7 de febrero / Kabul, Afganistán
Hoy siento bastante dolor. La mayoría de los delegados se ha dedicado a visitar diversos sitios históricos, pero yo elegí permanecer en el hotel una vez más.
Nuestro tour… ¿Qué puedo decir? Siria ha aparecido en titulares del mundo entero. Nuestro contingente de prensa se ha duplicado en tamaño, todos están ansiosos por conseguir la verdadera historia de lo que sucedió en el desierto. Por una vez, no me entristece haber sido excluido. Peregrine me contó lo que ocurrió…
Siria nos ha afectado a todos, incluyéndome a mí. No todo mi dolor es a causa del cáncer. Hay ocasiones en que me siento profundamente agotado, cuando miro mi vida en retrospectiva y me pregunto si he hecho algún bien en absoluto, o si el trabajo de toda una vida ha sido en vano. He intentado hablar por mi gente, apelar a la razón, a la decencia y a la humanidad común que nos une a todos, y siempre he estado convencido de que la fuerza discreta, la perseverancia y la no violencia nos llevarían más lejos a la larga. Siria me hace preguntarme: ¿cómo razonas con un hombre como Nur al-Allah, cómo llegas a un acuerdo con él, cómo hablas con él? ¿Cómo apelas a su humanidad cuando no se considera un ser humano para nada? Si hay un Dios, rezo porque me perdone, pero me descubro a mí mismo deseando que hubieran matado a Nur.
Hiram ha abandonado el viaje, si bien de manera temporal. Promete reunirse con nosotros en la India, pero por el momento está de vuelta en Nueva York, tras volar en jet de Damasco a Roma y tomar un Concorde de regreso a América. Nos dijo que había surgido una emergencia en el Aces High que exigía su atención personal, pero sospecho que la verdad es que Siria le afectó más de lo que está dispuesto a admitir. Se ha extendido el rumor por todo el avión de que perdió el control en el desierto, que golpeó al general Sayyid con mucho más peso del que era necesario para detenerlo. Billy Ray, por supuesto, no cree que Hiram haya ido lo bastante lejos.
—Si hubiera sido yo, hubiera continuado apilando más peso sobre ese individuo hasta que sólo hubiera una mancha marrón y roja sobre el suelo —me dijo.
El mismo Worchester rehusó hablar al respecto e insistió en que realizaba aquella corta separación simplemente porque «se moriría si comía una sola hoja de parra rellena más» pero, aunque bromeaba, le noté perlas de sudor en la amplia frente calva y un ligero temblor en la mano. Espero que un pequeño descanso le ayude a recuperarse; cuanto más tiempo viajamos juntos, más le respeto.
Si las nubes tienen de veras un lado positivo, entonces quizá algo bueno saliera del monstruoso incidente en Siria. El estatus de Gregg Hartmann ha aumentado ampliamente gracias a su encuentro cercano con la muerte. Durante una década, su suerte política ha sido perseguida por el espectro de la Gran Revuelta de Jokertown en 1976, cuando «perdió la cabeza» en público. Para mí su reacción fue meramente humana: acababa de ser testigo de cómo una turba despedazaba a una mujer, después de todo. Pero a los candidatos presidenciales no se les permite llorar, afligirse o enfurecerse como el resto de nosotros, tal como lo demostró Muskie en el 72 y Hartmann lo confirmó en el 76.
Los hechos ocurridos en Siria pueden haberle ayudado a cerrar ese trágico período. Todos los que estaban ahí concuerdan en que el comportamiento de Hartmann fue ejemplar: se mantuvo firme, con la cabeza fría, se mostró valiente, representó un pilar de fortaleza ante las amenazas bárbaras de Nur. Todos los periódicos de América han impreso la foto de la AP que se tomó cuando salieron: al fondo, Hiram ayudando a Tachyon a subirse al helicóptero; al frente, el senador Hartmann esperaba, con el rostro sucio de polvo, y, aun así, adusto y fuerte, y la sangre empapándole la manga de la camisa blanca.
