Y sí, has escuchado bien: ha dicho tu nombre, después ha dicho una coma (sí, la has oído también), y después le ha dicho a su amigo (jurarías que con los ojos vidriosos de la emoción y a 33 revoluciones por minuto): «Mi novia». MI (seguido de) NOVIA. Con todas las letras, como si las regalasen. Ahora ya es oficial, ya puedes avisar al señor pirotécnico para que prenda los fuegos artificiales, porque ya le ha dicho a sus amigos que TÚ (sí, TÚ… porque ahora tú eres TÚ) eres SU NOVIA.
Y eso nos gusta. Y hay que celebrarlo.
Y ahora que sois novios, hay ciertas cosas que debes saber… cosas que habías estado reprimiendo y que, bajo tu nuevo estado, se permiten. Toma nota:
Puedes calentarte cada día los pies en sus pantorrillas mientras duermes. Si empieza a tiritar pasados los diez minutos aparta esos frigopiés y ve al médico. No te llega riego, alguien tenía que decírtelo.
El bricolaje casero. Recuerda que entre las principales ventajas de los novios está su capacidad para mover cosas pesadas, y que les encanta arreglar cosas. Si se muestra reticente, prométele sexo después. Prometérselo «durante» entorpecería la tarea.
Parte de tu familia dejará de mirarte como con pena, porque da igual que hayas conseguido sintetizar la vacuna contra el cáncer, que seas una alta ejecutiva de una multinacional, o matrícula cum laude en ingeniería aeroespacial… todo eso queda velado por una simple y demoledora frase: «Y qué, ¿sigues sin novio…?», que te dan ganas de mirar a la abuelilla en cuestión y preguntarle: «¿¿Y usted sin dientes??».
Llegados aquí, apuntaré algunas cosas que, bajo ningún concepto, deberías hacer a partir de ahora:
No hables en «nos-pañol». Vale, todos pretendemos, al conocer a alguien que nos gusta mucho, fingir que empatizamos tanto que parece que seamos siameses a los que separaron al nacer. Asúmelo, ni a ti te chifla el bobsleigh (ni siquiera te gustaría si supieses lo que es), ni a él le encanta el Vogue. Eso de «nosotros pensamos que…», «nosotros adoramos a Clint Eastwood», «nosotros somos muy de tofú…». No lo hagas, por favor. No «nos» gusta.
No le interrogues. La Gestapo ya fue desmantelada, por algo será. Si ÉL confía en ti… págale con la misma moneda (o contrata a un detective discreto).
No renuncies a tu vida A. N. (Antes de Novio). ÉL se enamoró de ti siendo así… como quiera que seas.
No le trates de forma maternalista. No contradigas al refranero: si «madre no hay más que una», será por algo. De lavar su ropa a quitarle una mancha de la cara con saliva hay una distancia escalofriantemente corta. No la recorras.
Déjale que te proteja. Puede que se depilen el pecho, pero en el fondo siguen conservando ciertos instintos de épocas menos habladoras.