Notas

[1] En el original, juego de palabras con la palabra inglesa bond, que además del significado «bono», «valor», tiene el de «enlace químico». (Nota de la t.) <<

[2] La ley permitía a las entidades de ahorro y crédito vender sus préstamos hipotecarios y poner el dinero en movimiento para obtener beneficios más elevados, frecuentemente comprando los préstamos baratos efectuados por otras cajas de ahorros. Las cajas de ahorros sencillamente se intercambiaban las carteras de créditos. Las enormes pérdidas de las ventas (las cajas vendían préstamos a sesenta y cinco centavos el dólar, que originalmente habían hecho a la par, o a cien centavos el dólar) podían así ocultarse. Una nueva normativa contable permitía a las cajas amortizar las pérdidas durante la vigencia de los préstamos. Por ejemplo, las pérdidas que los libros de la caja de ahorros mostraría el primer año después de la venta de un crédito pagadero en treinta años, cuyo valor había descendido en un treinta y cinco por ciento, estaba ligeramente por encima del uno por ciento: 35/30. Pero lo mejor era que la pérdida podía ser compensada por cualquier impuesto que la caja hubiera pagado durante los diez años anteriores. Una vez conocidas las pérdidas, el Internal Revenue Service (IRS) devolvía el importe de los antiguos impuestos a las cajas. Para las cajas, lo esencial era generar montones de pérdidas que mostrar al IRS; entonces ya era fácil. Para recuperar el dinero de los impuestos antiguos sólo tenían que vender los préstamos incobrables; y ésa es la razón por la que las cajas de ahorros diesen cualquier cosa por vender sus préstamos. <<

[3] Vender al descubierto el stock de Salomon habría sido un verdadero ganador; y, al mismo tiempo, un perdedor. El precio de las acciones descendió casi en línea recta de cincuenta y nueve a treinta y dos dólares antes de la quiebra de octubre de 1987, a pesar de las predicciones de otras sociedades de valores, que, notablemente, eran First Boston y Drexel Burnham, de que el stock de Salomon era una espléndida inversión. Después del crac, descendió a dieciséis dólares. <<

[4] «Se necesitan otros siete astronautas». (Nota de la t.) <<

[5] Una de las proezas financieras de Alexander se menciona de forma distorsionada en el meollo de La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe. Wolfe describe a su protagonista, Sherman McCoy, metiéndose en líos con los bonos del gobierno francés respaldados por oro, los llamados bonos Giscard. Alexander fue el primero en descubrir que el bono Giscard estaba mal valorado y, en lugar de meterse él en líos, ganó muchos millones de dólares explotando ese error de valoración. <<

[6] Dado que Wasserstein, asesor de Perelman, trabajaba para nuestro competidor, First Boston, era increíble que se hubiera concebido un trato por el cual éste dejaría el First Boston para dirigir Salomon Brothers si Perelman resultaba vencedor. Parece más verosímil sabiendo que Wasserstein estaba muy descontento en el First Boston. El siguiente mes de enero, dimitió para abrir su propia compañía, Wasserstein, Perella & Co. Allí tuve la oportunidad de preguntarle acerca del increíble rumor. Es un hombre enérgico, que siempre mira de frente y nunca farfulla. Pero en cuanto oyó la pregunta bajó los ojos y el tono de su voz. A continuación me dio la siguiente respuesta: «Nunca supe cómo empezaron los rumores. ¿Cómo iba a ser cierto? Yo estaba en Japón en cuanto la oferta se anunció». <<

[7] El control volvió a manos de Gutfreund en 1984, cuando, después de la sólida actuación de Salomon y la proximidad del colapso de la Phibro, convenció al consejo de administración de que despidiera a David Tendler, el presidente de la Phibro. Así, Gutfreund ascendió de presidente de la filial, Salomon Brothers, a presidente de la casa matriz, Phibro Salomon, que, por consiguiente, se llamó Salomon Inc. <<

[8] Este cambio en la política de la empresa indujo a Henry Kaufman a presentar su dimisión a principios de 1988. <<

[9] La mayor parte del personal de bonos municipales fue engullida por Dean Witter, el cual despidió después a su propia gente. <<

[10] Nunca se averiguó quién había sido el culpable. Lo último que me dijeron, en octubre de 1988, es que la búsqueda continuaba. <<

[11] Esto era absolutamente cierto. Al final del año, ningún gerente presentó su dimisión. Tom Strauss cobró 2,24 millones de dólares. Bill Voute, 2,16 millones de dólares, y tal vez lo más asombroso fue que Dale Horowitz, jefe de un departamento que había desaparecido y en buena medida responsable de que nos metiéramos en lo de Columbus Circle, cobró 1,6 millones de dólares. Sin embargo, Gutfreund renunció a su propia prima y se pagó a sí mismo sólo 300 000 dólares de sueldo y 800 000 dólares más como bonificación atrasada. En lugar de la prima, recibió trescientas mil acciones en opciones, que, mientras escribo estas líneas, tienen un valor superior a los tres millones de dólares. <<

[12] Irónicamente, según me enteré más tarde, Southland debería haber sido un éxito arrollador y a la larga revivió. Pero mi escepticismo ante nuestras habilidades con los bonos basura no era injustificado. A mediados de 1988, la primera adquisición multimillonaria con apalancamiento de Norteamérica, patrocinada por Wall Street, fue a la quiebra. La cadena de drugstores Revco, que había sido comprada por su propia dirección con dinero de bonos basura suministrados por Salomon Brothers, presentó suspensión de pagos solicitándola al capítulo 11 de la Ley norteamericana. <<

[13] Esto no funcionó. Como explicaba John Gutfreund a nuestros asediados accionistas en el informe anual de 1987: «Al honrar nuestro compromiso con nuestro cliente y continuar adelante con nuestra suscripción de British Petroleum después de la caída, la firma incurrió en una pérdida de 79 millones de dólares antes de impuestos». <<