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Por fin, encontramos los almacenes de carga. Ax nos condujo hasta ellos como si se hubiera criado en la nave.

<Saben que podemos ser insectos —comentó Cassie—. Somos vulnerables. Podrían rociar la nave entera con insecticida.>

<Yo no pienso morir como una mosca —afirmó Rachel—. Si me quieren matar me llevaré por delante a algunos de ellos.>

Ya se estaba transformando. Yo estaba de acuerdo con ella: ¿morir como un insecto? Ni hablar. Si los yeerks querían acabar con nosotros, no iba a ser con un bote de Raid.

Estábamos atrapados. Visser Tres sabía que nos encontrábamos en la nave. Era solo cuestión de tiempo. Y en esta batalla, todo el tiempo estaba del lado de los yeerks.

En cuanto recuperamos nuestros cuerpos, se notó el miedo que teníamos. Jake apretaba los dientes, Rachel mostraba una mueca agresiva, Cassie estaba preocupada y triste. Seguramente habría sido mejor seguir transformados. Cuando estás transformado oyes el miedo, pero no tienes que mirarlo a los ojos.

Yo estaba mirando a Rachel, intentando averiguar si lo suyo era valor o pura locura, cuando me fijé en algo que había a su espalda.

Era una columna de cristal, un cilindro de unos tres metros de altura, y un metro y medio de anchura. Dentro se distinguía una borrosa silueta.

Era un cuerpo plateado y reluciente, con manchas rojas y azules.

Y era, desde luego, un cuerpo, porque a pesar de la escarcha sobre el cristal y la niebla que llenaba el cilindro, aquel tubo contenía algo biológico. A lo largo de la zona de carga, había una hilera de cilindros. Debían ser unos diez en total.

—Parecen criaturas de algún tipo —dijo Cassie.

Yo notaba el frío que emanaba de los cilindros. Tendí la mano hacia uno, pero se me entumecieron los dedos antes de tocar siquiera el cristal.

—Vaya, justo lo que nos hacía falta… —comencé.

<Casi parecen…>, terció Ax.

—¿Qué?

<Iba a decir que casi parecen los venber que Visser Tres mencionó antes. Pero no puede ser…>

—¿Qué es un venber? —quiso saber Rachel.

<Una raza que habitaba en una luna helada a unas cuantas docenas de años luz de aquí —explicó Ax—. Nosotros los estudiamos en el colegio. Su raza fue una de las primeras pruebas de que existía vida en otros planetas. Pero los venber se extinguieron hace miles de años.>

—Ya, pues hablando de extinción —le interrumpí—, más vale que nos transformemos si no queremos acabar como ellos.

Cassie intentaba distinguir algo a través de la bruma, ver de cerca a esas criaturas plateadas.

—¿Y para qué quiere Visser Tres unos cuantos alienígenas extintos? ¿Qué más sabes de estos tipos, Ax?

<Nunca llegaron más allá de las herramientas más primitivas, aunque tal vez tuvieran inteligencia para evolucionar más. Si hubieran sobrevivido, claro. Vivían en un mundo muy frío. Unos doscientos de nuestros grados bajo cero.>

—Ahora son también nuestros grados —dije—. Oye, no sé si sabéis que el enemigo puede llegar en cualquier momento. ¿Queréis que pasemos los últimos minutos, de los nuestros, de nuestras vidas hablando de extraterrestres congelados?

Creo que soné un poco histérico. Jake sonrió y todo.

—Marco tiene razón. Tenemos que prepararnos.

De pronto, Ax se puso alerta, como si estuviera escuchando una música muy lejana.

<Estamos descendiendo. Posiblemente vayamos a aterrizar.>

—Ya, bueno, vamos a transformarnos —ordenó Jake.

¿Descendiendo?, pensé. ¿Íbamos a aterrizar? ¿Por qué querría Visser aterrizar? Si aterrizábamos, podríamos escapar. ¿Habría cometido Visser un error?

Intenté no darle muchas vueltas. Ya tenía bastantes preocupaciones.

Un momento más tarde, estábamos listos. Jake era un tigre; Rachel, un oso pardo; Cassie un lobo, y yo, un gorila. Tobías y Ax seguían siendo ellos mismos.

Juntos formábamos un magnífico equipo de combate.

Entonces…

¡CHUIIIS! La puerta de la izquierda se abrió.

¡CHUIIIS! La puerta de la derecha se abrió.

¡CHUIIIS! La puerta que teníamos enfrente se abrió.

En cada puerta, apareció una docena de hork-bajir.

Y entonces supe por qué Visser Tres había hecho aterrizar la nave: nos había localizado. Sabía que nos tenía atrapados. Y que íbamos a morir.