La habitación estaba llena de sombras. El sol entraba a duras penas por la única ventana octogonal, pero su luz no tenía poder sobre la oscuridad. Las sombras merodeaban en los rincones de la sala y membranas negras se removían en la sala, ocultando los elaborados emblemas grabados en el suelo.
Junto a la ventana había una mujer y las sombras se agarraban a sus pies como malhumorados perros de caza. Aunque la sala era bastante cálida, la mujer llevaba una larga capa ceñida contra el cuerpo y tenía el rostro oculto en una honda capucha. Permanecía en silencio junto a la ventana y miraba el mundo que había a sus pies, en el distrito de Altos muros, casi trescientos pies más abajo. El viento era una presencia constante, susurraba y aullaba por la ventana abierta. Pero no importaba lo fuertes que fueran esas ráfagas, no tenían efecto en las brumosas sombras que se agarraban a las esquinas de la sala o la profunda capucha que ahora ocultaba la cara de la mujer.
—Informa —dijo. Su voz era un ronroneo de terciopelo, suave y tranquilo, pero resonante en la sala.
El hombre dudó, sorprendido. Acababa de entrar en la habitación y la señora le estaba dando la espalda. Él sabía, además, moverse en silencio, y con el ruido del viento que soplaba en la sala, parecía imposible que le hubiera oído acercarse.
Ella se giró con los ojos refulgentes en las profundidades de su capucha.
—¿Capitán? —dijo con una sonrisa.
El capitán Grazen inclinó su cabeza respetuosamente.
—El taller ha sido destruido y el desollador de mentes está muerto. El daño ha sido inmenso y no hemos podido encontrar nada de valor.
—Dudo que Chyrassk esté muerto, Grazen —dijo ella. Bajó una mano hacia el suelo y una membrana de bruma se alzó para tomársela—. Es difícil matar a un hijo de Xoriat, y Daine carece del conocimiento que esa tarea requiere. Pero su poder ha sido doblegado por el momento. Con sus herramientas destruidas y su agente más importante fallecido, supongo que trascurrirá algún tiempo antes de que Chyrassk vuelva a aparecer.
—¿No estás preocupada? —dijo Grazen, visiblemente aliviado.
—En absoluto. Chyrassk ha cumplido su propósito, al igual que mis amigos de la casa Cannith. Lo único pendiente es Llamaviento, y si encontrarán el sentido de esos acertijos antes de que sea demasiado tarde.
—¿Por qué no has eliminado a la esfinge si es una amenaza?
Los ojos verdes refulgieron en las sombras y por un momento Grazen creyó que se había extralimitado. Pero la mujer contestó.
—Hasta que sepa a qué poder sirve Llamaviento, la actuación directa sería un error. Pero no estoy preocupada. Todo va de acuerdo con mi plan. Lei ha sido expulsada de su casa. Jode está muerto. Través está empezando a darse cuenta de su verdadero potencial. Y Daine… —La oscura bruma giró alrededor de sus pies cuando sonrió—. El juego lleva en marcha más de lo que puedes imaginar, Grazen. Ahora empieza el final. Vigila a Grazen y sus compañeros. Pronto será el momento de ponerlos en juego.
Le despidió con un gesto y Grazen salió de la sala huyendo de las sombras y en busca de la luz.