No se está tan mal aquí.
He pasado un rato en la sala de relajación. En realidad es una habitación normal y corriente, pero tiene almohadones grandes y un equipo de música con cassettes de música suave, de música para meditar. Es un sitio tan bueno como cualquiera si no tienes nada mejor que hacer.
Tengo una historia en la cabeza. Esperaba que al contarla cobraría mayor sentido para mí. Es difícil de explicar, pero si al menos lo recordase todo, si pudiera plasmar mis pensamientos en papel, si después pudiera palparlos con las manos… no sé. Probablemente nada cambiaría. Como digo, es difícil de explicar.
En la sala de relajación he estado pensando en hacer uno de esos puzles. Hay un cajón lleno, y muchos más en las estanterías. Estuve mirando uno de mil piezas. En la foto de la caja se veía un litoral con sus acantilados y una playa de guijarros. El camino del acantilado está salpicado de cabañas de madera de distintos colores y en la cima hay docenas de caravanas, como una hilera perfecta de dientes blancos.
Me recordó mucho a Ocean Cove y, al mirarlo con más atención, me pareció ver a dos niños corriendo por el camino. O quizá estaban sentados en la playa, juntos, triturando las algas secas con los dedos de los pies y lanzando piedras a una roca para ver quién tenía mejor puntería. Si acercaba la cara a la caja, los oía reírse, practicando palabrotas recién aprendidas y prometiendo no chivarse a mamá. Pero todo eran ilusiones. No había nadie en la fotografía. La caja contenía mil piezas de nada, incluso puede que faltasen algunas.
—¿Estás bien, colega? —No sé cuánto tiempo llevaría en la puerta Clic-Clic-Guiño. No lo había visto hasta ese momento.
—Estoy bien. Gracias, Steve.
Di media vuelta, puse una cinta de flautas o cantos de ballenas y subí el volumen.
—Voy a escuchar esto.
—¿Te apetece hablar?
—No.
No dije que prefería estar solo, aunque creo que lo di a entender, porque Steve no se quedó, aunque tampoco se fue inmediatamente.
—Quería darte esto —dijo.
No hizo aspavientos, no se puso a cantar ni a bailar. No hizo clic, clic. No hizo un guiño. Me dio un post-it amarillo y se marchó.
Me quedé con el papel pegado a los dedos y tardé un momento en darme cuenta de lo que era.
Nombre de usuario: MattHomes
Contraseña: Escritor_en_Residencia
A veces estoy tan absorto en mí mismo que no me doy cuenta de la amabilidad que me rodea. Steve no tenía por qué hacer eso. No se está tan mal aquí. Me han registrado en el ordenador como Escritor_en_Residencia, y tengo una historia pendiente de terminar.