Irán afirma tener capacidad para construir una docena de misiles nucleares.
Associated Press[12]: 11 de diciembre de 2011.
TEHERÁN — El presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, ha anunciado hoy que su país ha tenido éxito en el enriquecimiento del uranio para la construcción de una docena de bombas atómicas. «Durante más de una década hemos sido presionados por occidente y el régimen sionista para que restrinjamos nuestros esfuerzos por continuar siendo una potencia libre. Gracias a nuestro éxito al llevar el poder nuclear a nuestra gente, hemos dado el siguiente paso en el camino de la independencia. El programa de enriquecimiento de Irán produce ahora suficiente uranio para armar una docena de misiles nucleares… Lo suficiente para aniquilar a los enemigos que amenazan nuestras fronteras. Occidente ya no intimidará nunca más a la gran nación del Islam. El movimiento sionista será eliminado de un solo golpe, y las potencias occidentales que ocupan Irak de otro».
La administración Obama ha respondido al anuncio iraní afirmando que el gobierno de Ahmadinejad sólo ha tenido éxito llevando a su gente por «un peligroso camino de autodestrucción».
El reciente incremento de popularidad de Ahmadinejad entre sus propios ciudadanos, alimentado por la violencia continuada en Irak, le ha permitido cambiar la constitución iraní y extender su presidencia.
EDIFICIO DE LA OFICINA DEL SENADOR DIRKSEN
Habitación SD-366
12 de diciembre de 2011
9:06 A.M. GMT-5
VISTA ANTE EL COMITÉ DE ENERGÍA Y
RECURSOS NATURALES
Senado de los Estados Unidos
Congreso 110
—La vista va a comenzar. —El presidente de la comisión, David Keller, echa una mirada alrededor, a la abarrotada sala, y el senador de California se recuerda a sí mismo no mirar directamente a las cámaras de C-Span[13]—. Me gustaría dar las gracias a todos los asistentes, especialmente a los senadores que han elegido reunirse hoy aquí con nosotros para la primera de una serie de reuniones que espero que nos conduzcan a un cambio real en el papel que la energía juega en nuestra economía global, el medio ambiente y la seguridad de nuestro país. A la luz de los recientes acontecimientos en Irán, no se me ocurre nada que pueda ser más importante.
»Las cuestiones en las que vamos a centrarnos hoy conciernen a las necesidades energéticas presentes y futuras tanto de los Estados Unidos como del resto del mundo, concretamente en lo que se refiere al petróleo y al gas natural. Si nuestros testigos compartieran con nosotros sus perspectivas sobre estas cuestiones en concreto, el comité y yo estaríamos agradecidos. Senador Poschner, creo que tiene algunas observaciones de apertura.
—Gracias, señor presidente, y gracias también a nuestros apreciados panelistas, que han anulado sus compromisos para poder estar en la sesión de esta mañana. —El senador republicano de Virginia se detiene para los aplausos y asiente a la mujer y a los cuatro hombres sentados en la mesa de los testigos, bajo el estrado principal. Se ajusta sus gafas de montura metálica y lee una declaración preparada—. Damas y caballeros, vivimos una época sin precedentes. La población mundial está creciendo al ritmo de un cuarto de millón de personas al día. Que seamos capaces de alimentar, vestir, educar, sostener y mantener a nuestra población, dependerá de nuestra habilidad para hacer frente a las demandas globales de energía.
»Poco ha cambiado durante los últimos veinte años. Los carburantes fósiles aún nos proporcionan suministros para el ochenta y cinco por ciento de nuestras necesidades energéticas, y el petróleo lidera la lista. Cada día, Estados Unidos consume aproximadamente veintidós millones de barriles de crudo, y esto representa un cuarto del consumo mundial total de noventa y cuatro millones de barriles diarios. Se espera que estas asombrosas cantidades se incrementen a un ritmo anual superior al dos por ciento, y que alcancemos los ciento siete millones de barriles de petróleo al día en el año 2020, mientras las economías de China, la India y otros países asiáticos continúan su aceleración sin precedentes como países industrializados…
Ashley Brown Futrell III, cariñosamente conocido entre sus familiares y amigos como «Ace», extiende su pierna izquierda bajo la mesa de los testigos. Con su uno noventa y cinco de altura y sus cien kilos de peso, el geólogo petrolero de cuarenta y cuatro años, que una vez fue estrella de fútbol de la universidad de Georgia, encuentra difícil permanecer sentado mucho tiempo en la misma posición. Su rodilla izquierda cruje como la gravilla bajo un tendón rotular dos veces reparado quirúrgicamente, y le duelen las articulaciones por su artritis crónica. Los días buenos puede recordar cada pase realizado durante su meteórica carrera universitaria. Los días malos, sólo el dolor.
