TRECE

Dubuque

El obispo Loras vaciló antes de marcar el número. Era consciente de lo delicado que resultaba aquello, pero había reflexionado sobre el tema y había decidido que era una oportunidad demasiado buena como para desperdiciarla.

—Ferguson 521-4135.

Loras sonrió al oír la voz de su hermana.

—Hola, Marge. Soy el obispo.

—Oh, hola, Loras. Precisamente estaba pensando en ti.

Mientras Loras leía la carta de monseñor O’Grady, se esforzaba por captar la reacción de Marge.

—«Junto a la abadía, hay una casa cuna —leyó— que en ocasiones pasadas ha sido un buen lugar para adoptar niños desde Estados Unidos». —Loras hizo una pausa pero, como al otro lado de la línea seguía sin oírse nada, siguió con la propuesta de O’Grady—: «Después de nuestra conversación, me tomé la libertad de escribir a mi hermana en Roscrea y me ha respondido lo siguiente: “Todos nuestros niños han nacido fuera del matrimonio, de padres respetables, y ninguno de ellos es entregado en adopción a menos que su historial sea excelente. Actualmente, tenemos varias niñas disponibles, entre ellas una criatura adorable con un historial especialmente bueno. Su madre era una muy buena chica de Dublín. Trabajaba como dependienta y vivía en casa con su familia. La familia es muy respetable: nos enviaron a la chica y a la niña después del alumbramiento. Dado que la niña posee tan excelente historial, estamos ansiosas por encontrarle un buen hogar. Es una niña muy buena y adorable, en perfecto estado de salud, con cabello cobrizo y ojos oscuros y refleja la dulzura y la cultura de su madre”».

Loras hizo otra pausa y esperó a que Marjorie dijera algo.

—Margaret, ¿estás ahí? —preguntó el obispo con suavidad, al ver que no abría la boca. La oyó tragar saliva.

—Sí, Loras, estoy aquí.

La carta de O’Grady explicaba con detalle las diligencias del asunto y decía que la hermana que tenía en Roscrea recomendaba que tomaran una decisión rápida dado que «aquella era una oportunidad que podía no volver a presentarse». También abordaba el tema del dinero: «Por supuesto, se incurrirá en ciertos gastos y, aunque no es estrictamente necesario, aconsejamos que los padres potenciales vayan a conocer a su futura hija a Irlanda antes de completar la transacción. Dado que ni el Centro Nacional de Protección de Menores ni la abadía de Sean Ross cobran por ello, es habitual que los adoptantes hagan una donación a las hermanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María cuyo importe será acordado en conjunto con la superiora de la orden».