Gregg sigue afirmando que no será un candidato presidencial en 1988 y de hecho, todas las encuestas muestran que Gary Hart tiene una posibilidad abrumadora de obtener la nominación demócrata, pero Siria y la fotografía seguramente harán maravillas en lo que respecta al reconocimiento de su nombre y su prestigio. Yo mismo me encuentro esperando desesperadamente que reconsidere su candidatura. No tengo nada en contra de Gary Hart, pero Gregg Hartmann es especial y quizá, para quienes nos tocó el wild card, él sea nuestra última y mejor esperanza.
Si Hartmann falla, todas mis esperanzas fallan con él, y entonces ¿qué opción tendremos más que recurrir al Perro Negro?
Supongo que debería escribir algo sobre Afganistán, pero hay poco que registrar. No tengo la fuerza necesaria para ver los paisajes que nos ofrece Kabul. Los soviéticos tienen mucha presencia en el país, pero son muy correctos y corteses. La guerra se suspende hasta cierto punto durante nuestra corta estancia. Nos han presentado a dos jokers afganos para obtener nuestra aprobación, ambos juraban (a través de intérpretes soviéticos) que la vida de un joker aquí es idílica. No me han acabado de convencer. Si lo he entendido correctamente, sólo hay dos jokers en todo Afganistán.
El Carta Marcada voló de Bagdad a Kabul sin hacer escala. Irán estaba más que descartado: el ayatollah comparte muchos de los puntos de vista de Nur acerca del wild card, y tiene el control total de la nación, así que ni siquiera la ONU pudo conseguirnos permiso para aterrizar. Al menos el ayatollah no hace distinciones entre ases y jokers: todos somos los hijos demoníacos del gran Satán, según él. Es obvio que no ha olvidado el intento malogrado de Jimmy Cárter de liberar a los rehenes, cuando media docena de ases del gobierno fueron enviados en una misión secreta que se convirtió en una horrible metedura de pata. Los rumores dicen que Carnifex fue uno de los ases involucrados, pero Billy Ray lo niega con énfasis.
«Si yo hubiera estado con ellos, habríamos sacado a nuestra gente y le hubiéramos pateado el trasero al viejo, por si acaso», dice. Su colega del Departamento de Justicia, Lady Black, se limita a envolverse con su capa negra y sonreír de manera enigmática. Al padre de Mistral, Ciclón, a menudo lo han relacionado con aquella misión desafortunada, pero no es algo de lo que ella acepte hablar.
Mañana temprano volaremos sobre el paso Jáiber y nos dirigiremos a la India, hacia un mundo diferente por completo, un subcontinente entero en crecimiento constante con la mayor población joker registrada en cualquier ciudad fuera de los Estados Unidos.
12 de febrero / Calcuta
India es una tierra tan extraña y fabulosa como cualquiera de las que hemos visto en este viaje…, si es que es correcto llamarla «una tierra». Es más bien como cien tierras en una. Encuentro difícil conectar el Himalaya y los palacios de los mogoles con los barrios bajos de Calcuta y las selvas de Bengala. Los indios mismos viven en una docena de mundos diferentes, desde los ancianos británicos —según los cuales el virrey aún gobierna en sus pequeños enclaves del imperio británico— pasando por los marajás y nababs —que son reyes en todos los aspectos menos en el nombre—, hasta los mendigos que recorren las calles de esta sucia y cada vez más grande ciudad.
Hay tanto en la India.
En las calles de Calcuta ves jokers dondequiera que vayas. Son tan comunes como los mendigos, los niños desnudos y los cadáveres, y, con demasiada frecuencia, son la misma cosa. En esta seminación de hindúes, musulmanes y sijs, la vasta mayoría de los jokers son hindúes, lo que no es de extrañar, dada la postura del islam. El hindú ortodoxo ha inventado una nueva casta para los jokers, mucho más por debajo aún que los intocables, pero al menos se les permite vivir.
