Había un juego de ordenador, me lo dieron,
uno de mis amigos me lo dio, él jugaba,
dijo, es genial, deberías jugar,
y lo hice, y lo era.
Lo copié del disquete que me dio
para cualquiera, quería que todo el mundo lo jugara.
Todo el mundo debería pasárselo así de bien.
Lo envié por la red a tablones de anuncios
pero principalmente se lo envié a todos mis amigos.
(Contacto personal. Así es como me lo habían dado a mí.)
Mis amigos eran como yo: a algunos les daban miedo los virus,
alguien te daba un juego en un disquete y a la semana siguiente o en viernes 13
te reformateaba el disco duro o te corrompía la memoria.
Pero éste nunca lo hizo. Éste era segurísimo. Empezaron a jugar:
cuanto mejor juegas más difícil se vuelve el juego;
quizá no ganes nunca pero puedes llegar a ser bastante bueno.
Yo soy bastante bueno.
Por supuesto que tengo que pasar mucho tiempo jugando.
También lo pasan mis amigos. Y sus amigos.
Y las personas que te encuentras, las ves,
que andan por las autopistas viejas
o hacen cola, lejos de sus ordenadores,
lejos de las salas de juegos que surgieron de la noche a la mañana,
pero que lo están jugando en su cabeza mientras tanto,
combinando formas,
cavilando sobre curvas, poniendo colores junto a colores,
girando señales hacia secciones nuevas de la pantalla,
escuchando la música.
Claro que sí, la gente piensa en él, pero sobre todo lo juega.
Mi récord son dieciocho horas seguidas.
40.012 puntos, 3 fanfarrias.
Juegas a pesar de las lágrimas, el dolor de muñeca, el hambre, después de un rato
todo desaparece.
Todo menos el juego, debería decir.
Ya no me queda sitio en la mente; sitio para otras cosas.
Copiamos el juego, se lo dimos a nuestros amigos.
Transciende el lenguaje, ocupa nuestro tiempo,
a veces creo que últimamente me olvido de cosas.
Me pregunto qué le pasó a la TV. Antes había TV.
Me pregunto qué pasará cuando me quede sin comida enlatada.
Me pregunto adónde ha ido toda la gente. Y entonces me doy cuenta de que
si soy lo bastante rápido, puedo poner un cuadrado negro junto a una línea roja,
duplicarlo y hacerlos girar para que ambos desaparezcan,
duplicarlo y hacerlos girar para que ambos desaparezcan,
despejando el bloque izquierdo
para que suba una burbuja blanca…
(Así que ambos desaparecen.)
Y cuando la electricidad se apague para siempre entonces
lo jugaré en la cabeza hasta que me muera.