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—¡Tobías! ¿Qué haces aquí? —grité de pura alegría. Bueno, grité también porque aunque el oído de un halcón es mucho mejor que el humano, todavía éramos muy pequeños.

<¿Estáis en la cabeza de Chapman y tú me preguntas qué hago yo aquí? —replicó él riéndose—. Nos teníais preocupados.>

—¿Cómo nos has encontrado?

<Por la otra nave helmacron. El Chafaplanetas. Rachel consiguió darle un golpe con una barra de hierro. Jake la metió entonces en el torno que hay en el granero de Cassie.>

Tobías se posó junto a nosotros, hundiendo las garras en el cuero cabelludo.

—¿El que utiliza mi padre para trabajar la madera? —pregunté. Mi padre tiene un pequeño banco de carpintero que utiliza para reparar las jaulas y hacer chapuzas en el granero.

<Sí. La metió en el torno y empezó a apretar hasta que los helmacrones accedieron a ayudarnos.>

—Supongo que no os fiasteis de ellos —dijo Marco.

<No somos tontos. Nos dieron rehenes. El capitán y otro grupo de líderes de… >

—¡NOOOOO! —grité.

—¡Sois idiotas! —exclamó Marco—. ¡Todos los líderes helmacron están muertos! No confían en ningún ser vivo, de modo que todos sus líderes tienen que estar muertos.

<¿Cómo dices?>

—Mira, déjalo. ¿Están aquí Jake, Rachel y Ax?

—A propósito, ¿dónde estamos? —preguntó Marco.

<Sí, están aquí, pero transformados. Estamos en una reunión de La Alianza. Visser Tres también está aquí, en la parte secreta de la reunión, ya sabéis, a esa que sólo asisten los controladores de alto rango. Visser quiere enseñar el Rompegalaxias a todo el mundo. La ha achicharrado con un rayo dragón, supongo. Ahora está hablando sobre los helmacrones. Chapman está aplaudiendo.>

Sí, era verdad que se notaban las vibraciones que se transmitían a la cabeza de Chapman. Debía de estar aplaudiendo, en efecto.

Y si miraba hacia el horizonte, veía otras cabezas, como una especie de cordillera de montañas a lo lejos.

Había un ruido constante, voces, aplausos ocasionales.

De pronto tuve una premonición terrible.

—¿Dónde está la caja azul? —pregunté.

<La tiene Ax. Estamos en la antigua sala de reuniones que utiliza La Alianza a veces —contestó Tobías—. Ax está fuera, en su forma humana, esperando a que os rescate. Luego volveremos con los helmacrones para que os devuelvan vuestro tamaño.>

—¿Para qué habéis traído aquí la caja azul? —dijo Marco furioso.

<Los helmacrones la querían a toda costa. No sabíamos si podríamos ocultarla a sus sensores, de modo que tuvimos que traerla. No podemos perderla. Al fin y al cabo, los helmacrones la necesitan para devolvernos nuestro tamaño, cosa que han prometido hacer, y… >

—¡Oh, no! —exclamé—. O sea, que los helmacrones rastrearon al Rompegalaxias y os dijeron dónde estaría, y vosotros habéis traído la caja azul. ¿Es que no lo entiendes? ¡Los helmacrones intentarán llevarse la caja! Habrán pensado que nosotros estaremos demasiado ocupados luchando contra los yeerks.

<Pero ellos están en el granero… y… ¡Dios mío! ¡Ax! ¡Tenemos que avisarle! Está en su forma humana, con ojos humanos. Ni siquiera se da cuenta de que tiene que volverse para mirar atrás.>

Tobías echó a volar, dejándonos en la enorme planicie de la cabeza de Chapman. Pero no llegó muy lejos.

<¡Ahora destruiremos a todo el que se oponga a nosotros! —se oyó la conocida voz jactanciosa de un helmacron—. ¡Todos llorarán, gemirán y maldecirán el día que nacieron!>

Volaba muy bajo, a pocos centímetros sobre la cabeza de Chapman. Era el Chafaplanetas.

Y llevaba la caja azul.

<¡Ahora vengaremos a nuestros valientes camaradas del Rompegalaxias, que murieron como grandes héroes!>

Yo me volví hacia Marco.

—¿Valientes camaradas? Pero si el Chafaplanetas despreciaba al Rompegalaxias, y viceversa.

Marco puso los ojos en blanco.

—El Rompegalaxias ha sido destruido, así que ahora todos sus tripulantes son estupendos. Ya te digo que estos tíos están locos.

El Chafaplanetas se detuvo en el aire. La cabeza de Chapman comenzó a girar siguiendo la nave. La cúpula del cuero cabelludo se inclinó hacia abajo, hasta que pudimos ver sobre el borde de nuestro pequeño mundo.

Y allí se alzaba una figura inconfundible.

Visser Tres.

Parecía irritado, y con razón, porque el Chafaplanetas le apuntaba directamente.

El destello verde envolvió a Visser en su luz, y delante de nuestros propios ojos, el líder yeerk comenzó a encoger.