Resulta interesante que no hayamos encontrado poblaciones joker en la India. Esta cultura está marcadamente dividida en terrenos raciales y étnicos, y los antagonismos son muy pronunciados, como se demostró claramente durante las revueltas del wild card en Calcuta en 1947 y en la matanza indiscriminada a escala nacional que acompañó a la división del subcontinente ese mismo año. A pesar de eso, en la actualidad se pueden encontrar hindúes, musulmanes y sijs viviendo uno al lado del otro en la misma calle, y jokers, nats e incluso algunos pobres diablos compartiendo los mismos horrorosos barrios bajos. Lo cual no parece haber hecho que se amen más los unos a los otros, por desgracia.
India también se jacta de tener unos cuantos ases nativos, incluyendo algunos de considerable poder. Digger se lo está pasando en grande corriendo por el país entrevistándolos a todos, o a tantos como consienten encontrarse con él.
Radha O’Reilly, por mencionar un caso, es muy infeliz aquí. Radha pertenece a la realeza india, según parece, al menos por el lado materno…; su padre era algún tipo de aventurero irlandés. Su familia practica una variedad de hinduismo construido en torno a Gonesh, el dios elefante, y a Kali, la madre negra, y para ellos su habilidad del wild card la convierte en la novia destinada a Gonesh, o algo por el estilo. En cualquier caso, ella tiene la firme convicción de que está en peligro inminente de ser secuestrada y devuelta a la fuerza a su tierra de origen, así que, a excepción de las recepciones oficiales en Nueva Delhi y Bombay, ha permanecido encerrada en varios hoteles, con Carnifex, Lady Black y el resto de nuestro equipo de seguridad a poca distancia. Creo que será feliz de marcharse de la India por segunda vez.
El doctor Tachyon, Peregrine, Mistral, Fantasy, Troll y Harlem Hammer acaban de regresar de una cacería de tigres en Bengala. El anfitrión era uno de los ases indios, un marajá bendecido con una especie de don como el de Midas. Tengo entendido que el oro que crea es inherentemente inestable y vuelve a su estado original veinticuatro horas después, aunque el proceso de transmutación es suficiente para matar a cualquier ser vivo que toque. Sin embargo, su palacio es reconocido por ser un lugar bastante espectacular. Ha resuelto el tradicional dilema mítico haciendo que sus sirvientes lo alimenten.
Tachyon ha vuelto de la expedición con el mejor humor con que lo he visto desde Siria, vistiendo una chaqueta Nehru dorada y un turbante a juego, sujeto con un rubí del tamaño de mi pulgar. El marajá fue espléndido con los obsequios, según parece. Ni siquiera ver cómo la chaqueta y el turbante se convertían en tela común horas después ha mermado el entusiasmo de nuestro extraterrestre por las actividades del día. El brillante desfile de la cacería, los esplendores del palacio y el harén del marajá parecen haberle recordado a Tach los placeres y prerrogativas de los cuales disfrutó alguna vez como príncipe de Ilkazam en su mundo de origen. Admitió que ni siquiera en Takis había un espectáculo comparable al final de una cacería hindú, cuando el comehombres era acorralado y el marajá se le acercaba con toda calma, se quitaba un guante dorado y transmutaba a la enorme bestia en oro sólido con un solo toque.
Mientras nuestros ases aceptaban que los agasajaran con oro de hadas y cacerías de tigres, yo he dedicado el día a búsquedas más humildes, con la Inesperada compañía de Jack Braun, quien fue invitado a la cacería con los otros pero declinó la oferta. En su lugar, Braun y yo recorrimos Calcuta para visitar el monumento que los indios erigieron en honor a Earl Sanderson, en el sitio donde salvó a Mahatma Gandhi de un intento de asesinato.
El monumento se parece a un templo hindú y la estatua en el interior recuerda más bien a alguna deidad menor india que a un norteamericano negro que jugó al fútbol para los Rutgers pero, aun así, Sanders se ha convertido de verdad en una especie de dios para esta gente, como atestiguan diversas ofrendas esparcidas por los fieles a los pies de su estatua. El sitio estaba muy lleno y tuvimos que esperar un buen rato antes de ser admitidos. En la India, el mahatma todavía es reverenciado universalmente, y algo de su popularidad se ha contagiado al recuerdo del as norteamericano que se interpuso entre él y la bala de un asesino.
