3

Después de clase, nos reunimos en el granero de Cassie, también conocido como Clínica de Rehabilitación de la Fauna Salvaje, para discutir la situación. Los padres de Cassie son veterinarios. Su padre lleva la clínica y su madre se encarga de Los Jardines, un zoo y parque de atracciones. Cassie ayuda en la clínica, poniendo supositorios a las mofetas con mal humor y cosas de ésas. Y la verdad, a nosotros nos va de maravilla disponer de una clínica de animales salvajes para adquirir nuevas formas.

En ese momento, el granero parecía una caseta de monstruos de feria: cuatro chicos, que con frecuencia nos convertíamos en bichos peludos. Erek, el viejo androide. Tobías, un ratonero de cola roja, que vigilaba desde las vigas y Ax, el andalita, con su forma humana.

La forma humana de Ax es una combinación de mi ADN y los de Jake, Rachel y Cassie. Juntos hacemos una persona de extraña belleza.

Ax es el único andalita sobre la Tierra. De hecho, es el hermano pequeño del príncipe Elfangor. Ax estaba en su forma humana porque… Bueno, digámoslo así: los padres de Cassie son muy tranquilos y eso, pero si entraran en el granero y encontraran a su hija charlando con una criatura de pelaje azul, medio humana medio ciervo, con una cola de escorpión de aspecto peligroso, sin boca y con cuatro ojos, dos de ellos situados en la punta de unos cuernos móviles sobre su cabeza… En fin, que les daría un patatús.

—¿Se sabe algún detalle? —preguntó Rachel.

Rachel es la típica niña mona: alta, delgada y con pinta de supermodelo. Cualquiera pensaría que es una tonta de cabeza hueca. Claro, eso antes de decírselo a la cara. Porque después, una vez que Rachel le hubiera arrancado el riñón izquierdo, enseguida se daría cuenta de su error.

Rachel es estupenda como compañera en una pelea. El único problema que tengo yo con ella es precisamente que siempre está buscando pelea.

—¿Detalles? Me temo que no —contestó Erek—. Contamos con una buena infiltración entre las fuerzas yeerk, pero no tenemos acceso a todo.

—¿No se sabe nada sobre el lugar de las instalaciones? —quiso saber Jake.

—No. Sólo que Visser Tres lo visitará pronto. También sabemos una cosa: hemos descubierto dónde están los nuevos pastos de Visser Tres. Quedan lo bastante cerca para ir volando, transformados en aves. Un caza insecto va a recogerlo allí mañana por la tarde para ir a inspeccionar las instalaciones.

Jake asumió su expresión típica: el gesto entre cauteloso y preocupado que pone cuando se enfrenta a alguna decisión cuyo resultado puede ser que acabemos todos muertos.

Jake, el primo de Rachel, es nuestro líder. No porque él lo quisiera. De hecho, seguramente es el líder justamente porque nunca pidió serlo. Jake es uno de esos chicos siempre conscientes de sus deberes, siempre con la cabeza sobre los hombros. Si lo conocierais entenderíais por qué siempre recurrimos a él. Llamadlo carisma si queréis, pero Jake tiene algo que inspira respeto.

No a mí, claro. Jake ha sido mi mejor amigo desde siempre. Yo estaba con él cuando teníamos nueve años y se comió un pastel entero por una apuesta; acabó vomitando fresas durante una hora.

Jake nos miró a todos. No es que pidiera nuestro voto, pero era evidente que quería conocer nuestra opinión.

<Entonces no hay problema, ¿no? —comenzó Tobías—. Volamos a los pastos de Visser Tres y cuando llegue el caza nos montamos todos.>

—Esa parece nuestra única opción. Op…cion. Ciónnn —confirmó Ax. Los andalitas no tienen boca. Se comunican por telepatía. Así que cada vez que Ax asume su forma humana, se queda fascinado con los sonidos que emite.

A propósito, él es el único que se queda fascinado.

Yo alcé la mano, como cuando voy a decir algo en clase.

—Yo tengo prohibido subirme en vehículos de desconocidos, sobre todo si son malvados parásitos alienígenas. Mi padre es muy estricto con eso.

Jake se echó a reír. Rachel me miró como si fuera a llamarme idiota.

—Bueno, no es que sea mi pasatiempo favorito —terció Cassie—. Pero si es verdad que los yeerks están construyendo un sistema que convertirá cualquier masa de agua en un estanque yeerk, es evidente que tenemos que hacer algo para impedirlo.

Yo lancé un gruñido. Por lo general siempre cuento con que Cassie se mostrará racional.

—Está bien, iré —dije por fin—. Pero prometo quejarme continuamente.

—¿Hace falta que votemos? —Preguntó Jake.

—Yo desde luego no pienso perderme esto —afirmó Rachel.

Menuda novedad.

—No, no, nada de votar —dije—. Que decida Jake. Así si todo sale mal, podremos echarle la culpa.

<Yo estoy con vosotros —intervino Tobías—. Pero ¿no nos estamos dejando un detalle importante?>

—¿Qué?

<Bueno, para mí no es ningún problema, pero vosotros no podéis desaparecer durante varios días. Por lo que sabemos las instalaciones podrían estar en Nepal, por ejemplo.>

—¿Nepal? —repetí.

—Pues sí que es un problema —convino Jake.

—Tal vez yo tenga la solución —propuso Erek.

Entonces volví a alzar la mano.

—¿Os importa que vuelva a decir «ah, oh»?