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<¡Moveos! ¡Moveos! ¡Moveos!>, gritó Jake.

Salimos disparados, batiendo las alas como patos enloquecidos, para intentar dar alcance al helicóptero antes que los yeerks. Nosotros lo teníamos más cerca y venía en nuestra dirección, pero todavía estaba lejos.

A la velocidad que avanzaban los helicópteros, probablemente llegarían a la urbanización Marriot en veinte minutos, mientras que nosotros tardaríamos una hora.

Por las dimensiones del remolino de aire, era evidente que no se trataba de un caza insecto, sino de algo mucho más grande. Y sólo había una nave yeerk tan grande: la nave-espada. La máquina asesina personal de Visser Tres.

El remolino de aire se acercaba cada vez más al helicóptero. Nosotros también, pero estábamos dispersos. Rachel iba detrás con Tobías, Jake y David en cabeza, y Cassie, Ax y yo más o menos en el medio.

Un largo y estrecho rectángulo comenzó a aparecer en el cielo, como si estuviera flotando. Era un rectángulo muy largo que se iba ensanchando poco a poco.

<La nave-espada está abriendo la escotilla>, dijo Ax.

Así que también él pensaba que se trataba de la nave-espada.

La escotilla se ensanchó y se abrió, dejando al descubierto el interior de la nave. Era una cosa bien extraña. El escudo de camuflaje no funcionaba sobre la escotilla. Dentro se veía una especie de cuna invertida, dispuesta a recibir el helicóptero. Detrás de las consolas y paneles de control, se distinguían cuatro horribles cabezas taxxonitas. También vi algunos guerreros hork-bajir con los uniformes rojos que siempre llevaban en la nave.

Pero desde el helicóptero no podían ver nada de esto. La escotilla estaba en un punto ciego, encima y detrás de ellos. El helicóptero que venía detrás tampoco tenía ángulo de visión.

Yo aceleré el vuelo, batiendo las alas contra el viento. Estaba agotado, pero me iba acercando.

De pronto las aspas del helicóptero parecieron disminuir de velocidad, y el rugido del motor se desvaneció.

<¡Ya lo tienen! —gritó Ax—. Han conectado el campo de fuerza, que ha apagado los motores. Probablemente habrán aturdido a los humanos de a bordo.>

El helicóptero estaba casi encima de nosotros. Desde abajo parecía una especie de barco verde, visto debajo del agua. A cada lado le sobresalían los pilones de aterrizaje.

<¡Dirigíos a los pilones!>, ordenó Jake.

Jake y David subían cada vez más alto. Los demás íbamos detrás.

<El otro helicóptero se dará cuenta de que éste ha desaparecido —informó Tobías—. ¡Ni siquiera los humanos son tan ciegos!>

Pero en ese momento, como una respuesta a la advertencia de Tobías, apareció algo. Era como un halo de luz que envolvía el helicóptero. Pero poco a poco se fue separando de él.

¡Era otro helicóptero! Parecía como si el primer helicóptero hubiera soltado una capa de piel.

<Un holograma>, dijo Ax sombrío.

Las aspas del primer helicóptero se habían detenido. La escotilla de la nave estaba abierta del todo. El helicóptero subió hasta desaparecer en el interior de la nave-espada. Mientras, el holograma ocupó su lugar y siguió volando. Era exactamente igual al helicóptero real.

Jake dio un brinco en el aire, extendió las garras y se aferró a uno de los pilones. David se agarró a un puntal.

¡La escotilla comenzaba a cerrarse!

<¡Ni hablar!>, exclamé. Volé y volé hasta que me pareció que me iban a estallar los pulmones. La escotilla se cerraba, se cerraba…

Cassie surcaba el aire seguida de Ax.

¡No quedaba tiempo! La escotilla se cerraba muy deprisa. La abertura era de medio metro… de cuarenta centímetros… treinta…diez…

¡ZUUM!

La atravesé volando, arañándome el vientre y el lomo. Un instante más y me habría aplastado. ¡Pero estaba dentro! Frené, giré debajo del helicóptero y aterricé sobre la escotilla cerrada.

<¡Sí!>

¡Lo había conseguido! Estaba a bordo de la nave-espada de Visser Tres.

Dios mío.

¿Estaba loco?