Estaba en clase de ciencias escuchando algo muy complicado sobre los hongos cuando vi la conocida estela de color marrón y ocre cruzar la ventana a toda velocidad.
<¡Jake! ¡Jake! ¡Está saliendo!>, anunció Tobías.
—Pensaba que tardaría al menos diez días —dije en voz alta. El profesor se me quedó mirando igual que el resto de la clase, aquellos que no se habían dormido.
—Lo siento —me disculpé—. Es que… um…, no me encuentro bien. ¿Puedo ir a la enfermería?
—Cuando termine la clase.
—Pero ¡voy a vomitar! —exclamé al tiempo que me dirigía corriendo hacia la puerta. Era la excusa perfecta. Nadie discute cuando dices que vas a vomitar.
Poco después, Rachel también se puso enferma valiéndose de la misma excusa. La de Marco fue más original. Le dijo al profesor que debía salir a ponerse uno de esos parches contra la nicotina.
—¡Estoy intentando dejar de fumar! ¡No me lo puede impedir!
Veinte minutos más tarde nos habíamos reunido en el pequeño jardín que hay detrás de la casa de Cassie. La habíamos transportado allí y Tobías se encargó de vigilarla noche y día para protegerla de los depredadores.
Los padres de Cassie no sabían nada. Habían pasado tres días y todavía mantenían la esperanza de que Cassie apareciera. No sabía qué decirles ni cuándo hacerlo, o si debería dejar que mantuviesen la esperanza.
Rodeamos a la crisálida que se había abierto del todo. La mariposa salió poco a poco y, por fin, desplegó sus bellas alas.
—Se suponía que debía tardar un par de semanas —comenté.
<Cassie siempre ha sido la más rápida a la hora de transformarse>, observó Tobías.
Rachel empezó a llorar; creo que aquello nos impactó a todos porque nunca llora. Supongo que a mí también se me escaparon las lágrimas.
—Es una mariposa —comentó Rachel—. Lo ha conseguido. Al menos podrá…
Se interrumpió. Todos sabíamos que era mejor que ser una oruga, pero no había nada que celebrar, ni para nosotros ni para sus padres.
Al rato apareció Ax con forma de humano trotando de forma irregular sobre sus dos piernas. Se agachó para mirar de cerca de la mariposa que en aquel preciso instante ejercitaba las alas.
—¿Y eso? —preguntó señalando al animal.
—Es Cassie —expliqué— saliendo de la crisálida.
—Pero… éste no era el cuerpo que tenía antes —comentó Ax confuso.
—No, la oruga se ha convertido en una mariposa —aclaró Marco.
De repente, la mariposa levantó el vuelo y se alejó aleteando en busca de la flor ideal.
—¿Quieres decir que se trata de una metamorfosis natural? —preguntó Ax burlón—. No me lo habíais dicho.
—Sí, es una metamorfosis natural —respondí—. Supongo que es mejor una vida como mariposa que como oruga.
—¿Cassie preferiría esta criatura a volver a recuperar su forma humana? —preguntó Ax.
—No, Ax —replicó Rachel dejando escapar un suspiro—, claro que no. Lo único que estamos diciendo es que es preferible esta forma que la de oruga.
—Comprendo —afirmó Ax—. Entonces le gustaría recuperar su cuerpo natural, ¿no?
—¡Seguro que sí! —declaró Marco con tristeza.
—Pues entonces debería —replicó Ax.
Lentamente giramos la cabeza hacia Ax y lo observamos con atención. Rachel no se contuvo y se lanzó sobre él.
—¿Estás jugando con nosotros o hay algo que no sabemos? —le preguntó al tiempo que le agarraba del cuello.
Ax parecía sorprendido, por decirlo de alguna manera, pero al fin añadió:
—Ya veo. No os habéis percatado, perr-ca-taaa-do. Vaya palabrita. La «r» me hace cosquillas en el paladar.
—¡Ax! ¿Estás diciendo que Cassie podría volver a recuperar su cuerpo humano? —pregunté a voces.
—Eso es —contestó—. Al ser una metamorfosis natural, la cuenta atrás empieza a partir de entonces. Es decir, todavía le quedan dos horas para recuperar su cuerpo.
—¡ATRAPAD A LA MARIPOSA! —grité.