—Vaya, qué curioso.

Siempre se puede confiar en que Corey dirá algo justo cuando más deseas que cierre el pico. Patrick se había ido, pero Logan seguía allí. Le lancé a Corey una mirada de advertencia pero él hizo caso omiso.

—O sea, ese tío jamás se ha dignado a sentarse con nosotros —sus palabras rezumaban desaprobación, y lo vi intercambiar miradas con Jane y después con Logan. Todo demasiado conspirativo para mi gusto.

Sobre todo porque yo no formaba parte del círculo de confianza.

Me encogí de hombros.

—Esta semana está llena de novedades —me sonó el móvil, interrumpiendo la réplica de Corey—. Salvada por el teléfono —sonreí mientras respondía—. ¿Sí?

—Hola, Mackenzie, soy Tim —me quedé en blanco. Traté de recordar si conocía a alguien llamado así. Si algún «Tim» del instituto quería hablar conmigo, ¿por qué no se acercaba a mi mesa? A menos que se tratase de algún acosador asqueroso que se hubiera hecho con mi número de móvil. Y teniendo en cuenta las peticiones de amistad que se acumulaban en mi buzón de Facebook, la idea no era tan descabellada.

«Tim», vocalicé sin sonido mirando a Corey y a Jane con expresión de extrañeza. Y entonces caí en la cuenta. Claro, Timothy Goff: la superestrella de rock. Mi vida es una locura.

—Hola, Tim —di un bote en el asiento—. ¿Qué tal?

—Bien. Mira, tenemos la noche libre y… Bueno, mañana nos vamos a Los Ángeles porque… Tenemos programada una entrevista en el programa de Ellen antes de dejar listos algunos temas de nuestro próximo CD… —lo oí suspirar exasperado—. Me estoy explicando fatal. Me preguntaba… ¿crees que Corey está libre?

—¿Libre? —repetí.

—Dios, qué mal lo estoy haciendo. Es patético. Solo falta que le pase a Corey una nota con tres casillas para que marque cuánto le gusto. Finjamos que esto no ha pasado, ¿quieres?

—Poco a poco —dije, tratando de dosificar la información.

—Ya sé que voy muy deprisa, pero como me marcho enseguida, tendría que abordarlo cuanto antes. Pero se me está yendo la olla, ¿verdad? Seguro que sale con alguien. ¡A lo mejor tiene novia!

—Mmm, no hay n-nadie —farfullé, intentando asimilar la idea de que una estrella de rock me estuviera pidiendo consejo sobre su vida amorosa—. Está solo.

—Oh —eso lo dejó sin palabras un segundo—. Entonces crees que podría estar interesado…

—Creo que decir «interesado» sería quedarse corto.

Sonreí abiertamente a Corey, que estaba, al igual que Jane, pendiente de todas y cada una de mis palabras.

—¿En serio? —parecía sorprendido, aliviado y complacido al mismo tiempo—. Pensaba que quizás él… pero no estaba seguro —calló un momento mientras mis palabras calaban en su flujo de ideas—. Gracias, Mackenzie. Tuve un presentimiento contigo desde el instante en que nos conocimos.

Me reí.

—¿Ah, sí? ¿Y qué presentimiento fue ese?

—Que estaba ante la típica chica que ignora lo fantástica que es en realidad.

—Eh, que me voy a sonrojar —dije, divertida al notar que tenía las mejillas aún más rojas que cuando Patrick había tonteado conmigo. Quizás porque sabía que Tim no albergaba segundas intenciones. Es mucho más famoso, brillante y popular que yo. De modo que cuando dice que soy fantástica, me siento inclinada a creer que habla en serio.

Sonó el timbre de aviso. Faltaban cinco minutos para las clases.

—Oye, tengo que dejarte. Hablamos luego, Tim.

Corté la comunicación y me di media vuelta. Todo el mundo me estaba mirando. Hasta Logan había perdido su expresión impertérrita. Con razón: no sucede a diario eso de que una estrella de rock le pregunte a una pringada por su mejor amigo.

Pese a todo, no pensaba revelarle a Corey, ni a nadie, lo que Tim me había preguntado. Mi amigo merecía oírlo por boca de Tim, cuando este reuniese el valor necesario para llamarlo.

—Y bien, Mackenzie —Melanie rompió aquel silencio de estupefacción—. ¿Todavía piensas ir a la fiesta?

Recordé lo que me había dicho mi madre a la hora del desayuno. Eso de que debía comportarme como una adolescente de vez en cuando.

