Los encontré en la oficina, allí es donde ella había ido para detener el ordenador. Estaba de pie, desafiante, detrás de su escritorio, con una pistola de rayos dragón.
¡SSIIIUUMMM!
¡Disparó! El rayo de luz cortante quemó, con un precioso semicírculo, el hombro izquierdo de Rachel.
—¡Grroooorrrr! —rugió de dolor.
Visser Uno dirigió la pistola hacia Ax.
¡FWAPPP! La cuchilla de la cola de Ax era demasiado rápida para que yo pudiera seguir el movimiento, pero vi el corte que le hizo al brazo humano de Visser Uno y cómo caía al suelo la pistola de rayos dragón.
Rachel se tiró encima de Visser Uno en un segundo; los osos pardos pueden ser muy rápidos si lo necesitan o cuando están muy enfadados, y Rachel lo estaba.
Sólo con el impulso lo tiró al suelo y, cuando intentó levantarse, Rachel se echó sobre él.
No tenía la más mínima oportunidad, un oso contra un humano, un oso transformado contra un controlador humano, no había nada que hacer. Visser Uno era como una muñeca de trapo rota; con un simple manotazo de su zarpa salvaje, Rachel podía arrancarle la cabeza de los hombros.
<¡NO!>, grité.
<¡Cállate, Marco!>, me contestó Rachel volviendo la cabeza y mirándome con sus ojos miopes de oso.
<¡He dicho que no! ¡No lo hagas!>
<Es un visser yeerk>, apuntó Ax con calma.
<¡No! —repetí—. ¡Es mi madre!>
Nadie se movió durante unos segundos que me parecieron una eternidad. Visser Uno, mi madre, no había oído nada, por supuesto. Me había comunicado por telepatía sólo con Rachel y Ax.
<Tu madre está muerta>, replicó Rachel.
<No, pensaba que lo estaba, pero es ella… o lo era. Y quizás algún día lo será de nuevo si… si vive.>
Rachel dudó y con rabia, pero muy poca fuerza para un oso, le dio un golpe a mi madre y la apartó hacia un lado.
<Gracias>, dije.
<Marco, sigue siendo un peligro para nosotros>, interrumpió Ax, que no era tan fácil de convencer.
<Quizá no —añadí—. Mira.> Señalé hacia la gran ventana redonda que daba al mar. Allí, justo detrás de la claraboya, había una monstruosa serpiente amarilla, Visser Tres.
<Nos ha visto perdonarle la vida —proseguí—. ¿Cómo crees que Visser Tres va a interpretar eso?>
<Pensará que es un traidor —contestó Ax al instante—, es lo que quiere creer, y lo que ve es que le hemos perdonado la vida; será la prueba que necesita.>
<Lo siento, Marco —interrumpió Rachel; el delirio violento de la batalla había desaparecido—, no lo sabía.>
<Cállate, Xena>, le respondí con brusquedad.
<Eh, sólo estaba intentando ser amable.>
<Lo sé, así que cállate.>
<Lo ha bloqueado, me llevará unos diez minutos volver a programarlo>, explicó Ax una vez en la mesa del ordenador.
Lo percibí con el rabillo del ojo, como una nebulosa que se movía, y no me dio tiempo a gritar. Sólo vi a Visser Uno, mi madre, agarrar la pistola de rayos dragón, que se le había caído, y apuntar directamente a Rachel, que se hallaba demasiado lejos de mí para empujarla.
El instinto me invadió; no el instinto de gorila, sino el de humano, aquella bombilla, inteligente e implacable que permitió al Homo sapiens erigirse sobre los demás animales.
Tomé la silla y la alcé; era pesada, de hierro y cuero, y la lancé contra mi madre, pero fallé, o quizá quería fallar en realidad. No creo que lo sepa nunca.
El caso es que la silla salió volando con todo su peso y rapidez, y golpeó el cristal de la ventana.
¡CRASH! El cristal no se rompió, sólo se agrietó, pero la presión del agua era demasiado fuerte, por lo que empezó a filtrarse primero y a entrar con más fuerza después.
Mi madre se sobresaltó.
¡SSIIIUUMMM! Disparó pero falló.
Rachel reaccionó con rapidez, dándole a Visser Uno un golpe con el revés de su zarpa; fue un golpe duro, pero no mortal.
<¡Esa ventana se va a romper!>, gritó Ax.
<¡Salgamos de aquí! —secundó Rachel—. ¡Vamos! ¡Ahora! ¡Ahora!>
<¡Tengo que salvarla!>, grité
<¡Corre, idiota, o nadie se salvará!>, exclamó Rachel.
¡CRR-UMF! ¡La ventana estalló en pedazos!
¡FWOOOOOOOOSH!
Era como estar con la cara a diez centímetros de una manguera de presión. ¡La fuerza del agua era terrible!, como si te golpeara un tronco.
A mí me tiró al instante, haciéndome girar como una peonza en una increíble avalancha de espuma. La habitación se convirtió en un tornado, el agua se llevaba todo lo que había en una espiral. De repente, algo alargado y de un amarillo brillante entró precipitadamente en la habitación.
¡Visser Tres! La repentina succión lo había pillado por sorpresa y lo había arrastrado hacia el interior, como un hilo absorbido por la aspiradora.
La puerta de la oficina salió disparada como un corcho de botella. Rachel, Ax, yo y la tremenda serpiente de agua que era Visser Tres salimos despedidos hacia el pasillo. Era como si nos hubieran lanzado con un cañón.
¡FWOOOSH! Las paredes se iban derrumbando con la fuerza del agua.
Salimos del edificio destrozado. El agua se dispersó un poco, por lo que pude localizar a mi madre flotando boca abajo, a varios metros de distancia.
Intenté nadar hacia ella, pero la corriente era demasiado fuerte.
<¡Transformaos!>, gritó Rachel.
Yo ya había empezado y estaba a medio camino de ser humano otra vez. Vi a Rachel, todavía un oso en su mayor parte, salir dando tumbos.
Entonces divisé un ser de piel amarillo verdosa, deslizándose con facilidad a través del movimiento salvaje del agua. Sus tentáculos parecían perfectamente diseñados para resistir la corriente.
¡El leeran!
Se dirigía hacia mi madre, ¿para salvarla?, ¿para destruirla?, ¿para capturarla y que Visser Tres pudiera divertirse viéndola sufrir? No lo sé, porque en ese momento el agua me arrastró hasta el muelle y me hundí en las profundidades.
Luché desesperadamente por una bocanada de aire. Sentía que me ardían los pulmones.
Y empecé a concentrarme en el tiburón que había dentro de mí.