Revolucionarios atacan base aérea saudí
Associated Press: 16 de diciembre de 2011
RIAD, Arabia Saudí. Rebeldes armados con explosivos han destruido un escuadrón de reactores caza F-15 y dos escuadrones de helicópteros de ataque Agusta Bell (AB). 205-S y 212-S que estaban alojados en la base aérea de Riad. Ashraf, un nuevo grupo revolucionario que afirma representar la oprimida voluntad colectiva del pueblo saudí, ha asumido la autoría de los ataques.
En un comunicado publicado por el periódico clandestino Rai Al Nas, uno de los líderes del grupo declaró: «Ashraf se opone a la hipocresía de la monarquía saudí, cuyos miembros roban a los ciudadanos de nuestro país los recursos que Dios les dio. Ashraf se opone, además, a los clérigos radicales Wahhabi, cuya brutalidad ha impuesto el reino de terror desencadenado por la monarquía saudí. Ashraf está dispuesto a negociar la venta de los recursos de la población a los países occidentales una vez que las raíces de la democracia arraiguen en Arabia, pero esto sólo puede conseguirse arrebatando a la familia real su poder absoluto».
Un comandante de las Reales Fuerzas Aéreas Saudíes (RSAF) afirma que la seguridad podría ser reforzada en otras bases militares, y que cree que los arrestos son inminentes.
AEROPUERTO INTERNACIONAL
WASHINGTON DULLES
Dulles, Virginia
16 de diciembre de 2011
8:25 P.M. EST
El camión refrigerado había sido pintado en azul marino con una franja amarillo canario. Las letras blancas de sesenta centímetros de alto identifican al proveedor como Manjares de Oriente Medio. Hay un número telefónico gratuito y una lista variada de degustaciones. La matrícula robada es de Maryland.
Omar Kamel Radi es el conductor, y Jamal al-Yussuf está junto a él en el asiento del pasajero. Ambos hombres llevan uniformes que los identifican como empleados. Cada uno lleva una tarjeta de identificación. Jamal agarra una carpeta con una hoja de trabajo que detalla un enorme pedido, encargado por el jefe de cocina de Sultan. A pesar del gélido aire que entra por las ventanillas medio bajadas, ambos hombres están sudando.
Omar se detiene en la puerta de seguridad del aeropuerto. Se seca una gota de sudor de sus pobladas cejas mientras baja la ventanilla para hablar con el guardia.
—Entrega. Hangar 12-D.
El guardia alumbra el interior de la cabina con su linterna.
—Apagad el motor y bajad. Tengo que inspeccionar la mercancía.
* * *
Un hombre de piel cetrina vestido con uniforme de guardia de seguridad del aeropuerto observa la escena que se está desarrollando desde su coche, aparcado a sesenta metros al este de la puerta. Shane Torrence, veterano de Apoyo Estratégico, se enciende un cigarrillo y después habla a su walkie-talkie.
—La comida está aquí.
* * *
Jamal al-Yussuf camina hasta la parte de atrás del camión refrigerado y entrega la hoja de pedido al guardia. Omar abre las puertas. Extiende y baja la plataforma elevadora. Un intenso aroma a curry sale del camión. El alto sunita sube al interior, seguido por el guardia.
Hay dos cámaras frigoríficas de aluminio aseguradas al suelo, cada una de dos metros y medio de largo, un metro y medio de ancho y un metro veinte de profundidad. Omar abre los cuatro cierres y levanta la tapa del primero, revelando suficiente comida para alimentar a treinta personas. Hay kebabs de ternera y bandejas de pollo, empanadas rellenas de patata y carne, y gran variedad de aperitivos, salsas y postres, todo envuelto en plástico transparente.
Al guardia se le hace la boca agua.
—Tiene buena pinta. Abre el otro.
El iraquí obedece. En el interior hay dos corderos enteros, despellejados y sazonados, envueltos en plástico.
—Qué asco. Ciérralo.
Omar cierra las cámaras mientras el guardia saca su radio y pide un coche de seguridad.
—Soy Becker, de la doce. Necesito que escoltéis un camión de reparto hasta el Hangar D.
Los dos repartidores suben de nuevo al camión. Guardan la plataforma y entran en el terreno del aeropuerto. Un coche de policía blanco en el que se lee «Seguridad del Aeropuerto» los conduce a través de la pista junto a los hangares, hasta que llegan al edificio 12-D.
