—¿Vas a contarme qué demonios te ha ocurrido? —ladró Tyler.
«Me he enamorado de alguien que no me quiere».
Alyssa se estremeció al pensar eso. Se puso a descorrer las cortinas que ocultaban las ventanas del Bonheur para dejar entrar los rayos del sol mientras intentaba encontrar qué decir.
—Nada —dijo finalmente, mirando a Tyler.
Vaya mentira. La noche más apasionada e impactante de su vida reducida a una manida palabra. Si no estuviera ya en el infierno, aquel vocablo la hubiera mandado de cabeza.
Él arqueó una ceja castaña.
—Tienes unas ojeras tan profundas que parece que acabaras de venir de Europa y tuvieras jet-lag. En cuanto llegamos al club, te encerraste en el dormitorio. Te he oído llorar. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que has pasado la noche con ese cocinero de tres al cuarto. Cuéntame que ha pasado.
—Llorar no significa nada. —Pero Luc no la amaba. Sólo habían estado follando, y ella sentía una pena tan profunda que no sabía cómo soportarla.
—Ni siquiera lloraste cuando te enteraste de la muerte de tu madre y, ¿lo haces por ese gilipollas? Venga, cariño. Nunca me llamas a las ocho y media de la mañana a no ser que sea una emergencia. Mientras te tomabas el café, le eché un vistazo a la habitación de invitados. La cama estaba intacta. Dudo mucho que la haya usado alguien durante los últimos días. Y sólo hay otra cama. —Tyler cruzó los brazos sobre el pecho y la miró con irritación—. Teniendo en cuenta eso, que me hayas llamado justo después de amanecer es muy significativo. ¿Quieres decirme de una vez qué coño ha ocurrido?
Aquel hombre era demasiado observador.
—No.
—Has hecho el amor con él.
Y había sido asombroso y brutal. ¿Para qué negar lo evidente?
Alyssa se acercó a la siguiente ventana y descorrió las cortinas.
—¡Maldita sea! —dijo Tyler apretando los dientes—. ¿Te ha hecho daño?
—Tyler, déjalo ya.
—¡Ni hablar! Si te ha hecho daño, si te ha forzado de alguna manera, le descuartizaré…
—No. Los dos somos adultos y ambos consentimos, y no voy a decir nada más al respecto.
Tyler atravesó la estancia y la rodeó con los brazos. Lo cierto es que en ese momento él era su mejor amigo y sería muy fácil confiarle lo que sentía. Pero no sería justo.
—No tienes que ser fuerte todo el tiempo —susurró él—. Cuéntame qué ha pasado. Yo te ayudaré en lo que pueda.
Ella le acarició la mejilla con la mano.
—No puedes. Pero te aprecio más de lo que te imaginas.
Él suspiró y la apretó entre sus brazos, apoyando la frente en la de ella. Sería muy fácil acostarse con Tyler para intentar olvidar aquellos abrumadores sentimientos por Luc. Pero a Alyssa nunca le había gustado ese tipo de juegos, no les veía sentido.
—Nena, necesito algo más. Me muero por ti.
Antes de que ella pudiera responderle, se abrió de golpe la puerta del restaurante. Alyssa boqueó y se giró, dispuesta a decirle a quien fuera que el negocio no estaría abierto al público hasta la noche siguiente. Pero no era un desconocido. Era Luc quien estaba en la puerta.
Y parecía muy furioso.
El instinto de conservación de Tyler debía de ser prácticamente nulo porque, en lugar de soltarla, la retuvo entre sus brazos. Ella le empujó en el pecho y le dio un codazo. A regañadientes, él la dejó marchar, mascullando una maldición.
—¿Qué está haciendo él aquí? —preguntó Luc.
Tyler cruzó los brazos y le lanzó una mirada encolerizada.
—Mi trabajo, ¿y tú?
—¿Desde cuando tu trabajo consiste en meterte bajo las bragas de Alyssa?
—Lo cierto es que lleva tanga.
Alyssa contuvo el aliento.
—¡Tyler!