Ace inclina la cabeza bruscamente hacia la derecha, y después de nuevo a la izquierda, hasta que la vértebra de su cuello encaja en su lugar. Entonces, metódicamente, se cruje cada nudillo, un dedo cada vez, mientras echa otra mirada rápida a su reloj.
«Nueve y diez. Aún quedan seis horas hasta mi llegada al aeropuerto Dulles. Una hora de vuelo hasta JFK, y después otra hora para recuperar mi equipaje y tomar un taxi que me lleve hasta la ciudad. Ocho horas… Ocho largas horas hasta tener a Kelli de nuevo en mis brazos. Se acabaron los viajes largos, Futrell, no importa lo que diga. Eso es todo».
Ace juguetea con su Blackberry, ojeando las imágenes almacenadas en su galería de fotos. Kelli y sus dos niños sonriéndole, desgarrándole el corazón. Ha pensado en su mujer todos los días durante sus viajes al extranjero, y lo peor siempre llega al final de cada jornada de dieciocho horas, cuando se tumba en su cama, solo, en alguna habitación de hotel, mirando el ventilador del techo, y preguntándose si ella estará bien. Veintitrés días atormentado por la culpa que le provoca haberla dejado. Al menos una docena de veces pensó en tomar el siguiente vuelo a casa, pero su esposa había insistido en que aguantara. Aquella noche, por fin, compartirían la misma cama (una suite en Central Park), antes de conducir hasta su hogar en Long Island al día siguiente para ver a sus hijos.
Comprobó su reloj de nuevo.
Ace había conocido a Kelli Doyle durante su primer año de universidad en Georgia… Él, el segundón quaterback suplente, de repente pasó a un primer plano y conquistó a la despampanante rubia con sonrisa de chica de pueblo y disposición de matón de bar de carretera. Kelli había sido una de las mejores jugadoras de los equipos femeninos de hockey y lacrosse, una dura competidora que disfrutaba humillando físicamente a sus oponentes. Su relación había durado casi hasta la graduación, cuando Ace había pasado por su «época gris». Kelli, siempre concentrada en el éxito, siguió adelante sin él. Seis años más tarde la llama volvió a encenderse entre ambos cuando se encontraron en un evento para recaudar fondos en Orlando. Dos meses después, se casaron.
Catorce años de matrimonio, la mayoría de ellos buenos. Una casa, coches, dos hijos maravillosos, dos trabajos bien pagados en un momento en el que la economía estaba aún en confusión… El sueño americano, que ahora estaba amenazado por aquel maldito bulto en su pecho izquierdo. Cirugía, quimio, y un respiro de seis meses antes de extenderse. La segunda ronda de quimio la había dejado sin fuerzas, pero… ¿había sido suficiente? Ace había querido cancelar su viaje, pero ella había insistido, prometiéndole buenas noticias cuando regresara.
«Tres largas semanas… nunca más. Los de PetroConsultants pueden despedirme si quieren. Hay muchos otros trabajos».
Se gira para mirar a los otros cuatro miembros del panel. Inmediatamente a su derecha está Ellen Wulf, directora asociada de la Administración de Información Energética, y a la derecha de ésta, Michael Bach-Marklund, socio mayoritario del Centro de Estrategia y Estudios Internacionales. Junto a él está Rodney Lemeni, economista representante de Chevron/Texaco, y a continuación Christopher Santoro, asesor de la Asociación de Investigación Energética de Cambridge. La AIEC es una organización afiliada a la empresa en la que trabaja Ace,
PetroConsultants, y ambas están bajo el paraguas del siempre en expansión Grupo Energético IHS.
«¿Crees que alguno de ellos tiene que pasar fuera de su casa veintidós semanas al año?».
