18

Me daba cuenta de que no conocía a David. No había tenido mucho tiempo para pensar en él. Nos habíamos enfrentado a una crisis tras otra desde que descubrimos que David había encontrado la caja azul.

A los demás los conocía bien. Sabía perfectamente cómo reaccionarían ante cualquier situación. Pero David era impredecible.

En general, había sido valiente. Había hecho lo que debía hacer, casi siempre. Pero algunos detalles… Como cuando se transformó en águila y atacó a un pájaro sin motivo alguno. O su actitud cuando era un león. Y aquello de entrar a la fuerza en la habitación de un hotel…

Todo era comprensible. Nada era realmente grave. Sobre todo teniendo en cuenta que su vida estaba destrozada.

Parecía llevarse bien con Cassie, Rachel y Tobías. A Ax lo ignoraba, como si tuviera miedo de él. Lo que tampoco era tan extraño, porque hace falta un poco de tiempo para acostumbrarse a un andalita.

Con Marco no se llevaba bien, eso era evidente. Pero también era comprensible. Marco es mi mejor amigo pero, igual que pasa con Ax, hace falta tiempo para acostumbrarse a él.

Hicimos planes para el banquete de esa noche. Cuando terminamos, y el sol comenzaba a ponerse, miré a Cassie con la expresión de «sígueme». Salimos del granero, dejando dentro a los demás.

Me la llevé un poco más lejos, fuera del alcance del fino oído del ratonero de Tobías, y cuando iba a empezar a hablar, ella se me adelantó.

—Me quieres preguntar sobre David.

Yo me quedé con la boca abierta.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque te has pasado toda la tarde mirándole como si quisieras leerle el pensamiento.

—Muy bien. ¿Qué opinas tú de él?

Cassie se encogió de hombros y miró hacia el granero.

—No lo sé. Yo tampoco acabo de entenderle. Ha perdido a su familia, su vida, su casa… Pero tampoco parece estar tan deprimido, ¿sabes? Es cierto que a veces sí se muestra algo desanimado pero… No sé.

—Vaya, eso me ayuda mucho —dije con cara de desconsuelo—. Tú eres aquí la intuitiva. Yo soy de lo más tonto para entender a la gente.

Cassie se echó a reír y me tomó del brazo.

—Cada cosa a su tiempo, jefe. Esta noche tenemos una misión. Hay que salvar al mundo. Terminemos con eso y luego nos ocuparemos del chico nuevo.

—¿Qué te parece el plan?

Cassie puso los ojos en blanco.

—Ax dice que puede hacerse, y Marco afirma que es una locura. Yo estoy de acuerdo con los dos.

El plan era muy sencillo y directo, pero también ambicioso. No sólo queríamos salvar a los jefes de Estado, sino que pretendíamos hacerles saber la verdad: que había alienígenas entre nosotros y que nos estaban atacando. Si lo lográbamos, el mundo estaría salvado.

Ax nos había explicado cómo funcionan el holograma de la columna y su campo de fuerza.

Una nave, probablemente la nave-espada de Visser Tres, se encontraba estacionada a unos tres mil metros sobre el hotel. Estaría camuflada, de modo que quedaría oculta a la vista y al radar. La nave tenía que mantenerse perfectamente inmóvil. Desde allí se lanzaba la imagen holográfica y el campo de fuerza a través del tejado del salón de baile. Eso requería una energía enorme, inimaginable.

<Sobre todo teniendo en cuenta la inferioridad de la tecnología yeerk, —había añadido Ax con desdén—. Los andalitas lo haríamos mucho mejor, por supuesto.>

—Pero Erek y los otros chees utilizan hologramas todo el rato —señaló Marco—. Sus cuerpos visibles son hologramas.

<Sí. Es evidente que, en esa área, la tecnología chee es en cierto modo superior incluso a la andalita.>

—Muy superior —insistió Marco sonriendo con malicia—. Pero que muy superior. A ver si lo entiendo, ¿me quieres decir que la tecnología chee comparada con la andalita sería como la tecnología humana comparada con… los chimpancés?

Todos nos echamos a reír. Todos menos David. David tenía la cabeza en otra cosa. Nos miraba, pero como si fuéramos animales de zoológico, como si nos estuviera evaluando.

Ax terminó por ganar a Marco.

<En realidad la comparación tendría que ser todavía más marcada, porque lo cierto es que no hay tanta diferencia entre la tecnología humana y la de los chimpancés.>

—Vaya, uno a cero para Ax-man —dijo Rachel.

El plan básico era muy sencillo. Según Ax, los rayos de la nave-espada se concentraban con más fuerza a la altura del suelo. A mayor altura el campo iría perdiendo potencia, y más fácil sería penetrar el rayo y entrar en el holograma.

Una vez logrado esto, se podía caer directamente en el oculto estanque yeerk.

Sólo había unos cuantos problemillas. Tendríamos que acabar con todos los controladores que estuvieran dentro de la columna. Y si alguno de nosotros se salía del holograma, lo agentes de seguridad se le echarían encima sin darle tiempo ni a respirar.

Luego teníamos que prepararnos para secuestrar a los diversos jefes de Estado a medida que se acercaran a la columna, y convencerles de que nos siguieran el juego.

Ah, y además Erek nos había advertido que uno de esos jefes de Estado ya era un controlador. Uno por lo menos.

La cosa prometía.