Luc apretó los dientes y cerró los puños. Aquella situación iría de mal en peor a menos que ella hiciera algo para evitarlo.
—Ya basta. Dejadlo ya. Tyler, ¿podrías dejarnos solos unos minutos?
—Yo no me muevo si existe la más mínima posibilidad de que te haga daño.
Luc se puso rígido y cruzó la estancia.
—Jamás le he hecho daño. Nunca se lo haría. Sin embargo, estoy más que dispuesto a hacértelo a ti.
—Adelante, gilipollas.
—¡Basta! —gritó Alyssa—. Hoy tenemos muchas cosas que hacer y no necesito esto. —Le lanzó a Tyler una mirada implorante—. Estaré bien. Por favor…, me harías un favor inmenso si fueras a recogerme el vestido.
Tyler apretó los dientes y, enfurecido, sacó las llaves del bolsillo de los vaqueros.
—Si necesitas algo, si te toca un solo pelo, llámame. Sabes que haría cualquier cosa por ti.
Ella asintió con la cabeza. La devoción de Tyler casi la hacía llorar. ¿Por qué no le podía amar a él? La vida sería menos complicada.
Pero para ella, nunca nada había resultado fácil.
—Gracias —murmuró.
Él se acercó con una expresión seria dejando patentes su dedicación y preocupación. Entonces le tomó la cara entre las manos y le rozó los labios con los suyos. Un segundo después desapareció.
Alyssa se quedó a solas con Luc. El silencio era ensordecedor.
—Llegas pronto —dijo ella para romperlo—. Ya están listos la mayoría de los preparativos de la cocina, así que deberías…
—Cállate. —La miró con frialdad—. Cuando me desperté solo, me preocupé por ti, pero te ha faltado tiempo para volver a sus brazos antes de que la cama se enfriara, ¿verdad?
Alyssa se paseó por la estancia. ¿Qué se estaba imaginando Luc? ¿Acaso la creía capaz de saltar de sus brazos a los de Tyler? Allí estaba ella, temiendo haberse enamorado de un hombre que jamás podría corresponder a su amor, mientras él pensaba que ella había corrido a liarse con otro. Eso sólo confirmaba que, por muy íntimo que le hubiera parecido el encuentro de la noche anterior, por mucho que sus sentimientos se hubieran hecho más profundos, los de él seguían siendo los mismos. No podía enamorarse de alguien que no la respetaba. De alguien que la dejaría dentro de cinco días y que jamás miraría hacia atrás.
—¿No habíamos quedado en que nosotros sólo follábamos? —le desafío ella.
Él se acercó y la agarró del brazo.
—Maldita sea, ¿respóndeme?
—¿Me crees capaz de saltar de tu cama a la de él? ¿Que soy tan insaciable que con lo que hicimos anoche y esta mañana no ha sido suficiente para mí?
Luc no dijo nada durante un buen rato, sólo la miró.
—No quiero pensarlo. Santo Dios, nena. Te me has metido bajo la piel. Ha sido asombroso. Esperaba despertarme esta mañana y poder hacerlo otra vez. Pero no has llegado a dormir a mi lado, ¿verdad? Me he despertado hace un rato y ya te habías ido. Y ahora me entero de que has estado con Tyler durante las ultimas… —miró el reloj— tres horas. Entro aquí y te está abrazando. Y te besa antes de irse, por el amor de Dios.
—¡Sólo fue un beso de amigos! —se defendió ella.
—Sí, claro, de amigos —gruñó Luc—. Estoy seguro de que lo que siente por ti es puramente platónico.
—Yo no controlo sus sentimientos, sólo los míos. Y yo, aunque te parezca mentira, sólo siento algo platónico y amistoso por él.
—Dame una razón para creerte —le suplicó con los ojos—. Pareces exhausta. Y lo que oigo al entrar es que te dice que necesita más porque se está muriendo por ti. ¿Qué es lo que le has dado antes?
Alyssa cerró los ojos. Quizá estuvieran hablando los celos de Luc… al menos en parte. Por otro lado, él jamás la vería de otra manera por mucho que ella quisiera, a no ser que le expresara sinceramente sus sentimientos y le dijera lo casta que era con otros hombres. Sino, él jamás la consideraría otra cosa que una prostituta.
