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Poderoso emperador, señor de la galaxia: el desastre se ha abatido sobre tus valientes servidores. Nuestros motores han fallado. Hemos registrado el planeta en busca de una fuente de energía que poder absorber. Pero, mientras estábamos recuperando nuestra fuerza a partir de una extraña fuente de energía transformadora, ¡uno de los monstruos de éste planeta atacado! Hemos sufrido daños, pero nuestro ánimo no desfallece. Tal vez el débil e indigno capitán del Chafaplanetas nos ayudará para que podamos lograr eterna gloria.

Del diario de la nave helmacron, Rompegalaxias.

Pasamos un par de horas en la playa. No me había aburrido tanto en mi vida. Lo siento, pero la verdad es que odio la playa. De todas formas, Rachel se lo pasó muy bien, y es mi mejor amiga. Volvimos a casa en traje de baño, y hasta que no llegué casi a la puerta no me di cuenta de que Jake nos estaba esperando.

Jake es el líder de los animorphs, sobretodo porque es el único que tiene suficiente sentido de la responsabilidad para tener el cargo.

He de confesar que Jake me cae muy bien. Bueno, la verdad es que me gusta. Es el primo de Rachel, y los dos se parecen bastante.

Ambos son valientes, atrevidos, decididos. Aunque Rachel es mucho más temeraria que Jake. Y a Jake le interesa la ropa, el maquillaje y todas esas cosas tan poco como a mí.

En cuanto nos vio llegar pareció querer esconderse. De pronto pensé que nunca me había visto en bañador. Entonces fui yo la que quise esconderme.

—¡Hola! —me saludó, haciendo un gesto con la mano y con la vista clavada en mi cara.

—Vaya, seguro que hay problemas —se quejó Rachel en voz alta para que Jake la oyera—. Muy bien, Jake, ¿a quién hay que darle una paliza?

En otras circunstancias, Jake hubiera sonreído. Pero se limitó a tragar saliva, echar un rápido vistazo al resto de mi cuerpo, sonrojarse y volver a clavar la vista en mi cara.

—Seguro que cree que estoy gorda —murmuré entre dientes.

—Cassie, lo tuyo no tiene arreglo. No sabes nada de chicos. ¡Por Dios! Jake no te mira como si creyera que estás gorda, sino como si pensara que estás buenísima. Lo que pasa es que lo disimula para que no te sientas ofendida.

Por fin llegamos junto a Jake.

—Esto… como me dijiste que mirara a ver si tenía algo para dar a la beneficencia, ¿te acuerdas?, he traído algo. Bueno, unas cuantas cosas. Y… ya se las he dado a tu padre. Acaba de marcharse.

Tuve que admitir que Jake parecía más vacilante que de costumbre. Rachel se había puesto a su espalda, y estaba poniendo los ojos en blanco y burlándose de su timidez. Yo hice un esfuerzo por contener la risa. Pero de pronto vi una cosa que me dejó de piedra. Había otra nave de juguete pegada a la bomba de agua.

Me acerqué a ella.

—Jake, ¿ha sacado eso de la furgoneta? —pregunté.

—¿Qué? No. ¿Qué es?

La miré fijamente, parpadeé y volví a mirar. La nave de juguete había vuelto.

Sólo que no era la misma. Ésta era más corta, más ancha y con dos grandes motores en lugar de los grupos de motores más pequeños. Y el puente en forma de calavera también era distinto. Tenía forma de calavera, es verdad, pero diferente.

—No es la misma —le dije a Rachel—. Es parecida, pero no es la misma.

Rachel dejó de poner los ojos en blanco. Jake nos miró atónito.

Y entonces, ante nuestra sorpresa, la supuesta nave de juguete de apartó de la bomba de agua, se puso en posición horizontal y echó a volar. Pasó rozando la cabeza de Rachel.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Jake.

Rachel se encogió de hombros.

—Pensábamos que era una nave de juguete.

—Jake, ¿sabes lo que hay escondido en la bomba de agua?

—Pues claro que sí —contestó él moviendo la cabeza. Luego se metió de golpe en el papel de líder—. Muy bien, el fin de semana queda cancelado. Cassie, Rachel y tú transformaos ahora mismo, id al bosque y traed a Tobías y Ax. Yo voy por Marco. Nos vemos aquí dentro de media hora.