* * *
El agente de seguridad Marco Fatiga observa los dos vehículos que se aproximan al hangar que temporalmente aloja al 747 saudí. Como su compañero, Shane Torrence, el nativo del Bronx ha sido a asignado a los dos iraquíes como «fantasma».
Un miembro del Servicio Secreto se une a Marco en el exterior del hangar.
—¿Otra entrega?
Marco asiente.
—Estos árabes sólo entienden de comida y mujeres.
El camión atraviesa las puertas del hangar. Un grupo de seis árabes sale del 747. Descargan las dos cámaras mientras el jefe de seguridad saudí firma la hoja de pedido y paga al conductor alto.
—Espera aquí. Nuestro personal de cocina vaciará las cámaras y te las traerá de nuevo.
Veinte minutos más tarde, los seis saudíes empujan las cámaras vacías por la rampa de descarga del jumbo. Los dos repartidores se unen a ellos y cargan y aseguran las cámaras al fondo del camión refrigerado.
Nadie se molesta en examinar los contenedores vacíos.
Marco Fatiga se acerca a Omar cuando éste intenta cerrar las puertas traseras del vehículo. Las manos del antiguo futbolista están temblando, lo que dificulta la tarea.
El oficial de seguridad lo hace por él.
—Será mejor que dejes la cafeína, chico. No querrás tener un accidente, ¿verdad?
Los ojos de los dos hombres se cruzan por un breve momento. El conductor asiente con nerviosismo y sube al interior del camión. El vehículo de seguridad del aeropuerto guía al proveedor a la salida del Dulles.
Cuarenta minutos más tarde, el camión entra en la Interestatal 66, dirección oeste.
TIVERTON, ONTARIO
8:12 P.M.
El camión de cerveza canadiense continúa hacia el sur a lo largo de la calle King, a través de Tiverton, camino de
Kincardine. El conductor echa un vistazo a la Granja Eólica Huron, a su izquierda. Cinco enormes turbinas de viento de 1.8 megavatios salpican el paisaje como gigantes molinillos blancos. El ex oficial de las fuerzas aéreas y agente de la CIA, que ahora trabaja como freelance para miembros de Apoyo Estratégico, agita la cabeza.
—Limpia, gratis y sencilla. Nunca tuvo ninguna oportunidad.
* * *
Michael Tursi, «el Turco», nació en Hinton, West Virginia, un viejo pueblo ferroviario asentado a los pies de las montañas Apalache, donde los ríos Bluestone y Greenbrier se encuentran con el río New. Su madre, Mary, trabajaba como subdirectora y profesora de lengua en el colegio local. Su padre, Patrick, era oficial de policía cuando no estaba cumpliendo con su deber en la Guardia Nacional. Para Michael, hijo único, la vida había estado bien reglamentada; los deberes y el estudio eran prioritarios, seguidos de la iglesia y los deportes. Era una típica familia americana de clase media, un estilo de vida que iba bien a los padres de Mike, pero que dejaba al hijo de ambos con ganas de más.
Todo cambió después del 12 de junio de 1977.
Fue el último día de colegio. Mary Tursi estaba patrullando los pasillos, intentando conferir cierta organización a los últimos momentos de caos, cuando se encontró con George Nathalial, un chico de trece años a quien había suspendido un mes antes por haber llevado al colegio un cuchillo de caza, en un intento fallido de impresionar a una posible novia. Esta vez, George había llevado algo más letal… un revólver de calibre .25 que había cogido de un baúl de su padre. George afirmó más tarde que nunca tuvo la intención de disparar a Mary Tursi, que él sólo había querido mostrar el arma a sus compañeros, pero que, mientras forcejeaban por la posesión del arma, ésta se había disparado, hiriendo de muerte a la subdirectora de treinta y nueve años de edad.
Cuando un profesor es asesinado, la conmoción posterior asola el distrito escolar completo, creando una pesada sensación de vulnerabilidad que, a menudo, tarda años en desaparecer. Los efectos en la familia de la víctima son, por supuesto, mucho más profundos. Para Michael, que entonces tenía quince años de edad y había sido criado para respetar la ley, esta palabra, repentinamente, perdió todo su sentido. Se suponía que a la gente buena no debían pasarle cosas malas… ésas no eran las reglas con las que le habían enseñado a vivir. Durante los siguientes dos años, Michael cayó en un estado de depresión cada vez más profundo, y el que una vez fue estudiante de matrícula de honor suspendió los cursos y abandonó el equipo de béisbol. Su padre lo educó en casa para que pudiera obtener el diploma. Acudió a psiquiatras, tomó psicotrópicos, pero nada parecía funcionar.