—Voy a ser absolutamente sincera contigo. Durante los últimos tres meses sólo he mantenido relaciones sexuales dos veces y las dos han sido contigo. ¿Puedes decir tú lo mismo?
Luc se mantuvo callado y tragó saliva. En sus oscuros ojos había un brillo culpable. Aquella callada respuesta le produjo un punzante dolor y frunció la boca con amargura.
—Hace tres meses mantenía una relación.
Sí, se acostaba con la esposa de su primo. A ella le molestaba saber que Luc había salido de su cama directo a la de Kimber y que jamás hubiera mirado atrás hasta que Deke le había eliminado del trío.
De repente, Luc frunció el ceño.
—¿Tyler y tú estáis saliendo juntos?
No importaba lo que ella dijera. Jamás se creería la verdad.
—Vamos a hacer un trato: tú me cuentas todos los detalles de tu relación con Kimber y, a cambio, yo te cuento mis secretos, ¿vale?
Él se cernió sobre ella.
—No hay nada que contar.
Alyssa sabía de sobra que él estaba mintiendo.
—Entonces ¿no te acostaste con ella después de abandonar mi cama?
Luc entrecerró los ojos y tensó los rasgos, haciendo que a ella se le contrajera el estómago.
—Esto no va de lo que yo hice o dejé de hacer con Kimber.
—Entonces explícame por qué sí va de lo que yo hice o dejé de hacer con Tyler.
—Hace tres meses, no nos hicimos ninguna promesa —le indicó él.
—Y tampoco nos la hicimos anoche —le respondió ella—. Una noche de sexo no te da derecho a conocer los detalles de la relación que tengo con Tyler. Y después de mantener esta conversación, pasar la noche contigo ha sido un error que no volveré a cometer.
En los ojos de Luc apareció una llamarada de furia y se paseó por la estancia.
—Ni lo sueñes. Has intentado seducirme desde que llegué. Pues, misión cumplida. Pero que la noche haya acabado no quiere decir que lo haya hecho lo que hay entre nosotros.
Las palabras de Luc contenían una promesa y Alyssa se estremeció. A pesar de lo mucho que todavía le deseaba, no podía continuar con eso. La noche anterior se había dado cuenta de que cuanto más tiempo estuviera entre sus brazos, más se le rompería el corazón.
Durante meses, ella había soñado con mantener una relación romántica con él. Quería de él algo más que sexo. Ahora sabía, sin ningún género de dudas, que Luc no tenía las mismas pretensiones.
—De eso nada, Romeo. La noche pasada estuvo genial, pero tú mantienes otra relación y yo no tengo cabida en tu futuro. —Alyssa encogió los hombros—. Ya te has aliviado la picazón. Sigue tu camino.
—¡Ni de coña! —gruñó él—. ¿Qué pasa? ¿Tienes tú una nueva picazón? ¿Es eso lo que ha hecho Tyler esta mañana? ¿Rascártela?
Alyssa comprendía que él pudiera pensarlo. Si un hombre se hubiera largado a toda prisa de su cama y lo hubiera encontrado en los brazos de otra mujer, incluso aunque sólo estuviera consolándola, ella se sentiría confundida y herida. A pesar de los celos de Luc y de lo que sintiera por ella, lo que había entre ellos no sería nada duradero. Y si seguía compartiendo su cuerpo con él, jamás recuperaría el corazón porque, cualquier cosa salvo los mismos sentimientos por parte de Luc, la aplastaría.
—Esto no tiene nada que ver con Tyler. Sí, he intentado seducirte con todas mis fuerzas, pero me avisaste de que mantener relaciones sexuales contigo no sería inteligente por mi parte. Admito que tenías razón. —Miró el reloj—. Misa llegará dentro de cinco minutos y, el resto del personal, dentro de una hora. Necesitas tiempo para prepararte. Esperamos una nutrida clientela esta noche.