Braun habló muy poco cuando estuvimos dentro, sólo contempló la estatua, como si de alguna manera pudiera convencerla de cobrar vida. Fue una visita conmovedora, aunque no del todo cómoda. Mi obvia deformidad atrajo las miradas severas de algunos de los hindúes de castas más altas que había entre la multitud. Y cada vez que alguien rozaba con demasiada intensidad a Braun —como sucede con frecuencia en un grupo de gente tan numeroso— su escudo de fuerza biológica empezaba a brillar y lo rodeaba de un fantasmal resplandor dorado. Me temo que mi nerviosismo pudo más que yo, pues interrumpí el ensimismamiento de Braun e hice que saliéramos de ahí de prisa. Quizá mi reacción fue exagerada, pero si una sola persona de aquella multitud se hubiera dado cuenta de quién era Jack Braun, podría haberse desencadenado una escena bastante desagradable. Golden Boy estuvo malhumorado y callado mientras volvíamos al hotel.
Gandhi es un héroe personal mío y, a pesar de todos mis sentimientos encontrados sobre los ases, debo admitir que le estoy agradecido a Earl Sanderson por la intervención que salvó la vida del prócer. Que el gran profeta de la no violencia muriera por la bala de un asesino hubiera sido demasiado grotesco, y creo que la India se hubiera hecho añicos tras una muerte así, provocando un inaudito baño de sangre entre hermanos.
Si Gandhi no hubiera vivido para guiar la reunificación del subcontinente tras la muerte de Jinnah en 1948, ¿habría perdurado de veras esa extraña nación de dos cabezas llamada Pakistán? ¿El Congreso de Toda India habría desplazado a todos los gobernantes insignificantes y absorbido sus dominios, tal como amenazó? La forma de este país, hecha de retazos, diversa y descentralizada ad infinitum, es una expresión de los sueños del mahatma. Me es imposible imaginar el curso que la historia de la India habría tomado sin él. Así que, por lo menos en ese aspecto, los Cuatro Ases dejaron una marca real en el mundo y demostraron que un hombre decidido puede cambiar el curso de la historia para bien.
Le señalé todo esto a Jack Braun en nuestro camino de regreso, pues se le veía muy retraído. Me temo que no ayudó mucho. Él me escuchó con paciencia y cuando terminé dijo:
—Fue Earl quien lo salvó, no yo. —Y se sumió de nuevo en el silencio.
Fiel a su palabra, Hiram Worchester se ha reintegrado hoy al tour, para lo cual viajó en Concorde desde Londres. Su breve estancia en Nueva York le ha sentado muy bien. Su antiguo entusiasmo ha regresado y en seguida ha convencido a Tachyon, a Mordecai Jones y a Fantasy de acompañarlo en una expedición para encontrar el vindaloo más picante de la India. Presionó a Peregrine para que se uniera al equipo de búsqueda de comida, pero la simple idea logró que la mujer adoptara un color verde.
Mañana por la mañana, el padre Calamar, Troll y yo visitaremos el Ganges, donde cuenta la leyenda que un joker puede bañarse en las aguas sagradas y sanar de sus dolencias. Nuestros guías nos informan de que hay cientos de casos documentados, pero yo soy francamente escéptico, aunque el padre insiste en que también han existido sanaciones milagrosas de jokers en Lourdes. Tal vez ceda a la tentación y acabe saltando a las aguas sagradas. Supongo que un hombre que está muriendo de cáncer no puede darse el lujo del escepticismo.
Convidamos a Chrysalis a acompañarnos, pero declinó la invitación. Últimamente parece más cómoda en los bares de los hoteles, tomando amaretto y jugando interminables partidas de solitario. Se ha vuelto muy amiga de dos de nuestros reporteros, Sara Morgenstern y el ubicuo Digger Downs, e incluso he oído decir que ella y Digger están durmiendo juntos.
He vuelto del Ganges y debo hacer una confesión. Me quité el zapato y el calcetín, me enrollé las perneras y metí el pie en las aguas sagradas. Después de eso seguí siendo un joker, por desgracia…, un joker con un pie mojado.
Las aguas sagradas están sucias, por cierto, y mientras buscaba un milagro, alguien me robó el zapato.