Nota especial de Enid Blyton

A mis lectores puede gustarles saber que la Granja Finniston que aparece en este relato es una granja verdadera de Dorset, propiedad de mi familia, aunque, naturalmente, he cambiado su nombre en el libro. La vieja capilla, convertida ahora en granero, sigue todavía allí y tiene, como siempre, una gata con sus gatitos sobre los sacos. El viejo portón traído del castillo normando sigue aún en la granja y lo utilizan como magnífica puerta de la cocina. Las viejas, viejísimas tejas sobre los pajares todavía relucen con su brillante verdín acumulado por los siglos, y la vieja y estrambótica estufa todavía está en la pared del dormitorio, completa, con su bandeja de hierro y sus ascuas para el calentador. Pero la verdad es que todavía no he encontrado la entrada secreta que lleva a los viejos calabozos o bodegas del castillo incendiado y derruido hace mucho tiempo al que pertenecía la capilla. Los famosos Cinco han sido más listos que yo.

Ahora leed el relato, sabiendo que la Granja Finniston existe tal como la he descrito en este libro.