Lincoln Child desea dar las gracias a Bruce Swanson, Mark Mendel, Pat Allocco, Chris y Susan Yango, Jerry y Terry Hyland y los doctores Anthony Cifelli, Norman San Agustín y Lee Suckno por su amistad y ayuda. Gracias, como siempre, al agente especial Douglas Margini por sus consejos sobre Nueva York, New Jersey y todo lo relacionado con las fuerzas de seguridad de ámbito nacional. Gracias a Jill Nowak por su luminosa lectura del texto. Mi agradecimiento a Bob Przybylski por la obtención de varios datos sobre armas de fuego. Gracias también a monseñor Bob Diacheck por leer y comentar el manuscrito. Gracias a mi familia, nuclear y extensa, por aguantar a un escritor excéntrico, y en especial a mi mujer Luchie y mi hija Verónica por su amor y su apoyo.
Douglas Preston está en deuda con Alessandro Lazzi por su amable invitación a presenciar la caza del jabalí en su finca de los Apeninos toscanos. Mi agradecimiento a Mario Spezi por haberme suministrado muchos datos útiles sobre el funcionamiento de los carabineros italianos y sobre la investigación criminal en general. Quisiera expresar mi gratitud a Mario Alfiero por haberme ayudado con el dialecto napolitano. Algunos escenarios de la novela no habrían sido posibles sin la amable ayuda de mucha gente, en especial de la familia Cappellini, propietaria del magnífico Castello di Verrazzano, en Greve, de la familia Matta, titular de Castello Vicchiomaggio, y de los monjes de La Verna y Sacro Speco (Subiaco). Vaya mi agradecimiento, asimismo, a Niccolò Capponi por su extraordinaria ayuda, y a nuestro traductor italiano, Andrea Cario Cappi, por sus consejos y su apoyo. Agradezco a Andrea Pinketts que nos haya prestado su ilustre nombre. Por último, pero no menos importante, vuelvo a dar las gracias a mi familia, que se merece todas las del mundo: Isaac, Aletheia, Selene y Christine.
Y, como siempre, nuestra especial gratitud a quienes hacen posibles las novelas de Preston y Child: Jaime Levine, Jamie Raab, Eric Simonoff, Eadie Klemm y Matthew Snyder.
Para acabar, queremos pedir disculpas de cada mala interpretación de la escritura de Wayne P. Buck, o de la aplicación incorrecta de la proporción áurea del profesor Von Menck. Todas las personas, departamentos de policía, corporaciones, instituciones, agencias gubernamentales y lugares estadounidenses e italianos mencionados en esta novela son ficticios o utilizados de manera ficticia.