El nuevo año 2004 había llegado. Se estaba haciendo tarde y pensaba irme ya —la fiesta estaba en las últimas y no podía más—, pero alguien me dio unos golpecitos en el hombro. La desconocida tendría unos cuarenta y cinco años y estaba un poco achispada. Se presentó como la mujer del hermano de una amiga común, pero dijo que no pensaba seguir siéndolo durante mucho más tiempo. Sonreí educadamente. Me puso la mano en el brazo y me dijo que tenía algo que podía interesarme.
—Eres periodista, ¿verdad?
—Lo era.
—Puedes investigar cosas, ¿no?
—Depende de qué.
—Tienes que conocer a mi amiga. Hay un rompecabezas que necesita que resuelvas.
Aquello me intrigó lo suficiente como para quedar con aquella amiga en la cafetería de la Biblioteca Británica: una directora financiera de treinta y muchos años, elegantemente vestida, con unos penetrantes ojos azules y el pelo negro azabache. Estaba preocupada por un misterio familiar. Su madre, Philomena, había bebido demasiado jerez en Navidad y se había puesto a llorar. Tenía un secreto que contar a su familia, un secreto que había guardado durante cincuenta años…
¿Acaso no estamos todos deseando jugar a los detectives? La conversación de la Biblioteca Británica fue el comienzo de una búsqueda que duró cinco años y que me llevó de Londres a Irlanda y de ahí a Estados Unidos. Viejas fotografías, cartas y diarios están ahora esparcidos por mi escritorio: los apresurados y ansiosos garabatos de una impaciente ama de casa, unas lacrimosas firmas en tristes documentos y la imagen de un niño perdido con un jersey azul aferrándose a un avión de juguete hecho de lata.
Todo lo que viene a continuación es verídico, o ha sido reconstruido por mí como buenamente he sabido. Tenía que encontrar algunas pruebas, aunque disponía de no pocos indicios. Algunos de los personajes de la historia escribían diarios o habían dejado correspondencia detallada, otros siguen vivos y accedieron a hablar conmigo, y unos cuantos habían confiado su versión de los hechos a algún amigo. Se han rellenado huecos, extrapolado personajes y supuesto acontecimientos. Aunque en eso consiste el trabajo de un detective, ¿no?