El senador Poschner sigue hablando y hablando, con voz monótona.
—Escuchen estas estadísticas. China está añadiendo la demanda energética equivalente a un país, de media, cada dos años. El año pasado añadieron otros cuarenta y cuatro mil megavatios… más de lo que es capaz de producir nuestra mayor compañía eléctrica, y aun así experimentan cortes de suministro en el sesenta por ciento del país. Además, la India ha…
Ace se remueve de nuevo en su silla mientras espera que el senador masque el tiempo que le han adjudicado. Ha trabajado como ingeniero petrolífero para PetroConsultants durante quince años, y ya ha oído todo aquello antes… Las estadísticas, las advertencias, las recomendaciones, los debates sin fin. Nunca ha dudado de la sinceridad de los senadores presentes. No lo hace ahora, y tampoco lo hizo seis años antes, cuando testificó por última vez ante el recién instalado Congreso Democrático. Pero convencer a un comité para que actúe es muy diferente a pasar rozando la legislación, y la administración Obama había perdido algunos escaños muy valiosos a mediados del 2010.
«Quizá debería renunciar. No es que no lo haya pensado. Estoy seguro de que podría encontrar trabajo en alguna de las principales compañías petroleras… A menos que, por supuesto, queme el puente ahora mismo, aparte la cortina, le cuente al Congreso todo lo que sé… sí, como si fuera a servir de algo. La mayor parte de estos estúpidos reciben donaciones de campaña de aquellos que no van a sobrevivir a las elecciones del próximo año. Tú decides, Ace. Alimenta a tu familia, o húndete con un último destello de gloria…».
—Gracias, senador. Eso nos lleva a nuestro primer testigo del día. Ace Futrell es el administrador en Génova de PetroConsultants, ahora parte del Grupo Energético IHS. El equipo del señor Futrell ha estado recogiendo datos como parte del próximo informe que su organización está preparando sobre las reservas petrolíferas mundiales…
«¿Y en una universidad? Seguramente podría conseguir un trabajo decente como profesor. Por supuesto, tendríamos que recortas gastos. Dejar el coche, y olvidarnos del crucero Disney. Quizá podría coger algunos turnos de noche como cocinero en McDonald. Sería divertido. Acaban de subir el salario mínimo a 8.25 dólares. Eso debería ser suficiente para cubrir nuestra factura de la televisión por cable. ¿Y qué si no podemos permitirnos el seguro sanitario, o la matrícula de la universidad, o el campamento de verano?».
—Señor Futrell, sé que ha estado en el extranjero estas últimas semanas. El comité le agradece que haya postergado su viaje a casa para estar con nosotros esta mañana. ¿Señor Futrell?
«…o la gasolina, o la comida…».
—Oye, Ace, es tu turno —Ellen Wulf le da un golpecito en el hombro que lo lleva de vuelta a la realidad.
—Señor Futrell, le he preguntado si está preparado para testificar.
—¿Testificar? Sí, lo siento. Oh, y se pronuncia Fu-troll. —Ace se ajusta el micrófono y empieza a leer sus notas—. Señor presidente, senadores, es un honor para mí estar de nuevo con ustedes esta mañana. Se me ha pedido que desarrolle el tema de la producción global de petróleo, concretamente cuánto petróleo queda en las reservas mundiales. Acabo de volver de un largo viaje de campo en Medio Oriente y tengo conmigo los resultados preliminares de nuestros últimos datos, pero, antes de compartir esta información con el comité, creo que es importante que comprendamos algunas reglas básicas del juego. La primera es la ley fundamental de la energía, la Ley de Rendimientos Decrecientes. Cuando se instala la primera plataforma petrolífera sabemos muy poco sobre lo que puede producir un campo petrolífero, pero, para cuando se instala el último pozo, ya lo sabemos casi todo. El patrón es consistente y claro… Todas las reservas petrolíferas tienen su auge y caída en lo que M. King Hubbert, el padre de la geología del petróleo, descubrió que era una curva con forma de campana. El primer petróleo extraído de un pozo es la crema, la parte de más fácil acceso. Al final, la cuenca llega a su pico, y, a partir de ahí, la producción se aminora. Cuanto menor es el flujo, más difícil y costoso es extraerlo. Y sí, aunque la tecnología continúa incrementando el potencial a largo plazo de cada reserva, incluso la tecnología tiene sus limitaciones.
