Escribir Kitty Peck y los asesinatos del Music Hall ha sido una aventura y me gustaría dar las gracias a todos los que me han ayudado en el camino.
En primer lugar, al equipo de Faber and Faber, cuyo entusiasmo, optimismo y sabios consejos han sido de un valor incalculable: Hannah, Katherine, Becky, John. y todos los de Bloomsbury House.
Quiero también expresar mi más efusivo agradecimiento a la revista Stylist por liberar a Kitty; a Tamsin y a Sarah por su forense atención a los detalles; y a Eugenie por su entusiasmo y su ánimo.
Por último, debo mencionar a mi familia, amigos y colegas, cuyo incansable apoyo, interés y asombro me mantuvieron en activo y me empujaron a seguir durante un largo y oscuro invierno al teclado.