Yo no sé lo que veo en los espejos
que me produce cierto escalofrío.
Dentro veo —sin duda es algo impío—
un desfile de lúgubres cortejos.
A Lucifer echándome los tejos
creo ver: yo rechazo su amorío.
Lo que está aquí, a mi lado, lo que es mío,
en su reflejo lo contemplo lejos.
Y yo soy un reflejo entre reflejos.
Los jóvenes me atraen, mas no me fío
pues mi espejo los plasma feos, viejos.
Por último, diré que en él el frío
y el calor de la mano van parejos.
Y no quiero seguir porque me río.