RAÚL

Cuando Susana preguntó: «¿Y ahora qué hacemos?», yo estaba mirando a Salvio. Tenía mal aspecto, mantenía la mirada fija en el fondo del vaso y mostraba una ausencia total, un deseo de estar en cualquier otro lugar que no fuese aquel. De repente se levantó y se largó; hizo un gesto con la mano que no acabé de entender, fue como una despedida. Tal vez estaba mandando a la mierda todo aquel asunto.

Me solidaricé mentalmente con él.

Aunque también es posible que a quien estuviese mandando a la mierda fuese a nosotros. La tentación de solidarizarme, también en este caso, era fuerte, pero estaba Susana y la promesa que le había hecho en el sentido de que la ayudaría con todo aquel lío. La pobre chica tenía miedo de quedarse sola.

—No os preocupéis por Salvio —dijo Marta—, su trabajo lo tiene angustiado, yo me encargo de tranquilizarlo. Deberíamos organizar alguna clase de plan para estar en contacto, quizás vernos los cuatro de una forma más o menos regular hasta que todo esto quede aclarado.

—¿Por qué? —preguntó Susana, adelantándose a mi propia pregunta.

—Me parece que no sería mala idea comentar entre nosotros las novedades que se vayan produciendo a propósito de la muerte de esa chica. A pesar de qué hoy el inspector Colomer nos ha ignorado, parece que nos contempla como un solo individuo, así que saber la situación de cada uno de nosotros puede favorecer al resto.

—Salvio parece muy nervioso —dije.

—Sí, pero ya os he dicho que yo respondo por él. Hará lo que yo le pida, le haré ver que, tanto si le gusta como si no, está en la misma situación que nosotros.

—Pero ¿tú crees que es necesaria tanta precaución? A mí no han hecho más que preguntarme lo mismo que ya nos preguntaron en la fiesta, no sé a vosotros. —La voz de Susana no era tan firme como ella hubiese querido.

Marta puso cara de tener un triunfo, algo que nosotros no sabíamos y ella sí. Dijo:

—A mí el tipo que me ha interrogado me ha soltado, sin venir demasiado a cuento, que tienen a Pablo retenido en comisaría desde primera hora de ayer por la mañana, ¿lo sabíais vosotros? Antes se lo he comentado a Salvio, a él no le han dicho nada acerca de Pablo, sin embargo le han comentado que probablemente lo llamen de nuevo para tener una charla con Colomer.

—A nosotros Colomer nos dijo el nombre de la chica y de la agencia de representación de artistas para la que trabajaba. ¿Tú y Salvio lo sabíais? —dije, advirtiendo que le acababa de decir a Marta que Susana y yo estábamos juntos cuando nos lo dijeron. Afortunadamente, Susana andaba más despierta que yo, y remachó:

—Sí, a mí también me lo dijo.

Tomé nota para no menospreciar la inteligencia de Susana.

—Eso es, Colomer está jugando con nosotros. En el mejor de los casos, está convencido de que tenemos la clave de la muerte de la chica. Esa es la razón por la que debemos mantenernos en contacto. Me falta tu teléfono, Susana, imagino que Raúl ya lo tiene, si no deberías facilitárnoslo a los dos.

Susana nos lo dio a los dos.

Casi me echo a reír.