THOMAS R. MURCHISON, alias EL TEXANO

Las Cruces (Texas), 1923-Penal de Walla Walla (Oregón), 1979

La vida de Murchison estuvo marcada desde temprano por el presidio. Estafador, ladrón de coches, ventajista, camello, recorrió todo el variado espectro de la delincuencia sin especializarse en ninguna disciplina específica. No fue la ideología la que lo aproximó a la Hermandad Aria sino sus constantes estadías en la cárcel y su desmedido afán de supervivencia. De complexión endeble y de carácter poco dado a la violencia necesitó del grupo si quería seguir viviendo. Nunca fue un jefe pero le cupo el honor de poner en pie la primera revista literaria de dicha agrupación a la que siempre definió como «sociedad de caballeros del infortunio». En 1967, en la cárcel de Crawford, Virginia, vio la luz el primer número de Literatura entre Rejas, cuyos directores eran Markus Patterson, Roger Tyler y Thomas R. Murchison. La revista, de cuatro páginas formato tabloide, ofrecía además de cartas, noticias internas de la prisión y del condado de Crawford, algunos poemas (más bien letras de canciones) y tres cuentos. Los cuentos llevaban la firma de el Texano y fueron ampliamente celebrados: de carácter burlesco y fantástico, sus protagonistas eran presidiarios o ex presidiarios de la Hermandad que luchaban contra las Fuerzas del Mal, encarnadas por políticos corruptos o por alienígenas llegados del espacio exterior hábilmente camuflados de seres humanos.

La revista fue un éxito y el ejemplo, pese a las reticencias de algunos funcionarios, se extendió por otras prisiones. La dilatada y en gran medida infortunada carrera delictiva de Murchison hizo que éste colaborara en la mayoría de ellas, ya como miembro activo del consejo de redacción o como corresponsal en otras prisiones.

En los escasos períodos de libertad que disfrutó apenas si leía el periódico y procuraba no relacionarse con expresidiarios pertenecientes a la Hermandad. En la cárcel leía a Zane Grey y a otros autores de novelas del oeste. Su autor favorito era Mark Twain. En cierta ocasión escribió que su Mississippi eran los calabozos y los penales. Murió de un enfisema pulmonar. Su obra, dispersa en revistas, consta de más de cincuenta relatos cortos y un poema de 70 versos dedicado a una comadreja.