Cuando estoy terminando esta narración, en la Pascua de 1910, viene «Corazoncito» y me presenta un periódico alemán del 23 de marzo de este mismo año, en el que, bajo el título de «Un monumento a los indios», se lee lo que sigue:

Nos dicen de Nueva York: La gran estatua de la Libertad que hay a la entrada del puerto de Nueva York tendrá dentro de poco otra que hará juego con ella. Se va a levantar en el puerto de la gran metrópoli norteamericana un gran monumento destinado a mantener vivo en las generaciones venideras el recuerdo de la raza india, que tal vez desaparezca como tal raza en pocas generaciones. El proyecto es de Mr. Rodman Wanamaker y ha encontrado la más calurosa acogida en todo el país. También el Presidente Taft ha dado su aprobación a la idea. El monumento consistirá en una gigantesca figura de indio, que simbolizará el reconocimiento por el pueblo americano del noble carácter de los primitivos moradores de América y la confesión de todas las injusticias cometidas con la moribunda raza cobriza. Se representará al indio con las manos extendidas, en la misma actitud de dar la bienvenida con que recibió a los primeros blancos que pisaron las costas de América.

Y yo digo: ¿no esto interesante?


FIN