Todo apunta a que hoy va a ser el Gran Día: ¡¡viene a cenar a casa…!! ¡OH-DIOS-MÍO…!

Tu casa es estupenda, te encanta… pero ¿le encantará a él? Empiezan a asaltarte las dudas… y empiezas a tratar de calmar los nervios dejando la casa como si un inspector de Sanidad fuese a dar el visto bueno a tu vivienda como hospital de campaña.

Llegados a este punto, no te vuelvas loca: salvo excepciones, él no va a sacar un algodoncito del bolsillo, pasarlo por la parte de arriba del ventanal y señalarte con un ¡TE PILLÉ! (en ese caso, saca a Míster Proper de tu casa con alguna excusa… y de tu vida. Vuelve a la casilla de salida. Él no es «ÉL», por higiénico que sea). Te aseguro que existen (situación basada en los lamentables hechos reales de una amiga a la que quiero mucho. Afortunadamente, Míster Proper ya está fuera de su vida).

Reserva tiempo suficiente para ponerte monísima. No te creas eso que cuentan las modelos de que su secreto de belleza radica en beber dos litros de agua al día y dormir ocho horas. Es tan falso como que comen lo que quieren, y recuerda que entre tres mil millones de mujeres en el mundo, apenas hay treinta top models… y muchas de ellas están solteras/abandonadas por sus maridos/divorciadas/denunciadas por su asistenta.

Así que ponte una mascarilla en el pelo, procura dejártela un par de horas, y si cubres el pelo con una toalla caliente o un gorro de ducha el resultado será todavía mejor. Mi favorita es Olive Fruit Oil Deeply Repairative Hair Pak, de Kiehl’s. Exfóliate el cuerpo (y si me apuras, el alma). A mí me chifla Exfotonic, de L’Oréal, y el exfoliante de jengibre de Origins. Después, recuerda hidratarte bien. Mi crema corporal favorita es Creme de Corps, de Kiehl’s, y el bote azul clásico de Nivea. Intenta sacar tiempo para dejar tus manos y tus pies impecables, por lo que más quieras hidrata bien tus talones, es horrible cuando ves a alguien que parece que ha empezado a morir por ellos…

Perfúmate el pelo, echa la cabeza hacia abajo y pulveriza un par de veces desde la nuca, es sin duda uno de los mejores trucos de belleza que existen.

Sé previsora y hazte la depilación brasileña el miércoles o, si todo va como esperas que vaya, perderás la piel en zonas donde desearías seguir conservándola.

Compra unas cuantas velas. Pero cuidado, no te pases… no queremos que nuestra casa parezca una vigilia por la desaparición de Michael Jackson, o que vamos a sacrificar a una virgen lanzándola a un volcán antes de los postres… Pon velas, pero no te pases. Se trata de crear ambiente, no de aterrorizarlo. Busca ese mantel de lino blanco que guardas para una ocasión especial. Ésta lo es.

Y ahora, sigamos: ¿qué te pones?, ¿qué NO debes ponerte jamás?

Aquí es donde te asaltan todo tipo de dudas. No te agobies, es normal. Queremos parecer sexys, pero dejando lugar a la imaginación. Que parezca casual, pero sin que dé la impresión de que nos hemos puesto cualquier cosa «cómoda», no queremos que piense que, cuando nadie mira, no vamos hechas unas diosas. No rompas el encanto, ni dejes de ser tú. El secreto está en que parezca que nos hemos puesto «cualquier cosa», pero que, por azares de la genética y de nuestra elegancia innata, «eso» resulta darnos un aspecto sofisticado, chic, sexy y casual. Vamos, facilísimo…

Hay ciertas prendas que NUNCA, bajo ningún concepto, has de ponerte. A saber:

Después de leer todo esto, ponte lo que te dé la gana, sé tú, porque no hay nadie mejor, diviértete y disfruta. Ya tienes la casa bonita, ya estás preciosa… ahora solo toca acordarte de respirar (me ratifico en lo del corpiño) y preparar la cena.

He invitado a una mujer a la que adoro para que te eche una mano en eso.

Conocí a Patricia Conde en la estación de Chamartín, a punto de coger un tren para ir a trabajar fuera de Madrid. La cita era a las 10 A. M. y ella llegó a las 10.25 A. M. Llegó rozando el P. M. Casi el spm. Por mi cabeza cruzaba un pensamiento tipo: «Ya está la rubia guapa tocando las narices». Diez horas después estaba absolutamente enamorada de ella.

Y así sigo.

Es bella por fuera y bellísima por dentro, es gamberra, mal hablada y exquisita. Generosa, romántica… Pero tan práctica que la he visto superar rupturas con la elegancia de quien no permite jamás que alguien le arruine un solo día de su vida.

Es, de verdad, una tía estupenda… aunque la cocina no sea lo suyo.