Desesperado por devolver el rumbo a su hijo, Patrick lo convenció para que se alistara en la Fuerzas Aéreas Americanas. Tres semanas después, Michael Tursi, que ya tenía 18 años, se metió en un autobús camino de la Base de las Fuerzas Aéreas Lackland, en San Antonio, Texas.
El primer día de Mike comenzó con la llegada a la base, a la una de la madrugada, y terminó veintitrés horas después, la noche siguiente. El entrenamiento básico está diseñado para separar a los débiles de los fuertes, destruyendo a los reclutas y después reconstruyéndolos. La actividad física es castigadora, y la presión mental la empeora. Los alistados que no lo soportan son enviados a casa. Demasiado a menudo, un par de chicos se suicidan para no cargar con la vergüenza del abandono. Durante las ocho semanas que pasó Tursi allí, su escuadrón sufrió una tentativa de suicidio y un éxito, cuando un recluta se lanzó desde la ventana de la tercera planta durante la formación matinal.
La instrucción básica enseña a los reclutas el método adecuado para combatir y matar. Los ejercicios de inteligencia se mezclan con un estricto régimen físico, lo que añade cierto estrés adicional. Para Michael Tursi, el entrenamiento consiguió restaurar su competitiva voluntad de destacar, y rápidamente se dio cuenta de que las Fuerzas Aéreas podían abrirle puertas… puertas que lo sacarían de la vida de mediocridad que siempre había temido.
Un día, a Tursi se le ordenó que acudiera a un edificio administrativo. Allí le colocaron en una habitación que sólo tenía una silla, un escritorio y un radiocasete. Un comandante le informó de que tenía que escuchar las cintas, que incluían varias lenguas, y transcribir lo que pensaba que el hablante estaba comunicando. Era un test de aptitud lingüística, y la puntuación de Tursi fue extraordinaria, lo que le garantizó un puesto en Washington como intérprete.
En lugar de eso opositó para electrónica.
Después de graduarse en la instrucción básica (donde le concedieron su apodo, El Turco), Michael fue asignado a la Base de las Fuerzas Aéreas Sheppard, en Wichita Falls, Texas, donde pasó los siguientes catorce meses entrenándose como técnico analista de balística nuclear.
* * *
Tursi sale de la autopista y entra en una carretera de acceso que lleva a la Central Nuclear Bruce Power. Detiene el camión en el punto de control de seguridad y saluda con la mano al guardia que se está acercando a él.
—Paulie, ¿cómo fue la fiesta?
—No tengo ni idea. Esas cosas son sólo para los peces gordos.
—Bah, quién las necesita, ¿eh? Aquí tienes, para ti y los chicos —Tursi coge la caja de puros del asiento del pasajero y se la tiende al agradecido guardia—. Son cubanos, un regalo de uno de mis habituales. Dejé de fumar hace años. Aun así, es agradable poder comprarlos directamente. Me encanta Canadá.
—A menos que necesites una histerectomía. Mi pobre hermana tuvo que esperar seis semanas…
—Sí, eso es una mierda. Escucha, llego tarde. Voy a por esos barriles vacíos.
—Claro, claro. Adelante.
Tursi se despide y entra en las instalaciones. Se dirige al muelle de carga.
* * *
La planta energética Bruce, la primera central nuclear de propiedad privada, está compuesta por dos plantas generadoras, cada una con cuatro reactores nucleares CANDU. Abreviatura de Canadá Deuterio Uranio, los reactores CANDU usan uranio sin enriquecer natural en su diseño, y necesitan óxido de deuterio, o «agua pesada», como refrigerante y moderador.
El uranio es un metal de alta densidad que se cree que se formó durante una supernova hace más de seis mil millones de años, cuando una estrella que terminaba su ciclo de vida se plegó y explotó, liberando desintegración radioactiva y detritos que finalmente alcanzaron la Tierra. El Uranio puede encontrarse en las rocas y en el agua del mar, y es el productor del calor existente en el interior de la corteza terrestre.
El número de partículas (neutrones) en el núcleo designa las distintas formas (isótopos) de uranio. Cuando el núcleo de un átomo de uranio se divide, libera una gigantesca cantidad de energía. Esto, además, emite neutrones que provocan la división de otro núcleo de uranio cercano, liberando más energía, en lo que suele llamarse reacción nuclear en cadena. El isótopo U-235 (92 protones + 143 neutrones = 235) se usa en la fisión nuclear porque contiene abundante energía que se calienta cuando se divide. Es este calor el que se usa para provocar el vapor que pone en marcha la turbina del reactor nuclear.
