Mi madre es mujer bella y ha enviudado
no de mi padre, de un tercer marido.
Un hombre bello y joven se ha ofrecido
a gozar de su amor: lo ha rechazado.
Y, viéndole marchar, yo me he quedado
de sus maneras, de su voz, prendido
y tras de los visillos escondido,
mi joven corazón desorientado.
A mi madre, pueril, he suplicado
que aceptara a aquel joven seducido
por sus encantos. No me lo ha negado,
me ha dicho sólo que la ha enternecido
imaginarse amando a ese alocado.
¡Ruego a Dios haga de él el elegido!