Agradecimientos

Soy consciente de que pocos lectores se molestan en leer los agradecimientos, lo que resulta bastante triste, ya que los autores tenemos pocas oportunidades de dar las gracias a las muchas personas que hacen posible nuestra creación. Los miembros de toda la familia sacrifican sus rutinas para que los autores podamos disponer del lujo del tiempo para escribir. Por el jardín descuidado, las reparaciones pendientes, las alfombras sin sacudir y el desorden, ¡os doy las gracias!

Gracias a Michael, que no para de decir «¿Y ahora qué?» o, más a menudo, «¿Qué significa esta chorrada?». Todo escritor necesita un crítico sincero e incondicional que exprese sus opiniones de forma constructiva, de modo que es una suerte que Mike siempre me haya cubierto las espaldas y haya cuestionado mis ideas preconcebidas.

Gracias a Damian que, a pesar de la enfermedad y debilidad, sigue en la brecha con su pasión por la historia y su curioso pensamiento lateral. A veces, con una sencilla observación, afina mi punto de vista o me muestra un nuevo camino. A los dos nos encanta la oscuridad, lo estrambótico y la naturaleza incómoda e intransigente de la verdad, y todo ello tiene cabida en este libro.

A Pamela Guy, una pariente lejana y amiga muy leal, gracias por tu gran corazón, tu apoyo inquebrantable y tu tarta de harina de almendra durante las largas conversaciones sobre qué hacer a continuación. Como «ticera», palabra del argot de los profesores para designar a una compañera de profesión, ha visto con sus propios ojos mi pasión por la historia, la literatura y la belleza pura del saber e investigar. ¡Te quiero, Pam!

Y todo el equipo editorial de Londres. Mi agente, Dorie Simmonds, pidió los diez primeros capítulos de esta novela y después me machacó hasta sacarme un plan con mis intenciones con la trilogía. ¡Bendita sea! Como Michael, es un estímulo encantador y delicado que siempre tiene la palabra exacta. Cuento con su gran profesionalidad y agradezco su enorme talento.

Jane Morpeth, directora general de Headline, es una genio, pura y llanamente. Un puñado de preguntas sueltas y desata mi imaginación. Elegante y cultísima, domina mi pensamiento cuando estoy dando a los manuscritos su forma definitiva. «¿Le gustará esto a Jane?», me pregunto. Probablemente debería avergonzarme de reconocer una admiración tan descarada, pero la gente no llega tan lejos como Jane en el negocio editorial sin un gran talento. Confío en que este libro satisfaga sus expectativas y mis promesas.

A mi nueva editora en Headline, Clare Foss, que me anima cuando estoy decaída con su entusiasmo y apoyo. Con unas pocas frases certeras, me guía para que piense en todas las ramificaciones de lo que hago. Te doy las gracias, Clare.

Y a la gente de Headline que saca el trabajo adelante: Nancy, Kate, Emily, Angie y los demás. Todos son trabajadores brillantes y profesionales que convierten mis manuscritos en algo más sustancial que mis sueños iniciales. Vestís con carne auténtica y adornada los huesos de mi imaginación. Limpiáis la piel, plancháis los poros, mostráis la cara de la novela al mundo y gritáis sobre su valor. Yo solo la escribo y, sin vosotros, me costaría alcanzar el éxito. Sé que en Headline hay muchas más personas que me han ayudado, de modo que perdonadme si no os he citado. La verdad es que nadie leería una sola palabra mía sin todos vosotros.

Intento recordarme a diario la suerte que tengo, en el amor, en mi capacidad para escribir y en el reconocimiento que he recibido. La gratitud y la humildad son las únicas curas para la soberbia, un vicio tan peligroso hoy en día como en la época de Myrddion. Vortigern, Ambrosio y Úter Pendragón padecían de soberbia y pagaron un precio muy alto por sus pecados. Señor de la Luz, líbrame de las tentaciones tal y como tú esquivaste sus alabanzas.

MARILYN HUME,
abril de 2010