—Sí —respondí. Llevada por un impulso repentino, decidí tirar la casa por la ventana. Sonreí de oreja a oreja a Melanie, a Rachel y a las otras dos chicas nuevas, Isobel y Claire—. Si a Corey no le importa llevarnos a la fiesta, podéis venir a mi casa a arreglaros.

Corey asintió con un gesto mientras yo arrancaba un trozo de papel de la libreta y anotaba mi dirección y mi número de móvil. Se lo tendí a Melanie.

—Necesitaré vuestra ayuda para no salir de casa hecha unos zorros —bromeé, aunque era consciente, mal que me pesase, de que tenía muchos números de acabar así. Cogí los libros—. Logan, te veo después de clase.

—Quedamos en el aparcamiento.

No dijo nada más. Spencer lo llamó a gritos y se perdió entre la multitud.

Advertí que Isobel suspiraba y a duras penas me resistí a decir: «Ya lo sé». Si bien una vocecita gritaba en mi cabeza: «Es un POPULAR», no por eso dejaba de reparar en su atractivo. De manera que sí, entendía a qué se refería Isobel.

Bastante tenía yo como para empezar a obsesionarme con Logan, o con cualquier otro chico… a menos que fuera Patrick.

Estaba a punto de echar a andar hacia la clase de Legislación avanzada cuando Jane me tiró de la chaqueta.

—Kenzie, todo va bien, ¿no? ¿No tenemos que preocuparnos por ti ni nada?

Mis amigos son geniales.

—En absoluto —le aseguré—. Lo tengo todo controlado.

Tuve que correr de aula en aula para conseguir los apuntes que me había perdido durante mi breve descanso. A veces es un asco ser tan responsable. Me sentía culpable por hacer esperar a Logan… hasta que vi a Chelsea haciéndole compañía. Seguro que él estaba encantado de poder contemplar sus, ejem, atributos sin que yo anduviese cerca.

Se interrumpieron al instante cuando advirtieron mi presencia.

—Perdona el retraso —le dije a Logan. Me sentí como una carabina.

Chelsea se volvió hacia mí y yo me quedé esperando a que dijera algo desagradable. Algo como: «No pasa nada, no te hemos echado de menos». Las chicas como ella dicen cosas así cada dos por tres; pero no lo hizo. En vez de eso, cambió el ceño por una sonrisa exagerada.

—¡Hola, Mackenzie! —¡me abrazó! Me quedé tan sorprendida que no me aparté. Permanecí donde estaba—. ¡Tenemos que hablar de la fiesta de esta noche! ¿Quieres que nos arreglemos juntas?

No, tampoco me esperaba aquello.

—Yo… esto, ya he quedado —respondí con dulzura, por si era la primera vez que alguien declinaba una invitación suya—. Lo siento.

—Ah, no pasa nada —hizo un gesto desdeñoso con la mano, como si ya se lo esperara—. Pensaba que a lo mejor necesitabas compañía. En fin —le lanzó a Logan una mirada muy expresiva que me sentó como un tiro—. Os veo luego —abrió la portezuela de su propio coche y se sentó en el interior, pero antes nos gritó—: ¡Que os vaya bien la clase!

Esperé hasta que se hubo alejado.

—Vaya, eso ha sido raro.

Logan se encogió de hombros.

—Más raro es verte en YouTube. Tantas fiestas y famoseo… Me sorprende que aún quieras darme clases.

Medité sus palabras. Tenía razón: a lo mejor podría usar la fama para ganar dinero. Pero yo no soy así.

—No creo que deje de trabajar —le dije.

—Pero podrías —replicó con tanta naturalidad que me pregunté si no sería él quien quería cancelar las clases; tal vez fuera esa su manera de insinuármelo—. El vídeo del concierto tiene muchísimas visitas.

—Quieren ver a Tim, no a mí. Yo jamás me dedicaría a cantar. No en plan profesional, con giras y conciertos. Si Corey no me hubiera empujado, ni siquiera habría salido al escenario. A Jane y a mí se nos dan mejor los libros.

—Si tú lo dices —Logan volvió a encogerse de hombros—. ¿Y por qué vas a la fiesta de esta noche?

Intenté mantener a raya el dolor de cabeza que me machacaba el cerebro. Estaba agotada y falta de sueño.

—Mira, no sé por qué. Podría decirte que lo hago para demostrar algo, o porque quiero ir, o porque puede que nunca más me inviten a una fiesta y no quiero pasar el resto de mi vida preguntándome qué me perdí. Pero la verdad es que no lo sé. Lo he decidido sobre la marcha —abrí la mochila y saqué los libros de Historia—. Así que concentrémonos en las cosas que sí entiendo. A ver, los artículos de la Confederación…