De los dos tipos de uranio que se encuentran en la naturaleza, es el raro isótopo U-235 el que se usa en las bombas nucleares. El uranio natural contiene menos de un uno por ciento de U-235. Para poder ser usado en explosivos nucleares, debe estar enriquecido hasta conseguir un noventa por ciento de U-235, y sólo un diez por ciento de U-238. El otro material fisible que se usa en las armas nucleares es el Plutonio-239, una sustancia obtenida a partir del bombardeo de uranio-238 con neutrones en un reactor nuclear. Casi inexistente en la naturaleza, el plutonio es una de las sustancias conocidas más toxicas, y la inhalación de apenas una milésima parte de un gramo provocaría la fibrosis masiva de los pulmones. Cinco kilos de U-235, o un poco menos de plutonio, es lo único que se necesita para alcanzar la masa crítica en una bomba nuclear.
Para que un reactor CANDU funcione con uranio sin enriquecer es necesario el uso de aguas pesadas como medio. El agua pesada es agua en el que los átomos de hidrógeno han sido reemplazados con deuterio. La producción de medio kilo de agua pesada exige ciento cincuenta y cuatro toneladas de agua corriente. Debido a que el agua pesada puede, además, ser utilizada para enriquecer el U-235 hasta convertirlo en uranio de graduación nuclear, la producción y distribución del agua pesada está estrictamente vigilada.
¿El mayor productor mundial de agua pesada? La Planta de Aguas Pesadas Bruce, en Tiverton, Ontario.
* * *
Tursi conduce hasta dejar atrás el economato, y entonces dirige el enorme diésel hasta que su flanco izquierdo está alineado con el muelle de carga. Richard Weldon Small, el capataz, está esperándolo impaciente mientras eleva la puerta lateral del vehículo.
—Ha habido… problemas. Mi hombre sólo ha podido llenar diecisiete barriles.
—Ése no fue nuestro acuerdo.
A pesar de las frías temperaturas, Small está sudando.
—Hemos hecho todo lo que hemos podido. Tuvimos menos de una hora.
Tursi mira los veinte barriles, que habían sido colocados apresuradamente en cinco palés. Camina hasta el cuarto palé y, al azar, selecciona un barril.
—Ábrelo.
—No tenemos tiempo. Mi supervisor…
Tursi desengancha un instrumento con forma de trinquete de su cinturón y lo usa para abrir el barril. Saca un analizador químico de veinticinco centímetros del bolsillo de su chaqueta de esquiar y moja el extremo metálico en el claro líquido que contiene el barril. Comprueba el lector: Deuterio.
—Nos conocemos desde hace seis años. ¿No confías en mí?
—No confío en nadie que pueda joderme —Tursi saca un grueso sobre del bolsillo de su pantalón—. Veinte mil. Asegúrate de que tu hombre lo recibe, o pasarás el resto de tu vida mirando sobre tu hombro.
Small echa un vistazo al montón de billetes. Después los dos hombres empujan los barriles hasta el interior del camión y los aseguran entre los otros diez barriles de cerveza.
Seis horas y dos paradas para descansar más tarde, Michael Tursi guía el camión de cerveza a través del puente Ambassador hasta Detroit.
«Quienes pueden renunciar a su libertad esencial para obtener una pequeña seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad».
Benjamin Franklin.
«Mueller, director del FBI, galardonó personalmente a Marion Bowman (Spike) con una citación presidencial y un extra en efectivo que suponía aproximadamente el veinticinco por ciento de su salario. Bowman, jefe de la Unidad de Seguridad Nacional del FBI, es la persona que se negó a pedir una orden especial para la búsqueda de las pertenencias de Zacarias Moussaoui tras los ataques del 11-S. El galardón llegó poco después del informe de la investigación sobre el 11-S para el Congreso, que decía que la unidad de Bowman había dado a los agentes del FBI de Minneapolis "una información inexcusablemente confusa y poco precisa" que era "evidentemente falsa".»
Doug Grow, de «FBI Performs A Nasty Little Sequel To
Whistle-Blower Saga»,
The Minneapolis Star Tribune, 22 de diciembre de 2002.
«Un país que teme dejar que su población juzgue la verdad y la mentira en un mercado abierto es un país que teme a su población».
Presidente John F. Kennedy.