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Jueves [3 de junio de 1897]

[Hôtel de la Plage, Berneval-sur-Mer]

Mi querido Muchacho,

Acabo de recibir tres ejemplares de Le Jour que había encargado a Dieppe; no sabiendo qué día apareció la supuesta entrevista contigo, encargué los números del viernes, sábado y domingo.

La entrevista es completamente inocua, y de veras lamento que te haya llegado la noticia. Quiero creer que no será con periodista de tan ínfima clase con quien te quieras batir, si es que tienes prevista esa absurda experiencia. Ya que nunca te has batido en Francia, hazlo al menos con alguien que exista. Batirse con un muerto es o una farsa vulgar o una repugnante tragedia.

Déjame saber con un telegrama si algo ha ocurrido. La oficina de telégrafos está en Dieppe, pero los hacen llegar en raudas bicicletas hombres con fantásticos trajes de la edad de la clase media, que hacen sonar tan de continuo las bocinas que hasta en la luna ha de oírseles. El vestido de la moyen-age es precioso, pero el traje de la edad de la clase media es horrible.

Déjame pedirte algo. Por favor, hazme ver siempre cualquier cosa que sobre mí aparezca en la prensa de París —buena o mala, pero especialmente si es mala. Es asunto de vital importancia para mí conocer la actitud de la comunidad. Todo misterio me enfurece, y así, cuando el querido More escribió para decirme que se había publicado una falsa entrevista contigo sin ninguna importancia, alquilé de inmediato una voiture y galopé hasta Dieppe para intentar hallarla, y encargué, como te he contado, tres números distintos. Me destroza los nervios pensar en cosas que puedan aparecer sobre mí y me estén vedadas. Si More hubiera incluido la entrevista en su carta, yo me habría sentido satisfecho y feliz. Como estoy ahora, pues verdaderamente no estoy nervioso. La más mínima palabra sobre mí, cuéntamela.

Si Le Journal quisiera publicar mi carta al Daily Chronicle sería una gran cosa en lo que a mí respecta. Espero que la hayas visto.

Ernest Dowson, Conder y Dal Young —qué nombre— salieron para comer y dormir. Supongo que al menos comerán, pero creo que no duermen nunca.

Siempre tuyo,

Oscar

La carta abierta al director del Daily Chronicle de Londres se publicó en ese periódico el 28 de mayo, con el título de «El caso del vigilante Martin. Algunas crueldades de la vida en la cárcel». Wilde salía en ella en defensa de un vigilante de la prisión de Reading, que había sido destituido por sus superiores por haber tratado muy benignamente a unos reclusos casi niños.

Ernest Dowson (1867-1900) es uno de los más importantes poetas del esteticismo inglés del fin de siglo. Conoció a Wilde en 1890 y nunca le retiró su amistad, acudiendo incluso a visitarle en los lóbregos días en que estuvo en libertad bajo fianza y era insultado por muchos.

Charles Conder (1866-1909) era un pintor inglés que había vivido en Australia. Fueron célebres sus diseños de abanicos y sus acuarelas en seda. Wilde admiraba su trabajo.

Dalhousie Young (1866-1921) fue un compositor y pianista inglés. Debutó en Roma en 1893, y en Londres en 1895. Poco después del proceso contra Wilde se atrevió a editar un panfleto titulado Apología pro Oscar Wilde, fechado el 31 de mayo de 1895.

Evidentemente, los tres hombres habían acudido a visitar a Oscar unos días, en Berneval.