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5.30 p.m. GMT

Emily contempló fijamente un texto donde se concitaban el sentido de la historia y el de la aventura, que, de pronto, se había vuelto tangible y real. No pudo evitar que su imaginación volara hacia esas películas taquilleras con templos de cartón piedra y estatuas de dioses falsos. La emoción y la educación no iban de la mano en la rural Ohio y desde la infancia ella había abrigado una devoción poco o nada femenina por las películas de aventuras. La saga de Indiana Jones había sido su favorita.

«Esto es la realidad, Indiana», pensó con una inmensa satisfacción.

Aquel era el primer descubrimiento auténtico de Emily Wess. Era poca cosa en sí mismo, cuatro trazos hechos en la pared trasera de una iglesia, pero su significado era muy superior. Ahora estaba convencida de que lo que Holmstrand había dicho sobre la Biblioteca de Alejandría era cierto, y entonces aquello era una pieza de un puzle que la conducía a un descubrimiento inimaginable.

Y si podía ir tan lejos, lo haría.

Miró de nuevo el improvisado grabado de la pared, donde se veía el emblema de Arno diáfano como el día y, debajo, una serie de palabras escritas con una letra de trazo rudimentario.

Legado de Ptolomeo

VIDRIO

ARENA

LUZ

El nombre del rey egipcio le resultaba familiar, pero las tres palabras restantes no le decían absolutamente nada. Eso no disminuyó la alegría que sentía por haber hecho el descubrimiento, aun cuando el contenido de aquel mensaje resultara más extraño que los de antes.

Mas ahora había un camino a seguir con claridad. Había llegado tan lejos gracias a la perspicacia de otros y se dio cuenta de que iba a necesitarlos de nuevo para recorrer los caminos que la aguardaban. Necesitaba ayuda.

Sacó el BlackBerry de un bolsillo de la chaqueta Salvatore Ferragamo, su favorita, y pulsó un botón plateado a fin de activar la cámara. Tomó tres instantáneas del garabato de la pared. Otros tantos clics confirmaron la acción. Deseaba asegurarse de que la imagen fuera nítida y distinguible al menos en una de las instantáneas. Estaba decidida y resuelta. Wexler y ella habían acordado no volver a verse aquella tarde hasta la hora de la cena, pero Emily sabía que su descubrimiento era demasiado importante como para esperar a ese momento. Se guardó el móvil en el bolsillo y salió de la capilla en dirección a la casa del profesor.