«Estás aburriéndolos, Futrell. No están aquí para resolver la crisis del petróleo, sólo para prolongarla».
—El pico petrolero es un término que se refiere a la parte superior de la Curva de Hubbert, el punto en el que el fruto aún se recoge con facilidad entre las ramas bajas del árbol. El EUR[14] petrolero es la cantidad de petróleo que aún queda bajo tierra. Resumiendo, senadores: se necesita energía para conseguir energía. En este caso, petróleo para recuperar petróleo. Si se necesitan dos barriles de petróleo para extraer diez barriles, lo haces. Pero si el campo está en decadencia, y sólo puedes recuperar dos barriles, o menos, de esos dos barriles utilizados, no puedes seguir extrayendo, no si la energía que obtienes es negativa respecto a la energía invertida. Recuerden esto, senadores, porque significa que nos quedaremos sin petróleo mucho antes de que la última gota sea sacada del suelo.
»Hubbert predijo correctamente que la producción de petróleo crudo de los Estados Unidos tendría su pico entre 1966 y 1972. El pico real ocurrió en 1970, aunque fue necesario un año más antes de que el hecho se hiciera evidente. Desde entonces, hemos pasado de ser el mayor productor de petróleo a su mayor importador, un papel que ahora está siendo desafiado por China. Aunque aún tenemos reservas activas en el Golfo de México, para la mayor parte del suministro doméstico americano está casi terminado.
»¿Y qué pasa con el resto del mundo? Hubbert predijo que el pico petrolero mundial tendría lugar entre los años 2000 y 2005. ¿Lo hemos alcanzado? Sin duda. Desde el año 2003 no ha sido descubierta ni una sola zona de captación nueva que exceda los 500 millones de barriles. De acuerdo, entonces, ¿cuánto queda? Eso es un poco más difícil de predecir, dado que las compañías nacionales que exportan petróleo tienden a operar en secreto y con mentiras. Kuwait, por ejemplo, mintió recientemente en el informe de sus reservas para proteger sus cuotas de producción con la OPEP, una práctica común entre los países productores. Las compañías petroleras son igual de dañinas. Como tienen que pagar impuestos sobre las reservas, tienden a documentar nuevos descubrimientos en los viejos campos, una práctica que mantiene los precios pero que hace poco por las necesidades energéticas mundiales. Hace seis años, los ejecutivos de Shell tuvieron que dimitir después de que falsearan los números de las reservas petrolíferas ante los accionistas en cuatro mil millones de petróleo… Un «error de cálculo» estimado en ciento treinta y seis mil millones de dólares.
Ace baraja sus notas.
—Aquí hay algunos hechos que tienen un importante papel en la ecuación. Nuestra especie usa mil millones de barriles de petróleo cada diez días. Estados Unidos es responsable de un veinticinco por ciento de esa demanda. Aunque la administración Obama ha establecido políticas para conservar la energía y elevar al máximo los niveles de gas, mientras se reducen los gases con nocivos efectos invernaderos, los nuevos parámetros no tendrán efecto hasta el 2016. Mientras tanto, se espera que la demanda americana de petróleo, así como de gas natural y carbón, aumente otro cuarenta por ciento durante los próximos veinte años, y no somos los únicos. Como el senador Poschner ya ha mencionado, la demanda de energía de Asia, especialmente de China y la India, es gigantesca. Antes de 1990, las necesidades energéticas de China crecieron sólo la mitad de rápido que su producto nacional bruto, pero durante los últimos cinco años se ha producido un repentino aumento en la economía de China que ha provocado que su consumo de energía se cuadruplique. Nosotros hemos contribuido a esa variable, nuestras importaciones han jugado un papel fundamental en la movilización de la fuerza de trabajo china. Concretamente, es preocupante el reciente cambio en China del carbón al petróleo y el gas natural, un cambio que era necesario por los efectos de las emisiones de dióxido de carbono que han reducido la calidad del aire en las principales capitales. Como resultado, la demanda de China ha crecido de los catorce mil barriles al día en 2004, a sus niveles actuales de diecinueve millones de barriles, una cifra casi equivalente a la de Estados Unidos. Cuando uno piensa que la población china, mil cuatrocientos millones de personas, es cuatro veces mayor que la nuestra, no puede evitar preguntarse hasta dónde puede subir su demanda al final. Y como Estados Unidos, China recibe la mayor parte de su importación de petróleo de Arabia Saudí, seguida por Irán, Venezuela y Sudan.
