Aquí estoy, escribiendo un prólogo de un «disco escrito» que no conozco… seguido de un abrazo que Ana y yo nos debíamos desde hace mucho tiempo.
La verdad y solo la verdad, es que prometí escribirlo hace mucho tiempo y era hoy cuando tenía previsto sentarme a hacerlo, así estaba anotado en mi agenda, pero antes de que eso ocurriera, la magia de los encuentros ha hecho que Ana y yo nos encontráramos tan cerca como para darnos ese abrazo…
Y aquí estoy, escribiendo la verdad de lo que siento, porque este encuentro y este abrazo nos ha sentado frente a un zumo de naranja recién exprimido, ¡tan recién exprimido como estas palabras!
Cuando me habló de su libro, cuando le pregunté de qué trataría, Ana me dijo: «Comida…», y yo dije: «A fuego lento…». «Amor», añadió Ana, «A fuego lento, tú o nada…» y Ana remató con: «Primeras citas» y yo con un: «A fuego lento me haces agua…».
Gracias, Ana, por regalarme este encuentro, este abrazo largo y ese zumo de naranja recién exprimido.
Porque el amor es tan grande que caben todas las formas…
Las comidas tan ricas que caben todos los sabores…
¡¡¡¡Te quiero, Anita!!!!… ¡pero ese es otro prólogo!
Rosana