913.
Aunque se suele relacionar el día de San Valentín con los asuntos del corazón y con la tradición de dar y recibir regalos, hemos de recordar que han pasado exactamente trece años desde aquel fatídico sábado en que un grupo formado por unas veinte alumnas y dos institutrices salió del colegio Appleyard, en la carretera de Bendigo, para ir de picnic a Hanging Rock. Una de las institutrices y tres niñas desaparecieron aquella tarde. Solo se volvió a ver a una de ellas. Hanging Rock es un espectacular promontorio de origen volcánico que se alza en las llanuras en que descansa el monte Macedon, y resulta de especial interés para los geólogos debido a sus excepcionales formaciones rocosas, entre las que encontramos monolitos y también, según se cree, agujeros y cuevas sin fondo que nadie se había atrevido a explorar hasta fechas muy cercanas (1912). Se creyó por entonces que las personas desaparecidas quisieron escalar las escarpadas y peligrosas rocas que se alzan cerca de la cumbre, donde se presume que encontraron la muerte. Pero lo que jamás llegó a aclararse, dado que nunca encontraron los cuerpos, fue si lo sucedido se debió a un accidente, a un suicidio o directamente a un asesinato.
La intensa búsqueda de la policía y de los habitantes de la zona por una superficie relativamente pequeña no aportó ninguna pista para la resolución del misterio, hasta que la mañana del sábado día veintiuno de febrero, el Honorable Michael Fitzhubert, un joven inglés que estaba de vacaciones en el monte Macedon (y que en la actualidad reside en una hacienda del norte de Queensland), encontró a una de las tres niñas desaparecidas, Irma Leopold, que yacía inconsciente al pie de dos enormes rocas. La desventurada muchacha se recuperó posteriormente, pero jamás sanó de una lesión en la cabeza que le borró todo recuerdo de lo sucedido después de que ella y sus compañeras iniciaran el ascenso hacia los niveles superiores. La búsqueda continuó durante varios años con grandes dificultades debido a la misteriosa muerte de la directora del colegio Appleyard pocos meses después de la tragedia. El propio colegio quedó totalmente destruido el verano siguiente como consecuencia de un incendio forestal. En 1903, dos cazadores de conejos acamparon en Hanging Rock y encontraron un pequeño trozo de tela de percal con volantes, que, en opinión de la policía, podía pertenecer a la enagua que llevaba la institutriz que desapareció el día del picnic.
Una figura un tanto oscura aparece brevemente en esta extraordinaria historia. Se trata de una niña llamada Edith Horton, alumna del colegio Appleyard a la edad de catorce años. Esta niña acompañó a las tres chicas en el recorrido inicial de ascenso hacia la Roca, y volvió al atardecer, presa de un ataque de histeria, con las otras excursionistas que esperaban junto al arroyo. En ese momento, y también más tarde, se mostró incapaz de acordarse de nada de lo sucedido. A pesar de las reiteradas preguntas que se le han seguido haciendo a lo largo de los años, la señorita Horton murió recientemente en Melbourne sin proporcionar ninguna información adicional.
La condesa de Latte-Marguery (ex Irma Leopold) reside en la actualidad en Europa. De vez en cuando la condesa concede entrevistas a diversas entidades que muestran interés por lo ocurrido, incluida la Sociedad para la Investigación Psíquica, pero sigue sin recordar nada nuevo. Únicamente se acuerda de los detalles que acudieron a su mente en el instante en que recobró el conocimiento por primera vez. Así pues, parece probable que el Misterio del Colegio, al igual que aquel célebre caso del Marie Celeste, no llegue a resolverse jamás.