—No es un secreto que estamos en competición directa con los chinos, señor Futrell —le interrumpe el presidente Keller—. Lo que a este comité le gustaría saber es cuánto petróleo queda, concretamente en Arabia Saudí, que parece ser el único país productor de petróleo que puede sustentar el incremento de la demanda global.
Ace asiente.
—Arabia Saudí es la clave, de eso no hay duda. Poseen cinco campos clasificados como extra-grandes, varios de los cuales llevan activos desde hace casi sesenta años. Ghawar es el campo petrolífero más grande del mundo, y está compuesto por varios extra-grandes. Tiene doscientos ochenta kilómetros de largo y entre veinticinco y treinta de ancho, y lleva activo desde 1951. Según reconocen los saudíes, establecen los parámetros de mantenimiento de sus pozos en una tasa de recuperación del setenta y cinco por ciento… la más alta, con diferencia, de la industria.
—Ayer, el comité escuchó una presentación expuesta por el señor Nansen Saleri, el director de Saudi Aramco[15] —interrumpió el presidente de nuevo—. De acuerdo con el señor Saleri, los saudíes han explotado y cerrado campos que podrían hacer frente a la demanda mundial hasta el 2054. Por la mirada que veo en su rostro, usted no parece convencido.
—No, señor, no lo estoy, y no soy el único. A pesar de sus gestos públicos, la familia real ha tomado medidas drásticas contra las inspecciones extranjeras de ambos pozos y tanques petrolíferos. Como resultado, nuestros datos reflejan cantidades de la cuenca que están, como mínimo, anticuadas. Y en cuanto a esos campos cerrados… Llevo escuchando esa cantinela durante años. En estos momentos, si la Casa de Saud me dijera que el pronóstico del tiempo en el desierto es cálido y soleado, seguramente me llevaría un chubasquero.
La afirmación envía una sonrisa a los rostros de los asistentes.
«Bien hecho, tontorrón. La industria de la comida rápida puede servirse de un hombre como tú…».
El senador republicano Bob Prichard, un partidario acérrimo de Texas de la industria petrolera, no parece divertido.
—Le recuerdo, señor Futrell, que la Casa de Saud ha sido amiga y aliada de este país durante más de sesenta años. Además de ser nuestro principal proveedor de petróleo económico, han demostrado ser una influencia estabilizadora entre el resto de países de la OPEP, así como una de las pocas regiones de Medio Oriente que apoyan nuestra guerra contra el terrorismo.
«También fundaron la enseñanza del Islam radical, odian a los occidentales y diecinueve de sus ciudadanos secuestraron nuestros aviones. Ah, pero ¿qué son un par de miles de civiles muertos entre amigos…?».
—Le pregunto, señor, y para que conste, ¿está en posesión de alguna prueba física que refute la información presentada por Saudi Aramco?
—¿Prueba física? No, senador, pero aun así…
—Gracias, señor Futrell.
Ace aprieta los dientes, negándose a ceder.
—Senador, me ha invitado aquí para testificar, no para debatir sobre política. PetroConsultans acepta el hecho de que los países del tercer mundo han exagerado rutinariamente las reservas de petróleo. Durante el último año se descubrió que Venezuela, Dubai, Irán e Irak mentían. No estoy seguro de que nosotros seamos demasiado distintos. Después de todo, ¿cuántos miles de millones de dólares de las ayudas a Nueva Orleáns fueron desviadas en secreto para reconstruir las plataformas petrolíferas dañadas por el huracán Katrina?
«Ups, eso se me ha escapado».
Ace le devuelve la mirada al senador.
La conversación se pausa mientras el rostro del senador Prichard se vuelve de un profundo rojo.
—Señor presidente, solicito que se supriman esos comentarios para la emisión pública. Eso no tiene ninguna relación con el tema tratado en esta vista.
