Oh, gran señor, el más magnífico de todos los líderes, hemos tenido un encuentro en combate con el vasto enemigo y hemos triunfado. Utilizando la fuente de energía descubierta, hemos encogido a tres alienígenas a nuestro tamaño. Y habríamos capturado también la fuente de energía de no haber sido por la cobardía del Rompegalaxias. Henchidos del valor que nos otorgas, recapturaremos la fuente de energía y la emplearemos para arrastrar a nuestros enemigos, que se postrarán gimiendo ante ti.
Del diario de la nave helmacron, Chafaplanetas.
—¿Cassie? ¿Tobías? ¿Marco? —atronó el vozarrón de Rachel.
Era tan alta como un rascacielos. Yo no sabía cuál sería mi tamaño, pero tenía la sensación de que no era gran cosa, sobre todo porque las motas de polvo parecían enormes rocas.
<¡Rachel! —contestó Tobías mediante telepatía—. ¡Mira por dónde pisas, que estamos aquí abajo!>
—¿Dónde?
<En el suelo.>
—No veo nada.
<Es que hemos encogido un poco.>
—¿Un poco? —chilló Marco—. ¡Pero si una termita nos daría una paliza!
<Bueno, hemos encogido mucho>, se corrigió Tobías.
—¿Estáis los tres juntos? —preguntó JAke.
<Sí, estamos juntos. ¿Qué vamos a hacer?>
—No lo sé. ¿Ax?
<Creo, príncipe Jake, que los helmacrones tienen medios para desviar la energía de la caja azul y utilizarla de forma muy diferente a su propósito original.>
—Vaya, ¿de verdad? —se burló Marco. Claro que nadie le oyó, porque sonó algo así como: «Vaya, ¿de verdad?». E incluso eso es una exageración. Para mostrar realmente cómo eran nuestras vocecillas, necesitaríamos letras microscópicas.
<Tal vez deberían transformarse —sugirió Ax—. Quizá sus formas tengan el tamaño normal.>
—Buena idea —tercié—. Díselo, Tobías.
<Cassie dice que buena idea. Lo va a intentar.>
Pensé un momento qué forma asumir. Algo que pudiera volar. Estar ahí entre el polvo no era muy agradable.
—Voy a transformarme en águila —informé. Me concentré y empecé a experimentar los cambios: las plumas… las garras… la disminución de tamaño…
¡Estaba encogiendo!
Me hacía más pequeña. Las motas de polvo ya no eran como rocas, sino como camiones. Dejé de transformarme de inmediato.
—No ha sido una buena idea —dije temblorosa.
<Sí, ya me he dado cuenta —replicó Tobías—. Oye, Jake… >
—Houston, tenemos un problema —entonó Marco.
<¿Jake? Cassie ha intentado transformarse en águila, pero se encogía. Se estaba convirtiendo en un pájaro diminuto. Lo curioso es que yo no soy pequeño. Bueno, sí que lo soy, pero tengo el mismo tamaño que Cassie y Marco. Pero cuando ella se estaba transformando, ha encogido todavía más.>
<Es lógico. Es desafortunado, pero lógico>, comentó Ax.
—Ahora parece Spock —replicó Marco.
<Los helmacrones habrán programado ciertos parámetros de tamaño. Es decir, programaron un tamaño y los han encogido a los tres a él. Ése tamaño es ahora la base. Cualquier metamorfosis será relativa a ese tamaño base.>
Yo me lo quedé pensando un momento.
—Tobías, ¿está diciendo que si me transformo en pulga, por ejemplo, terminaré siendo microscópica?
<Ax-man, ¿qué pasa si uno de nosotros se convierte en pulga o algo así?>
<Vuestro tamaño se reduciría. Si suponemos que una pulga mide un milímetro, sería unas novecientas sesenta veces más pequeña que un ser humano medio. Así pues, si suponemos que actualmente medís medio centímetro, más o menos, de esto se deduce que vuestra forma de pulga mediría medio centímetro dividido por novecientos sesenta. Así pues, mediríais cero coma cero, cero, cincuenta y dos milímetros.>
—Si vuelve a decir «así pues», le muerdo una pezuña —exclamó Marco.
<Ax, no creo que midamos ni cinco milímetros. Creo que somos todavía más pequeños.>
<Ah, entonces habría que hacer los ajustes necesarios en la ecuación. Por ejemplo, si medís dos milímetros (y eso sería mi cálculo más aproximado), eso nos da una cifra de cero como cero, cero dos cero ocho milímetros.>
—¿Qué tamaño es cero coma cero, cero dos cero ocho milímetros? —preguntó Marco.
—Más grande que un virus, más pequeño que un punto ortográfico.
<Ni hablar>, dijo Tobías.
<Yo no os aconsejaría que os transformarais en pulga —prosiguió Ax—. Entraríais dentro del mundo de los microbios.>
<Muy bien, pues no nos convertiremos en pulga. De todas formas yo no tenía ninguna intención. El problema no es ése. El problema es qué hacemos ahora.>
—Lo primero es poneros a salvo —terció Jake—. Luego…
—¡Ah! ¡Ax, transfórmate en humano! —gritó Rachel—. ¡Se acerca el padre de Cassie!