17

La policía irrumpió en la escena. Oímos las sirenas mientras escapábamos y nos transformábamos. Cuando llegaron, tanto mis amigos como los yeerks se habían marchado.

La casa de David estaba prácticamente en ruinas.

Yo asumí mi forma humana, luego me transformé en águila pescadora y salí volando justo cuando la policía entraba en la casa.

Vi a mis amigos en tierra. Todos habían recuperado su forma, excepto Ax, claro, que había asumido un cuerpo humano. Llevaban a rastras a David, que estaba inconsciente. No supe si se había desmayado por la caída o qué.

Aterricé en un cubo de basura de un callejón y allí mismo recuperé mi forma, lejos de miradas indiscretas. Los otros se acercaban en ese momento.

—¡Eh! —les llamé.

Jake arrastró al callejón a David, que seguía aturdido pero comenzaba a recuperarse.

Rachel y yo le ayudamos a apoyarse contra la sucia pared de ladrillo.

—Se han llevado a su padre —anuncié.

<A su madre también —dijo Tobías, planeando silenciosamente hasta posarse en el borde del cubo de basura—. Me quedé en la casa hasta que todos se marcharon. La madre de David apareció justo cuando los yeerks se iban. Un hork-bajir la atrapó.>

—A partir de ahora será una controladora —aseveró Rachel, mirando a David—. Pobre chaval.

—Se ha quedado sin casa —dijo Cassie—. Visser Tres conoce su nombre, su cara y su dirección. A estas alturas ya sabrá a qué clase va y por dónde suele andar. Si le dejamos ir, se apoderarán también de él. Lo convertirán en controlador.

Yo asentí con la cabeza. Me puse a rebuscar en su mochila hasta tocar los bordes tersos y duros de la caja azul.

—David no nos ha visto a ninguno —comencé—. No puede delatarnos a los yeerks. Aunque se lo lleven, aunque lo conviertan en controlador, no podrá delatarnos.

<¿Qué quieres hacer, Marco? —preguntó Tobías—. ¿Dar por perdido a este chico?>

—¿Se te ocurre otra cosa? —repliqué.

—Es duro —comentó Rachel. Pero se notaba que estaba de mi parte.

—Tal vez haya otra alternativa —dijo Ax. Tenía su cuerpo humano, aquel extraño cuerpo medio femenino, medio masculino. Lo había creado adquiriendo el ADN de Jake, Rachel, Cassie y el mío. Todavía se me hace rarísimo ver en él rasgos míos unidos a rasgos de Rachel, Cassie y Jake.

—¿Qué alternativa? —preguntó Jake.

—Tenemos la caja. Caja. Caja-a. Podríamos utilizarla. La caja, digo.

Todos nos lo quedamos mirando.

—¿Crear un nuevo animorph? —pregunté escéptico.

—¡Crear un nuevo animorph! —exclamó Cassie encantada.

Jake asintió con la cabeza. Rachel se lo estaba pensando y miraba alternativamente a Jake y a David, desplomado en el suelo.

—A mí esto no me gusta —dijo por fin.

—La cuestión es: ¿tenemos alguna otra alternativa? —argumentó Jake—. Mirad, el chico se va a despertar. No podemos tenerlo siempre desmayado. Las opciones son éstas: o lo hacemos uno de los nuestros o lo abandonamos aquí y ahora, en este callejón, con unos padres que pronto serán controladores, y sabiendo que Visser Tres lo conoce y estará buscando la caja azul.

—Es una decisión muy dura —dije—, pero no creo que David encaje con nosotros. No lo conocemos.

<Tampoco nos conocíamos unos a otros cuando Elfangor empleó la caja con nosotros>, señaló Tobías.

—No te conocíamos a ti, Tobías —replicó Rachel—, pero Cassie y yo ya éramos amigas. Cassie y Jake eran… bueno, amigos. Jake era mi primo, y Marco era su mejor amigo. Había relación entre nosotros. Excepto por Ax y tú. Pero con David no tenemos ninguna relación.

Es curioso, pero Rachel y yo solemos acabar en el mismo bando. Tobías le cae mejor que yo, y Cassie muchísimo mejor que yo, pero al final, en las situaciones importantes, resulta que estamos juntos.

—Es un gran riesgo —comentó Jake pensativo—. Si todo sale bien, seremos más fuertes. Si no…

—Escuchad, tenemos la caja, ¿no? —terció Cassie—. David podría ser el primero de muchos. Quiero decir que podemos utilizar la caja para crear más y más animorphs. Docenas, cientos de ellos. Cuantos más seamos mejor podremos acabar con los yeerks.

