24

La primera vez que vimos a Visser Tres fue minutos después de toparnos con Elfangor, el príncipe andalita.

Visser Tres hizo aparición y mató al indefenso Elfangor. Desde entonces nos hemos enfrentado a él muchas veces. Es el único yeerk del universo que ha adquirido un cuerpo andalita, tiempo atrás en otra guerra y en otro planeta, y por ello cuenta con la capacidad de la metamorfosis de los andalitas. Por suerte para nosotros, es el único yeerk que dispone de este poder.

Entonces comprendí por qué su hermano, el yeerk que vivía en la cabeza de Fenestre, había instruido a sus hombres para que dispararan contra cualquier animal que vieran: cualquiera podría resultar ser su hermano, Visser Tres, transformado.

—Sospecho, por vuestro silencio, que conocéis a mi hermano —adivinó Fenestre.

<Hemos luchado contra él>, aclaré sin más.

—Pero seguís vivos. No muchos pueden decir lo mismo. Os presento mis respetos.

<¿Cómo puedes sobrevivir sin el acceso al estanque yeerk? Veo que te has creado una réplica en esta habitación, pero seguro que no has podido crear tu propia kandrona que emita los rayos kandrona tan vitales para ti.>

—Vaya, vaya —asintió Fenestre—. Así que sabéis distinguir un estanque yeerk cuando lo veis, y habéis oído hablar de la kandrona —se encogió de hombros—. He encontrado una forma de subsistir sin la kandrona. Pero eso no importa. Lo que quiero saber es qué va a pasar ahora.

<Está mintiendo —informó Cassie inmediatamente—, o al menos no está diciendo toda la verdad. No quiere hablar de la kandrona.>

Hice un gesto afirmativo con mi cabeza de tigre, que supongo debió de parecer extraño. Imaginaos un gato enorme haciendo gestos humanos.

<Tu hermano debe de saber dónde estás y podría matarte en cualquier momento. Podría hacerlo estando en órbita si quisiera y de este sitio sólo quedarían las ruinas.>

—No, llamaría demasiado la atención y se arriesgaría a que algún humano idiota lo grabase con una cámara.

<¿Y si te envía un ejército de hork-bajir? Arremeterían contra tus guardias igual que hemos hecho nosotros. Si quisiera matarte, ya lo habría hecho y, sin embargo, estás vivo, ¿por qué?>

—Muy listos —añadió Fenestre con una sonrisa glacial—, sois muy listos, andalitas. Con vuestros ordenadores y magníficas naves cúpula, os creéis los señores del universo, ¿verdad? Nos hemos extendido de planeta en planeta y, a pesar de vuestra continua retirada, vuestra arrogancia es tan inmensa que jamás os paráis a pensar que tal vez no seáis todo lo inteligentes que creéis.

<Cassie tiene razón —corroboró Marco—. Se está yendo por las ramas para evadir el tema.>

<Sí, lo sé —le respondí a mis amigos, y a continuación me dirigí a Fenestre—: Si quieres seguir con vida, contesta a las preguntas que te hago. Si me dices la verdad, vivirás, pero si mientes…> Dejé la amenaza colgando en el aire.

—Supongo… —Fenestre me miró con dureza unos minutos—, supongo que no tengo más remedio que confiar en el honor de los andalitas —añadió en tono de burla—. De acuerdo. Mi hermano no me ha matado porque cuento con información que él quiere y necesita. No me quiere muerto, sino en la sala de torturas de la nave-espada. Veréis, he encontrado una forma de sobrevivir sin tener que recurrir a la kandrona y sé que mi hermano daría cualquier cosa por saber cuál es.

Fenestre bajó la pistola dragón con la que había estado apuntando a Ax.

—Hay un modo de procesar y refinar los rayos kandrona a partir de otra fuente, que los convierte en un producto comestible, es decir, en una especie de alimento que yo puedo ingerir con mi boca humana y digerir.

Sentí un escalofrío. Si aquello era cierto, no habría forma de frenar a los yeerks. Su dependencia de los estanques yeerks y los rayos kandrona era una de sus mayores debilidades.

<Mientes —le acusé—. Si hubiera un modo de mantener vivos a los yeerks sin necesidad de los rayos kandrona ni el estanque yeerk, esa información te haría invulnerable incluso a tu hermano.>

—O tal vez no —la sonrisa glacial fue todavía más fría, si es que eso era posible—. Por una parte, es un proceso muy largo, pero ése no es el problema: la materia prima representa el verdadero problema, puesto que son mis hermanos yeerks. O, dicho de otra manera, tengo que destruir, procesar y consumir un yeerk cada tres días para sobrevivir. Me he convertido en un caníbal.

<¡Argh!>, exclamó Marco.

—Sé con certeza que mi hermano utilizaría este proceso para sí, pero como os podréis imaginar este sistema no sería muy bien recibido en el imperio yeerk.

<Se nota que eres hermano de Visser Tres —añadí. Me entraron ganas de vomitar—. ¿De dónde sacas a los yeerks?>

—¿Para qué crees que sirve ese estúpido foro sobre yeerks, esa mezcla de realidad y ficción? —respondió encogiéndose de hombros—. Yo estoy al mando de Web Access America y gracias a eso conozco la identidad de todas las personas que se conectan. En el foro participan todo tipo de personas, desde controladores con ánimo de despistar a los humanos hasta humanos que han descubierto nuestra pequeña invasión y que intentan aunar fuerzas contra nosotros. Y luego estoy yo, que vigilo a los controladores y a los humanos que sospechan que un miembro de su familia tiene un yeerk en la cabeza. Dirijo a un grupo de enemigos de los yeerks, que son los que localizan a los controladores potenciales y, cuando tienen a uno, me encargo de buscar la verdadera identidad que se esconde detrás del nombre electrónico. Entonces encuentro al yeerk. Uno cada tres días, diez al mes.

<A mí me parece bien —susurró Marco—. Dadle una palmadita en la espalda y saquemos de aquí a Ax y Rachel.>

Estaba de acuerdo con mi amigo. Fenestre era una criatura repugnante, pero como mínimo su maldad servía para eliminar unos cuantos yeerks al año. No estaba nada mal.

Entonces Cassie explotó:

<¿Cómo sacas al yeerk del cuerpo humano?>

Fenestre arqueó una ceja sorprendido por la pregunta. Advertí en sus ojos la sombra de la sospecha. Cassie en lugar de susurrar había gritado.

«¿Por qué —se preguntaba— le importará tanto a un andalita?».

—¿Que cómo saco a los yeerks del portador? —repitió con un semblante oscuro y una mirada vacía—. ¿Cómo crees que lo hago?