Un momento después, oyó la puerta de un coche. Tyler había regresado en un tiempo récord. Alyssa pasó junto a Luc y se dirigió a la puerta del restaurante.
Él la agarró por el brazo y la retuvo.
—¿Adónde vas?
Ella se zafó de él y siguió caminando hacia la puerta. Luc no la quería, pero tampoco quería verla con otro. Alyssa se negaba a jugar al perro del hortelano. Esperaba que el regreso de Tyler sirviera para poner una distancia entre ellos.
Le lanzó a Luc una sonrisa forzada.
—Quizá haya llegado el momento de permitir que me rasque otro —dijo con sarcasmo.
* * *
La cena de inauguración del restaurante tocaba a su fin. La velada había sido perfecta. La tarde, húmeda y calurosa, había dado paso a una noche más fresca y Alyssa había abierto las puertas que daban al patio, por lo que también había gente en el exterior. La comida había resultado impecable y la ayuda que ella había contratado, perfecta. No había habido carne poco hecha ni verduras recocidas. Los camareros habían sido eficientes. Los asistentes sonreían y había recibido un montón de reservas para la noche siguiente.
Desde un punto de vista profesional, Luc no podía ser más feliz.
Desde un punto de vista personal, las agudas punzadas de los celos provocaban una furia que él intentaba disimular como podía.
Se quedó de pie al lado de la puerta de la cocina, remoloneando en el pasillo, buscando a cierta hermosa rubia con la mirada. Allí estaba. Iba de una mesa a otra con un gracioso contoneo de aquel primoroso cuerpo envuelto en un elegante y femenino vestido negro de corte clásico. Llevaba unos pendientes de brillantes y una pulsera a juego. Se la veía sofisticada y refinada. Totalmente acorde con la atmósfera del local.
Desde que la vio, él tenía una rugiente erección.
Sonriendo con gracia, Alyssa se detuvo ante la siguiente mesa para conversar con los ocupantes y aceptó el abrazo de la pareja. Luego cogió en brazos a una niña pequeña que le tiró del pelo. Ella sonrió y besó la frente de la criatura.
Ver aquel gesto de cariño hizo que Luc se estremeciera. Se tragó una emoción que sólo podía calificar de anhelo puro. Santo Dios, era un deseo imposible. Que a Alyssa le gustaran los niños no quería decir que quisiera tener uno propio. Ni que fuera el tipo de madre abnegada que había sido la suya. Además, incluso aunque Alyssa resultara tener mucho instinto maternal, no era lo que él necesitaba. Y el camino que le esperaba hasta conseguir ser padre no era fácil.
Además, como tan irónicamente le había dicho, era Tyler quien le rascaba ahora la picazón. Y Luc estaba solo… intentando no dejarse llevar por la confusión y el dolor que le aplastaban.
Un momento después, Alyssa siguió su periplo, ahora bajo las luces del patio exterior, deteniéndose a saludar a un matrimonio más mayor. A no más de dos metros de ella, Tyler la observaba sin pestañear.
¿Qué habrían hecho durante toda la tarde? Si era lo que Luc se temía, era culpa suya. ¿Acaso no la había apartado él con sus acusaciones y su comportamiento? ¿Por qué demonios no se había limitado a divertirse el tiempo que les quedaba y a disfrutar de una semana de sexo elemental?
Porque lo que había entre ellos no tenía nada de elemental. No podía tocar a Alyssa y no sentir nada.
Y eso le asustaba.
Alguien le hizo señas llamando su atención, y vio a Kimber que le brindaba una sonrisa indecisa y le saludaba con la mano.
«Está embarazada».
Sintió una punzada de envidia. Deke tenía la vida que Luc deseaba y una esposa maravillosa que jamás le negaría su cuerpo ni le diría que se rascaría la picazón con otro hombre. Kimber comprendía los repentinos e imprevisibles cambios de humor de Deke y tendría paciencia hasta que él aprendiera a contenerlos. Y Alyssa… ¿qué pensaría si supiera que Luc no podía tener hijos? ¿Se encogería de hombros? ¿O quizá pensaría que eso le hacía menos hombre?