La idea no estaba nada mal. A mí no se me había ocurrido, pero Cassie tenía razón. No se trataba sólo de David, sino de una estrategia a largo plazo.

Rachel me miró.

—Cuando uno está en guerra, lo mejor es contar con más tropas, ¿no es verdad? Tiene lógica. Además, así no tendríamos que tener tanto cuidado. Siendo sólo seis tenemos que ser muy precavidos.

Yo empezaba a entusiasmarme. Sí, Rachel también tenía razón. De momento teníamos que ser muy precavidos. No podíamos correr ciertos riesgos. Si hubiera más animorphs, podríamos intentar contar al mundo entero lo que estaba pasando. Podríamos infiltrarnos en programas de televisión y transformarnos en directo para que la gente supiera que decíamos la verdad. O ir a ver al presidente y mostrarle en persona nuestros poderes. Entonces tendría que escucharnos.

Sí, podríamos ganar la guerra, en lugar de limitarnos a defendernos.

Aun así…

—David tiene un gato llamado Megadeth y una cobra llamada Spawn —dije, abriendo los brazos en gesto suplicante—. ¿Qué clase de chico puede ser?

Cassie se encogió de hombros.

—Un chico con mal gusto en música y buen gusto en cómics.

<A mí me parece que no tenemos elección —comentó Tobías—. Pero la decisión es de Jake.>

—Sí, el principe Jake tiene que decidir —convino Ax.

—Es un gran paso —dijo Jake, moviendo la cabeza—. Si Erek tiene razón, y generalmente la tiene, nos enfrentamos a la misión más difícil que hayamos realizado, la más importante. No voy a decidirlo yo solo. Votaremos. La cuestión es sencilla: ¿convertimos a David en uno de los nuestros? ¿Sí o no?

<Sí —votó Tobías—. No podemos abandonarlo en las garras de Visser Tres.>

—Sí —dijo Cassie—. Tenemos que tener fe y confiar en que todo saldrá bien.

Yo resoplé. No puedo evitarlo. Es un reflejo automático que tengo cuando la gente se pone a hablar de fe. Cassie me sonrió con expresión tolerante.

—Yo no debería votar —dijo Ax—. Yo obedezco al príncipe Jake.

—No —replicó Jake—. Tú eres parte del grupo, Ax. Durante la batalla puede que no haya tiempo de votar, pero esto es una democracia.

—Entonces voto que no.

Yo alcé las cejas, sorprendidísimo. En total éramos seis. La votación todavía podía inclinarse de mi lado.

<Sólo por curiosidad, ¿por qué, Ax?>, quiso saber Tobías.

—Esto no es un ejército. Somos un grupo de guerrilla. Mi punto de vista es que pasar de ser seis miembros a siete no nos hará mucho más fuertes, y sin embargo es un riesgo. Riesgo-o-o.

—Si queremos contar al final con cientos, quizá miles de animorphs, por algo tenemos que empezar, ¿no te parece? —dijo Cassie.

—Sí —convino Ax—, pero deberíamos empezar con alguien a quien comprendiéramos, no con un desconocido. Tenemos por delante una misión para salvar a los líderes humanos de varios países. Una séptima persona podría ayudarnos. Pero también podría volver nuestro grupo indeciso, incierto.

Jake me miró.

—Yo estoy con Ax —dije—. Hay algo en este chico que no me convence.

—Dos a favor, dos en contra —resumió Jake—. ¿Rachel?

Rachel votaría en contra. Así que, aunque Jake estuviera a favor, tendríamos un empate. Jake jamás tomaría la decisión con un empate. La verdad es que me sentía aliviado y culpable a la vez. No me gustaba pensar en el destino de David.

—Adelante con el plan —dijo Rachel.

—¿Qué? —exclamé.

—Ya lo has oído. Ax tiene razón. Un nuevo miembro es un riesgo. Pero Cassie también tiene razón. Por algo hay que empezar, ahora que tenemos la caja. ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Poniendo un anuncio en el periódico? «Se busca ayuda. Peligro, pesadillas, horrores indescriptibles. Sin sueldo. ¿Has deseado alguna vez convertirte en insecto y luchar contra alienígenas ladrones de cerebros? Pues llama al 1-800-ANIMORPH».

Cassie se echó a reír.

—Lo más triste, Rachel, es que tú sí que contestarías a un anuncio así.

Rachel se rió también.

—Exacto. Así que ya ves qué clase de gente reclutaríamos.

Era el turno de Jake.

David gimió, movió la cabeza y abrió los ojos con un parpadeo.

—¿Quiénes sois? —preguntó mirándonos.

Jake suspiró.

—Somos los que vamos a transformar completamente tu mundo, David.