—Senador, mi intención era…
El presidente Keller lo interrumpe.
—Creo que le hemos entendido, señor Futrell. Por favor, concluya su testimonio con sus cifras definitivas.
Ace toma aliento profundamente, pero su presión sanguínea se niega a estabilizarse.
—Un comentario final, si me permite, señor presidente, para que conste. Aunque el comité finalmente promulgue medidas para reemplazar parte del cuarenta por ciento del petróleo utilizado en la generación de energía con gas natural, carbón, nuclear, o alguna otra forma de energía alternativa, actualmente no existen soluciones a corto o largo plazo para remediar nuestras necesidades ganaderas y de transporte. Déjenme ser cristalinamente claro: sin el petróleo usado en fertilizantes y pesticidas, la producción de los campos de maíz caería de ciento treinta celemines por acre a treinta. Lo mismo podría aplicarse al resto de cosechas, incluyendo el grano necesario para alimentar al ganado. Es la gasolina la que mueve los tractores industriales que permiten que un dos por ciento de nuestra población alimente a trescientos millones de personas, y es la gasolina la que lleva estos artículos perecederos a los mercados. Cuando el petróleo deje de fluir, la población empezará a sufrir hambrunas… y esto, senador, es un hecho. El único modo de remediar esta pesadilla es invertir ahora en energías renovables y promulgar cambios políticos que reemplacen radicalmente la infraestructura de nuestro país, algo que requerirá un lapso de tiempo de diez años. En opinión de muchos expertos, estas medidas deberían haberse adoptado mucho antes.
El presidente Keller espera a que muera el aplauso de los asistentes.
—Sus recomendaciones serán debidamente anotadas. ¿Su estimación?
Ace saca un sobre cerrado de su maletín.
—Señor presidente, senadores, basándonos en todos los indicadores disponibles, incluyendo el reciente agotamiento de los campos del Mar del Norte, el colapso del campo Burgan de Kuwait y el decremento del treinta y cinco por ciento de la producción del extra-grande Cantrell, en México, PetroConsultants estima que los niveles mundiales de petróleo alcanzaron su pico en el verano del 2005, exacerbados, en parte, por las inesperadas pérdidas de los principales pozos iraquíes y por los ataques de los insurgentes sobre los oleoductos durante la segunda guerra del Golfo. Basándonos en la demanda actual y proyectada, la guerra que está teniendo lugar en el Medio Oriente, el patrón continuado de huracanes que están azotando el Golfo de México con una ferocidad cada vez mayor y los potenciales ataques terroristas que amenazan los oleoductos clave, anticipamos que el mundo agotará todas sus reservas de petróleo en el año 2017.
El silencio cae en la sala, seguido por una docena de conversaciones paralelas.
—¿Seis años, señor Futrell?
Ace asiente.
—O quizá, señor presidente, incluso antes.
«El secretario Rumsfeld declaró, además, que durante la mañana del 11-S había dado una conferencia ante los miembros del Congreso, en el Pentágono, en la cual les advertía que esperaran lo inesperable en cuanto a futuros ataques terroristas. Poco después de eso le entregaron una nota en la que se le informaba de que la Torre Norte había sido golpeada. A continuación, se le hizo saber que la segunda torre había caído. Y afirma que continuó con su charla hasta que el Pentágono fue atacado a las 9:38. Esto no tiene sentido. Si el secretario de Defensa estaba reunido con los congresistas conferenciando sobre ataques terroristas por sorpresa cuando se le informó de que dos aviones habían golpeado ambas Torres World Trade, es imposible creer que continuara con su presentación sin reaccionar ante este "inesperado" ataque terrorista. El hecho de que ningún miembro de la comisión del 11-S haya examinado sus afirmaciones clama al cielo».
Michael Kane, Elephants in the Barracks: The Complete Failure
of the 9/11 Commission.
«Lo más importante para nosotros es encontrar a Osama bin Laden. Es nuestra prioridad número uno, y no descansaremos hasta que lo encontremos».
Presidente George W. Bush, 13 de septiembre de 2001.
«No sé dónde está. No tengo ni idea, y en realidad no me importa. No es tan importante. No es nuestra prioridad».
Presidente George W. Bush, 13 de marzo de 2002.