Con un suspiro, Luc se dirigió hacia donde estaban Kimber y su primo.
Deke se puso de pie y le tendió la mano.
—Buen trabajo. La comida ha sido increíble. Siempre cocinaste maravillas cuando vivíamos juntos, pero hoy te has superado a ti mismo.
—Todo ha estado delicioso —convino Kimber con una sonrisa.
Luc estrechó la mano de Deke y rodeó a Kimber con un brazo.
—Gracias. Y enhorabuena.
Se obligó a mirar a Kimber al decir esas palabras. Se alegraba por ella. Y por Deke. Ya encontraría la manera de encontrar el futuro que anhelaba por su cuenta, quizá entonces podría sobreponerse a aquella asfixiante sensación de envidia.
—Gracias —murmuró ella—. Estamos muy ilusionados.
—Como debe ser.
Deke resplandecía de alegría.
—Me esforzaré por ser un tío al uso y malcriar como un loco a ese niño travieso.
Kimber sonrió y abrazó a Luc.
—Serás un tío maravilloso, estoy segura de que lo malcriarás de mala manera.
—¿Has terminado ya? —preguntó Deke.
Luc asintió con la cabeza.
—El último pedido salió de la cocina hace diez minutos.
—Bien. Siéntate. Tenemos que hablar.
—Voy a aprovechar para ir al baño —dijo Kimber—. Ya he ido tres veces. Es lo que me espera. Espero que Alyssa esté bien.
Luc buscó entonces con la mirada a la mujer que ocupaba sus pensamientos. Estaba en el patio y el aire nocturno jugaba con sus pálidos cabellos, haciendo que él deseara tocarlos.
Pero tenía que centrarse.
Como si no tuviera suficiente con su activa vida sexual, Alyssa tenía un acosador. Pensando en eso, a Luc le alegraba que Tyler cumpliera diligentemente con su trabajo, incluso aunque no le agradaba que el otro hombre la mirara como si fuera la cena y el postre, todo en uno.
Deke le miró y luego observó a Alyssa. Después volvió a mirarle a él.
—¿Qué hay entre vosotros dos?
Luc iba a evadir la pregunta, pero se detuvo. Evitar esa conversación no haría que desapareciera lo que había entre Alyssa y él. Y necesitaba hablar y desahogarse. ¿Por qué no sincerarse con su primo?
—No lo sé. Ella es… —Se frotó la frente, buscando las palabras adecuadas—. Se me ha metido bajo la piel.
—¿Ese tipo es su guardaespaldas? —Deke señaló a Tyler con la cabeza.
—Sí.
Deke arqueó las cejas.
—Pues parece como si quisiera hacer bastante más que proteger su cuerpo.
—Estoy seguro de que ya lo hace. —¿Por qué sino dejaría ella que la besara? ¿Por qué tendría una llave de su casa? ¿Por qué no le importaba que la viera desnuda? ¿Ni que la tocara en público?
Inclinándose sobre la mesa, Deke clavó los ojos en Luc durante un buen rato. Luc tragó saliva seguro de que su primo podía leer en él como en un libro abierto.
—A menos que me equivoque mucho, te has vuelto a acostar con Alyssa recientemente.
¿Tan transparente era?
—¿Y qué?
—¿De verdad quieres hacerme creer que no te importa que ese gorila también se acueste con ella?
Luc cerró el puño sobre el mantel. Sabía que se estaba delatando, pero demonios, de todas maneras Deke lo conocía muy bien.
—Me reconcome por dentro. En algunos momentos, he llegado a querer romperle cada hueso de ese miserable cuerpo.
—¿Alyssa es algo más que un polvo para ti? —Deke parecía asombrado.
A pesar de lo mucho que Luc quería evitar esa pregunta, no lo podía hacer. De hecho, él mismo se lo preguntaba.
—No lo entiendo. Alyssa no es lo que necesito. Tiene mala reputación, una absoluta falta de modestia y es demasiado independiente. Y, probablemente, tenga multitud de amantes —gruñó—. No puedo imaginar que sea feliz teniendo hijos y viviendo en las afueras.
