¡Atrapados!
Sólo teníamos dos opciones: rendirnos o morir.
Aunque en realidad era todavía peor. Incluso si nos rendíamos, no teníamos ninguna garantía de vivir. Como mínimo nos convertirían en controladores.
<¡Vamos a por ellos! —dijo Rachel—. No tenemos nada que perder. Por lo menos nos llevaremos a unos cuantos por delante.>
<No, no podemos —aseveró Marco—. No llegaríamos a ponerles la garra encima. Nos freirán antes de que demos ni un paso.>
<¿Vamos a morir?>, gimió David.
Cassie frotó el morro contra él para consolarlo, en la medida en que un lobo puede consolar a un león.
<Invertid la metamorfosis —ordenó Visser Tres—. No os preocupéis, no tengo intención de mataros. Al fin y al cabo seréis seis cuerpos andalitas. Será un gran logro para mí. Mis lugartenientes de confianza tendrán el poder de la metamorfosis. Y a eso hay que añadir que controlaremos a los líderes más importantes de este planeta. Sí, seré Visser Uno antes de que acabe la semana. ¡Ja, ja, ja! ¡Dentro de un año estaré sentado en el Consejo de los Trece!>
Aquel monstruo maligno casi bailaba de alegría. Tenía tales ganas de lanzarme sobre él y tal vez, sólo tal vez, ponerle una garra encima, que casi no podía ni pensar.
Pero al mismo tiempo algo de lo que había dicho no me cuadraba. Bueno, no me cuadraban varias cosas que había dicho. Para empezar, sólo había contado a seis de nosotros. Era evidente que no podía haber pasado por alto a un león, un oso, un tigre o un lobo. Y desde luego no podía haber pasado por alto a Ax.
Intenté mirar de reojo para ver a los demás. Divisé a Tobías, que estaba al descubierto, bien a la vista de Visser Tres. Así que sólo quedaba…
¡Marco!
Sí, a una serpiente se la puede pasar por alto. Sobre todo si la serpiente estaba detrás del estanque de acero inoxidable.
<¡Marco! ¿Te está viendo Visser?>
<Probablemente no. Pero me están viendo unos nueve mil hork-bajir.>
<Marco… ¿te están mirando? ¿Te está mirando alguno?>
<Pues no.>
Era como si el cerebro me funcionara a cámara lenta. Visser Tres no había visto a Marco. Sus hork-bajir no parecían estar mirándole. Y Visser Tres todavía planeaba capturar a los jefes de Estado. Todo lo cual significaba… ¿Qué?
<Se me está acabando la paciencia —dijo Visser Tres—. Transformaos ahora mismo. Si os negáis os iré matando uno a uno hasta que obedezcáis.>
Alzó un arma de rayos dragón y nos fue apuntando con ella. Tobías… Rachel… Yo…
<¿Quién será el primero en morir?>
<¡Un momento! —gritó David—. ¡No dispares! Me transformaré. No me importan estos… ¡AAAAAAHH!>
Cassie le había pegado un mordisco en la pata trasera. La dulce, gentil Cassie.
¡GRRRRRRRROOOOOOOOAAAARRRRRRR!
Presa de la rabia y el dolor, David soltó tal rugido que a mí me vibró la piel y Visser Tres pegó un brinco. Instintivamente David se volvió de golpe, queriendo clavar los colmillos en la cabeza de Cassie, pero Cassie era demasiado lista y ya estaba fuera de su alcance.
<¡Quietos! —chilló Visser Tres—. ¡Quietos o disparo ahora mismo!>
<¡David! —exclamé yo—. ¡Domínate! ¡Basta ya!>
Los hork-bajir se limitaban a mirar, con las armas alzadas, aquella extraña lucha entre lobo y león.
Y entonces empecé a ver las cosas claras. Justo en ese momento la última pieza del rompecabezas encajó en su lugar.
<¿Cómo demonios ha metido aquí a todos estos hork-bajir? —pregunté de pronto—. ¡Si nosotros apenas pudimos meter una libélula!>
¿Estaría en lo cierto? ¿O era pura desesperación?
<¡Rachel! Explícale a David que tiene que dominarse.>
Rachel estaba a cuatro patas. Alzó el torso y lanzó un zarpazo que alcanzó a David en las fauces. El león se tambaleó. Cassie soltó a David y retrocedió de un brinco.
<¡Ja! Andalitas peleando entre ellos —exclamó Visser radiante—. Pero por muy entretenido que resulte, os ordeno parar.>
<¡Me ha mordido!>, gritó David indignado.
<Voy a matarte a ti primero>, anunció Visser a David.
<¡No! ¡Me voy a transformar! ¿Lo ves? ¡Me estoy transformando!>
<Calla, patética sabandija cobarde —chilló Rachel—. ¡No tendrás que esperar a que te mate Visser Tres!>
<¡Me están amenazando!>, gimió David, corriendo hacia Visser Tres.
Entonces lo supe con seguridad. Visser Tres apuntó con el rayo dragón a David, aunque vacilaba. Pero lo más importante es que ninguno de los hork-bajir se había movido siquiera.
<¡Estoy de tu lado!>, gritó David.
<Gran error, David —dije con frialdad—. ¿Ax?>
<Sí, príncipe.>
<Un holograma dentro de un holograma. Eso es lo que tenemos, ¿no?>
<Sí. El holograma de la columna de mármol estaba dentro del holograma del banquete.>
<¿Y hay algún impedimento… algún impedimento técnico, quiero decir, para un holograma dentro de un holograma dentro de un tercer holograma?>
<¿Un tercer holograma?>, repitió Rachel.
<Sí, un holograma de todo un ejército de hork-bajir, —contesté—. Una proyección. Una fachada. No creo que realmente estén aquí. Creo que Visser Tres sí está, tal vez con un par de controladores humanos. ¿Pero este ejército de hork-bajir? No, yo creo que es un puro escenario. Para mí que estamos viendo una película.>
<¿Estás seguro?>, preguntó Cassie.
<Marco, tú estás fuera de la vista de Visser Tres. Empieza a avanzar hacia los hork-bajir.>
<¿Que los ataque? ¿Yo solo? Jake, chaval, más vale que tengas razón.>
<Sí, más vale.>