MI HERMANA

Por Maribel

G. Milán

La elegancia es un misterio, he ahí su inaccesibilidad, se puede intuir si es genética, espiritual o tal vez educacional, y no me refiero a un vestido para un día especial, ni a un sombrero puesto sobre la cabeza graciosamente, sino a las opciones que desde la niñez se ponen delante y van formando tu mundo… Mi hermana Ana desde pequeña ha tenido el arte de saber elegir… un vestido, una aceitera con embocadura de plata, una concha gigante (que todo el mundo pondría en el baño y ella le pone un pedestal y la hace formar parte de la decoración del salón), un cosmético nuevo que hace maravillas con la luz de tu rostro, una caja para guardar tés que ella utiliza como joyero para pendientes y queda monísima, y un sinfín de cosas, que al verlas te dan pistas para saber que el don de la elegancia está presente, ya sea en el salón donde hace la merienda con sus queridas amigas o por la luz de su cara, que emana fragilidad a veces y fortaleza otras tantas… como la foto de Paloma Picasso que tenía puesta en su habitación y que decía de pequeña que quería parecerse a ella, o la de Audrey Hepburn, que siendo tan opuestas aseguraba que quería tener una mezcla de las dos y así, cuando pinta sus labios de rojo, aparece la personalidad Picasso, rotunda y racial, y sus uñas pequeñas de niña la dulcifican como era la Hepburn.

Cuando en familia nos toca cocinar nuestras recetas de toda la vida, las de mi abuela María que luego pasaron a mi madre y ahora a nosotras, como las tortas de san Antonio, los canelones del día de Navidad o la paella de pata y garbanzos que mi madre borda y los demás nos chupamos los dedos, son sus platos preferidos que se repiten siempre que tenemos la suerte de tenerla en casa, y aunque son un secreto de familia, para quien se quiera entretener de lo lindo toda una mañana, os daré esta receta.

CANELONES DE NAVIDAD

Ingredientes

—un kg de carne de cerdo (cuello)

—una pechuga de pollo

—tres higadillos

—dos tomates maduros

—una cebolla

—dos dientes de ajo

—una copa de coñac

—aceite

—sal

—pimienta

—pasta de canelones

Se pone la carne en una cazuela grande con aceite y se dora, a continuación se van añadiendo todas las verduras, se doran, añadiendo la copa de coñac, se baja el fuego y durante una hora se cocina a fuego muy lento, con la tapadera puesta. Después se desmenuzan la carne y las verduras, mezclando todos los ingredientes y el jugo que ha soltado la carne, y se pasan por la picadora, formando así una pasta que se reserva; se prepara la pasta de canelones, se dispone en un paño limpio para poner encima una generosa porción de la carne que tenemos reservada formando los canelones, y se ponen en una bandeja para el horno previamente engrasada.

Se hace una bechamel generosa, se cubren los canelones poniendo queso para fundir y se gratinan.

Buuueeeeennníssssiiimmmmmossssssss.