—Pero ¿se lo has preguntado?
—No —admitió.
—Quiero que me respondas a una cosa. ¿Alguna vez sentiste celos de mí cuando estábamos en la cama con Kimber?
Luc se lo pensó, pero lo tenía claro.
—No. Sin embargo, sentí una especie de unión con vosotros durante el tiempo que duró la relación.
—Yo no soportaba ver cómo la tocabas —admitió Deke—. Cada vez que te veía hacerlo, me daban ganas de matarte. ¿Es eso lo que sientes cuando ves a Tyler con Alyssa?
—Pero tú sabías que yo no le haría daño a Kimber —dijo Luc.
Pero ¿creía realmente que Tyler lastimaría a Alyssa cuando la protegía con tanto celo?
—Está bien, olvídate de ese tipo. Por ejemplo, Jack Cole. Si Morgan no existiera, ¿compartirías a Alyssa con Jack? Es un buen amigo suyo, estoy seguro de que se habrán acostado juntos en alguna ocasión. De hecho, hace algunos años…
—¡Cállate ya, joder! —gruñó Luc.
La imagen de Jack Cole atando, amordazando y dando órdenes a Alyssa fue como una patada en el estómago.
Lo cierto era que no quería que nadie la tocara.
—Bueno, vale. —Deke levantó las manos en gesto de rendición—. Pero créeme, los celos sólo aparecen cuando uno tiene sentimientos hacia una mujer. —Se puso en pie cuando su esposa se acercó—. En especial cuando esa mujer es hermosa. ¿Va todo bien?
—Sí, muy bien. —Entonces, Kimber miró a Luc con el ceño fruncido—. ¿Ha pasado algo?
No. Salvo que Deke acababa de hacer que se diera cuenta de que sentía por Alyssa algo más que lujuria. ¿Qué se suponía que iba a hacer ahora?
—No, nada. —Se esforzó por sonar sincero… Y supo que no lo había conseguido.
—Dentro de unas semanas tengo que ir de nuevo al ginecólogo y Deke estará de viaje. ¿Podrás acompañarme tú? —le preguntó Kimber—. ¿Cuánto tiempo más te quedarás aquí?
Era un gesto de piedad, pero él estaba lo suficientemente desesperado como para no rechazarlo. Cualquier leve implicación con el bebé de Deke y Kimber sería más de lo que tendría por su cuenta, en especial si seguía ignorando a Emily y persiguiendo a Alyssa como un perro en celo.
Bendita fuera Kimber por darse cuenta de cómo se sentía. La abrazó suavemente.
—Claro. Sólo estaré aquí hasta el jueves que viene.
—Oh, has venido sólo unos días. —Kimber sonrió—. ¡Genial!
Deke le dio una palmadita en la espalda y le lanzó una mirada significativa.
—Aprovéchalos bien.
* * *
Poco después de medianoche, Alyssa cerró las puertas del Bonheur. Se había quitado un peso de encima. La velada había sido un éxito rotundo y todos los asistentes habían dicho que la comida y el servicio eran espectaculares. Todo había ido sobre ruedas y ella pensaba, por fin, que tenía un futuro que no implicaba desnudarse ante desconocidos. Las cosas no podían ir mejor.
Si no fuera por haber tenido que observar a Luc con Deke y Kimber.
Era demasiado obvio que el sexy cocinero todavía sentía algo por la hermosa esposa de su primo. La había abrazado y la había mirado a los ojos. No había parecido nada sexual, pero estaban en público. Y se suponía que Deke ya no la compartía. Pero aún así, presenciar aquel abrazo había enervado a Alyssa. ¿Sería aquella mujer la razón por la que Luc no podía ofrecerle más a ella?
—¿Estás lista para marcharnos? —preguntó Tyler, revoloteando alrededor de Alyssa como lo había hecho durante toda la noche.
—Yo la llevaré a casa —dijo Luc, apareciendo detrás de ella.
—Es mi trabajo. —Tyler cruzó los brazos y compuso una expresión petulante.
Luc le ignoró. La miró a ella con solemnidad.
