Yo aleteaba, aleteaba, y seguía aleteando.
El botones y el cliente estaban hablando.
—Así que trabaja usted para los informativos de la CBS, ¿eh?
—Sí.
—¿Conoce a Cokie Roberts?
—Sí, está en la ABC.
—Vaya, así que la conoce.
—No. Pero conozco a Dan Rather.
—Ya. Pero Cokie está estupenda, ¿eh? Quiero decir, para ser locutora de noticias. Está tremenda.
Y por fin vi lo que estaba esperando. ¡Una rendija de luz! ¡El botones se estaba levantando el gorro otra vez!
Salí de allí disparado como un cohete. Pasé por debajo del gorro e intenté ganar altitud.
—¡Oiga! ¡Que le ha salido una cosa volando del gorro!
—Lo que usted diga, señor. ¿Sabe quién es otra mujer estupenda? Bobbie Battista. ¿La conoce?
—Está en la CNN.
Salí zumbando hacia arriba, viré de golpe a la derecha y seguí volando a la velocidad del rayo, a un par de centímetros del techo blanco. Vi unas cortinas y me metí detrás trazando una elegante curva. Allí me quedé parado, agarrado a la barra de las cortinas, esperando que mi estómago se recobrase.
<Estamos dentro>, anuncié.
<¿Y ahora qué hacemos, príncipe Jake?>, preguntó Ax.
<Ojalá lo supiera. Tenemos que echar un vistazo al hotel.>
<Se nos acaba el tiempo>, me recordó Ax.
<No podemos transformarnos con este tipo en la habitación>, dijo Cassie.
<Pues habrá que encontrar una habitación a toda prisa —indiqué—. Creo que ya sé cómo.>
Salí volando otra vez, pegado al techo. Mi objetivo era una rejilla rectangular en la parte superior de una pared. El conducto del aire acondicionado. ¿Cabría entre las rendijas?
Apunté hacia una apertura vertical, me puse de lado, doblé las alas y pasé a toda velocidad.
<¡Yujuu!>
<¿Cómo que yujuu? ¿Por qué demonios gritas yujuu?>, preguntó Marco.
<Estamos en el conducto de aire acondicionado>, expliqué.
<Hace frío>, observó Cassie.
<Tenemos que transformarnos pronto>, nos apremió Ax.
Seguí volando por aquel interminable túnel rectangular. Entraba mucha luz desde las diversas habitaciones. Yo iba echando un vistazo a todas ellas sin detenerme. Todas estaban ocupadas. Muchos de los clientes parecían ser periodistas deshaciendo las maletas. En una de las habitaciones vi lo que parecía un grupo de seguridad japonés instalando algún tipo de equipo. No podíamos transformarnos en ningún sitio. Empezaba a desesperarme.
<Príncipe Jake, sólo nos quedan cinco minutos…>
<¿Qué demonios…?
De pronto paré. A través del conducto de ventilación se veía una enorme sala de baile. Pero no era la sala en sí lo que me había dejado de piedra.
<¿Qué pasa? —preguntó David—. ¿Podemos transformarnos ya?>
<No, desde luego que aquí no —contesté, todavía mirando la increíble escena a través de mis ojos compuestos—. Tenemos que salir de aquí.>
Eché a volar de nuevo para seguir buscando por las habitaciones.
<No pienso quedarme atrapada en el cuerpo de una pulga>, aseguró Rachel.
<Nos quedan tres minutos>, dijo Ax, con toda la calma con la que uno puede pronunciar esas palabras.
Llegamos a una intersección en el túnel. ¿Por dónde ir? ¿Adelante? ¿A la derecha? ¿A la izquierda? El conducto de la derecha parecía el más oscuro. La oscuridad era buena. La oscuridad significaba que las habitaciones seguían cerradas. Así que viré a la derecha.
De pronto noté que algo iba mal. Había demasiado polvo. No circulaba casi aire. No había…
<¡Aaaah!> Algo me había atrapado. Me había parado en seco.
Aleteé como un loco, pero cada vez estaba más enredado en unas cuerdas pegajosas. Por más tirones que daba, no podía soltarme. Tenía las alas inmovilizadas y las patas…
<¿Pero qué pasa?>, gritó Rachel.
«A ver, tranquilo, Jake», me ordené a mí mismo. Dejé de debatirme… y entonces lo vi.
Eran unas cuerdas brillantes que se extendían como radios en todas direcciones, unas cuerdas pegajosas, finas pero fuertes. Y de una forma muy concreta.
<Es una telaraña —dije—. Estamos atrapados en una telaraña.>
En ese momento, con mis ojos de libélula, vi una silueta negra y amenazadora sobre nosotros. Ocho patas. Ocho fríos y malignos ojos. Unas mandíbulas que se abrían y se cerraban, se abrían y se cerraban…
Estaba atrapado en una telaraña. Y la araña estaba en casa.