—Me gustaría llevarte a casa. Tenemos que hablar. —Ella vaciló y él la presionó—. Por favor…
¿Qué querría Luc? Si iba con él se arriesgaba a sentir más angustia. Pero si se negaba, siempre le quedaría la incógnita. ¿Y si lo único que quería era continuar con la discusión anterior? O quizá quería volver a mantener relaciones sexuales. Se estremeció.
—Bueno. —Evitó mirar a Tyler—. He recogido tus cosas, están en el vestíbulo de mi casa. Homer te espera.
Entonces, Tyler sonrió. Ella también observó el dolor en la cara de Luc. Pero en beneficio de su propia cordura sería mejor que Luc se alojara en el hotel de Homer, aunque debería habérselo dicho cuando estuvieran a solas.
—Genial —masculló él.
Pero quería decir justo lo contrario.
—¿Estás segura de que quieres ir con él? —preguntó Tyler, que estaba buscando cualquier excusa para sustituir a Luc—. Puedo seguiros para asegurarme de que no te causa problemas.
—Es un cocinero, no un violador en serie —le respondió, lanzándole una mirada práctica—. Estaré bien. Mañana hablamos.
Tyler frunció el ceño, se acercó más e intentó abrazarla. Luc fue más rápido y se adelantó, rodeándole la cintura con un brazo. Ella ignoró la expresión del guardaespaldas.
Una vez fuera, Alyssa cerró la puerta del restaurante y dejó que Luc la condujera hasta el 4x4. Él mantuvo la mano en la cintura y a Alyssa le temblaron las rodillas.
Cuando ya estaban en camino y el aire fresco de la noche le alborotaba el pelo, Alyssa miró a Luc.
—Venga, suéltalo de una vez. ¿De qué quieres hablar?
—De todo.
Alyssa tenía la molesta sospecha de que Luc iba a intentar convencerla para que le dejara colarse en su cama. Y en lo que a él se refería, ella era débil. Aunque deberían darle un premio por enfrentarse a él y mantener esa conversación, no sabía qué decir, pues admitir que albergaba profundos sentimientos sólo le conduciría a acabar desnuda y entrelazada con él.
—Estoy cansada y es tarde —se excusó—. ¿No puedes esperar a mañana?
—Pedir disculpas no lleva más que unos minutos.
Ella le miró, pero no dijo una palabra.
Él tragó saliva, su largo pelo oscuro se ondulaba con la brisa de la noche. Era guapísimo, parecía inteligente y sensible. Y ella se sintió todavía más atraída por él.
—No parezcas tan sorprendida, por favor. He tenido horas para pensar sobre lo que ha sucedido antes. Me equivoqué al sacar la conclusión de que te fuiste tan temprano para estar con Tyler. Además, no es asunto mío. Es tu amigo y trabaja para ti… —Luc encogió los hombros—. No voy a mentirte y a decirte que me gusta cómo te mira, porque estoy seguro de que sus pensamientos son muy poco profesionales. Ni te diré que no me saca de quicio imaginaros juntos. —Luc apretó el volante con fuerza—. Pero es asunto tuyo y no debo intervenir.
Así que una vez superada la cólera, Luc fue capaz de darse cuenta de que la había cabreado y, en consecuencia, quería disculparse. Claro que…
—En otras palabras, es asunto mío si me acuesto o no con Tyler, pero aún así piensas que lo hago e intentarás no gruñirme por ello.
—No importa lo que yo piense. Es tu vida y no soy quién para decirte cómo vivirla. Dentro de cuatro días me iré. Prefiero pasar ese tiempo disfrutando y no peleándome contigo.
—¿Qué estás sugiriendo? ¿Qué dejemos a un lado cualquier tipo de sentimiento y que nos dediquemos a follar como conejos durante esos cuatro días?
Santo Dios, ¿por qué no le daba una bofetada en la cara en lugar de clavarle lentamente un puñal en el corazón?
—Lo único que quería decir es que tú tienes razón. No he sido un monje desde que estuvimos juntos la primera vez y no está bien que pretenda que tú lo seas. No sé si Tyler y tú mantenéis una relación. No es asunto mío. Lo único que digo es que me gustaría pasar más tiempo contigo, haciendo lo que quieras que hagamos, en vez de discutir. —Luc suspiró y le lanzó una enigmática mirada—. Eres una mujer fascinante. Quiero conocerte mejor.
«¿Realmente es tan buen tío o está jugando conmigo?». Ése era el problema. No conocía bien a Luc. ¿Se estaría disculpando sinceramente por haberse dejado llevar por los celos o estaba diciéndole lo que pensaba que ella quería escuchar, esperando que aquello la ablandara lo suficiente para desnudarse y abrirse de piernas para él? Fuera lo que fuera, él no había confesado ningún tipo de emoción… pero era la primera vez que le proponía algo parecido. ¿Les llevaría eso a alguna parte?
—Lo que realmente quiero oír es que no piensas que hoy me he acostado con Tyler.
Luc encogió los hombros.
—No me debes explicaciones.
—No lo hago —convino ella—. Pero quiero saber qué es lo que piensas.
Puede que aquello no tuviera sentido, pero ella no podía soportar que él creyera que era el tipo de mujer capaz de hacer tal cosa.
Luc hizo una pausa. Parecía perdido en sus pensamientos, como buscando qué decir.
—Tienes demasiado que perder como para dedicarte a follar sin parar la tarde del día de la inauguración del Bonheur.
Alyssa estuvo a punto de llorar. Lo comprendía. La comprendía. Era un punto de partida.
Se mordió los labios para contenerse. Aquel maldito cansancio la ponía sensible y no quería.
Respiró hondo para tranquilizarse.
—Exactamente.
—Lamento haberte causado más preocupaciones.
—Siento haberme ido esta mañana sin avisar. Debería haberte dejado una nota o algo parecido, debería haberte dicho que…
¿Qué? ¿Que ella también se había quedado sobrecogida la noche anterior y que le había entregado su corazón?
—¿Que estabas demasiado nerviosa? —sugirió él.
Era una excusa tan buena como cualquier otra. Alyssa asintió con la cabeza.
—Lo entiendo. —La miró y frunció el ceño—. ¿Has cenado algo?
Ella pensó en lo que había hecho esa noche, luego negó con la cabeza.
—¿Y has comido?
No, había estado tan ocupada, asegurándose de que todo estaba perfecto para la noche, que no se había preocupado por comer.
—Me salté la comida.
—¿Tampoco has desayunado? —le preguntó en tono incrédulo.
Alyssa dio un respingo. Había estado tumbada en su cama, en el club, llorando sin parar.
—¡Maldita sea! No te cuidas nada. ¿Has dormido algo después de salir de casa?
Porque Luc sabía muy bien que no había dormido nada la noche anterior.
Una vez más, ella negó con la cabeza.
Un momento después, se detuvieron delante de su casa. Él salió de un salto y rodeó el vehículo a toda velocidad para abrirle la puerta.
Ahora que se había relajado un poco, el cansancio se apoderó de ella y se tropezó al salir del 4x4, cayendo en brazos de Luc. Él la atrajo hacia su cuerpo y ella se permitió sentir la seguridad y el calor que transmitía, imaginando que realmente le importaba.
—Eso es —dijo Luc suavemente—. Sé que estás deseando echarme, pero tienes que dejar que me ocupe de ti.
Si lo hacía, acabaría otra vez desnuda con él en la cama, dejaría que penetrara profundamente en su cuerpo y que se adueñara un poco más de su corazón.
—Luc…
—No me harás cambiar de opinión. Dame las llaves. —Le tendió la mano.
Alyssa vaciló. ¿Sería tan malo permitir que Luc se encargara de ella durante unos minutos? Siempre tenía que ocuparse sola de todo; había sido así desde el día que abandonó la casa de su madre. Pero en este momento, ceder y dejar que fuera Luc quien lo hiciera parecía una especie de fantasía ridícula y maravillosa.
Aunque temía lamentar la decisión, era demasiado tentadora para que le importara. Le dio las llaves.